En la pág. 162 del libro de Andrés Trapiello titulado "Las armas y las letras" se puede leer:
"Relata el entonces joven residente Gabriel Celaya que Lorca contaba entre sus amigos a José Antonio Primo de Rivera, con el que se citaba de vez en cuando para hablar, al margen de la política, de poesía y literatura. "¿Sabes que todos los viernes ceno con él [con José Antonio]? -le diría el poeta granadino al todavía en ciernes poeta vasco-; solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con el". [...]
"El propio [Ian] Gibson entrevistó a Celaya para afinar, hasta donde fuera posible, tal recuerdo. El poeta donostiarra le refirió entonces de viva voz: "Nosotros teniamos una tertulia donde íbamos a tomar el café todos los días, en un sitio que se llamaba La Ballena Alegre, en los bajos del Lyon. A esta tertulia íbamos, pues, estudiantes de la Residencia, que muchos eran actores de La Barraca [...]. Nosotros estábamos en una mesa. Y en la mesa de enfrente había otra tertulia, que era de todos los fundadores de la Falange: José Antonio Primo de Rivera, Jesús Rubio, José María Alfaro... Nos conocíamos todos y nos insultábamos, pero era todo como un juego porque nos decíamos: "¡Cabrones! ¡Fascistas! ¡Rojos!". Esto sería el año 34. No había hostilidad. Las tertulias eran separadas y en los periódicos nos metíamos unos con otros, pero no había una cosa de guerra, era cosa de amigos, de intelectuales, de estudiantes, nos veíamos en las mismas exposiciones, en los mismos conciertos, en las mismas obras de teatro. Madrid era muy pequeño. Entonces, no debe chocar tanto que Federico conociera a José Antonio. José Antonio era un orteguiano, leía mucho a Ortega y Gasset. Ortega fue el editor de Romancero gitano, en la Revista de Occidente, y claro, había una especie de contactos. Cuando él me dijo eso de que todas las semanas cenaban un día juntos, a lo mejor era una exageración de Federico, porque Federico era muy fantasioso, pero que él conocía a José Antonio, esto es verdad, esto es completamente cierto [...]. A José Antonio me lo presentó Federico en Casablanca una noche de whiskis. Yo no había ido con Federico, había ido con un grupo de la Residencia. Casablanca era un cabaret, como se decía entonces, un sitio de baile, nocturno. Y allí fuimos después de cenar y allí estaba ya Federico. "Oye, ven aquí (me dice), te voy a presentar a José Antonio, vas a ver que es un tío muy simpático". Y nos presentó. Eso sería el 34". [...]
"Desde luego no está acreditado que Lorca y José Antonio fuesen, como Lorca y Dalí, amantes."
"Relata el entonces joven residente Gabriel Celaya que Lorca contaba entre sus amigos a José Antonio Primo de Rivera, con el que se citaba de vez en cuando para hablar, al margen de la política, de poesía y literatura. "¿Sabes que todos los viernes ceno con él [con José Antonio]? -le diría el poeta granadino al todavía en ciernes poeta vasco-; solemos salir juntos en un taxi con las cortinillas bajadas, porque ni a él le conviene que le vean conmigo, ni a mí me conviene que me vean con el". [...]
"El propio [Ian] Gibson entrevistó a Celaya para afinar, hasta donde fuera posible, tal recuerdo. El poeta donostiarra le refirió entonces de viva voz: "Nosotros teniamos una tertulia donde íbamos a tomar el café todos los días, en un sitio que se llamaba La Ballena Alegre, en los bajos del Lyon. A esta tertulia íbamos, pues, estudiantes de la Residencia, que muchos eran actores de La Barraca [...]. Nosotros estábamos en una mesa. Y en la mesa de enfrente había otra tertulia, que era de todos los fundadores de la Falange: José Antonio Primo de Rivera, Jesús Rubio, José María Alfaro... Nos conocíamos todos y nos insultábamos, pero era todo como un juego porque nos decíamos: "¡Cabrones! ¡Fascistas! ¡Rojos!". Esto sería el año 34. No había hostilidad. Las tertulias eran separadas y en los periódicos nos metíamos unos con otros, pero no había una cosa de guerra, era cosa de amigos, de intelectuales, de estudiantes, nos veíamos en las mismas exposiciones, en los mismos conciertos, en las mismas obras de teatro. Madrid era muy pequeño. Entonces, no debe chocar tanto que Federico conociera a José Antonio. José Antonio era un orteguiano, leía mucho a Ortega y Gasset. Ortega fue el editor de Romancero gitano, en la Revista de Occidente, y claro, había una especie de contactos. Cuando él me dijo eso de que todas las semanas cenaban un día juntos, a lo mejor era una exageración de Federico, porque Federico era muy fantasioso, pero que él conocía a José Antonio, esto es verdad, esto es completamente cierto [...]. A José Antonio me lo presentó Federico en Casablanca una noche de whiskis. Yo no había ido con Federico, había ido con un grupo de la Residencia. Casablanca era un cabaret, como se decía entonces, un sitio de baile, nocturno. Y allí fuimos después de cenar y allí estaba ya Federico. "Oye, ven aquí (me dice), te voy a presentar a José Antonio, vas a ver que es un tío muy simpático". Y nos presentó. Eso sería el 34". [...]
"Desde luego no está acreditado que Lorca y José Antonio fuesen, como Lorca y Dalí, amantes."