«DEPREDADORES DE BARRIO» - Javier Serrano
«EL FARO» - JUAN JOSÉ ARREOLA
"CRÍMENES EJEMPLARES" (y II) - MAX AUB
"CRÍMENES EJEMPLARES" (I) - MAX AUB
"LA ECUACIÓN DE DRAKE" - JAVIER SERRANO
El radioastrónomo estadounidense Frank Drake |
"LA VIDA IMPOSIBLE" (3) - EDUARDO BERTI

Relatos arrancados de las páginas de "La vida imposible" (Emecé Ediciones), del argentino Eduardo Berti.
QUÉ ES LA MUERTE
Hay dos maneras de saber a ciencia cierta qué es la muerte, y ambas en teoría son incompatibles. La primera es cuando muere un padre o una madre, un hermano o un hijo, en fin, alguien que lleva nuestra sangre. La segunda es cuando muere alguien con quien uno hizo varias veces el amor, no un par de encuentros ocasionales, sino alguien de quien, pese a los años -la memoria de los cuerpos es intemporal-, uno conserva el tacto o el olor. ¿Hemos estado dentro de un ser humano que ha muerto? ¿Hemos tenido dentro a alguien que murió?
Quizás el incesto sea el tabú por excelencia porque reúne ambas cosas antedichas: muy insoportables sería saberlo todo, de una sola vez, acerca de la muerte.
EL HIJO
Un hombre de Lituania, que todas las mañana bebía un vaso de su propio esperma, quedó embarazado al cabo de dos años y dio a luz un varón rozagante al que bautizó con su mismo nombre. Pronto el niño resultó ser una copia fiel del padre, a tal punto que las fotos de infancia de uno y otro eran casi intercambiables, excepción hecha, claro está, de ciertas marcas de época como las ropas o los peinados. Con el correr del tiempo -mientras el niño inquiría inútilmente acerca de su madre-. el padre comprendió con desazón que este hijo sería incapaz de asombrarlo. Había soñado con una criatura que lo superase o al menos que lo enfrentase a novedosas inquietudes. Por el contrario, este hijo le devolvía una imagen tan igual (sus debilidades, sus virtudes, sus complejos, sus manías eran las suyas) que un día lo proclamó "el ser más predecible de este planeta" y se puso él mismo a sorprenderse, a hacer cosas risibles y estrafalarias, que hasta sus más cercanos allegados juzgaron inopinadas. Interrogado al respecto, el lituano respondía: "Tranquilos, no es nada serio. Tan sólo me he vuelto hijo".
UNA ESCUELA PERPETUA
-Y ni les cuento lo que vi hace algún tiempo en Pernambuco -dijo el hombre de anteojitos redondos que hasta entonces había guardado silencio-. Existe ahí una escuela con alumnos perpetuos. Algunos tipos tienen cincuenta, sesenta, incluso ochenta años y todavía no han dejado de estudiar porque los maestros, insensibles y exigentes, no quieren expedirles el diploma ni aprobarles los exámenes. Hay, por lo tanto, primer grado, segundo, tercero, cuarto y quinto... pero también vigésimo o trigésimo... Yo lo he visto: tipos que concurren a la escuela con sus hijos y otros, les juro, que siguen a pesar de que sus hijos ya egresaron. Los que se eternizan en las aulas acrecientan el rigor de los maestros. De esta forma, la escuela se convierte en una especie de trampa sin salida: cuanto más alto el grado, más cansados los alumnos y más impiadosos los docentes. Los que ahí mandan sostienen que "una escuela de prestigio no debe arrojar a la calle, así nomás, alumnos no del todo preparados". Yo digo que los maestros se equivocan. Tan exagerada es su postura que la escuela perpetua es más cruel y más implacable que el mundo.
"LA VIDA IMPOSIBLE" (2) - EDUARDO BERTI
Todo hombre quiere volver a parir a sus padres. Del intento fallido nacen hijos.
LA VIDA IMPOSIBLE
Dos niños de trece años, compañeros de escuela en la ciudad de Reykjavik, intercambiaron familias previo acuerdo, ya que cada cual prefería la del otro. Los padres han declarado a la prensa que este canje les resulta inaceptable. En todo caso, el problema es que los hijos, obcecados, amenazan con "hacerles la vida imposible" si no acceden a su pedido.
EL HOMBRE IGUAL
Los hombres iguales deambulan en busca de aquellos hombres a quienes deben su parecido. Cuando por fin un hombre igual encuentra a su modelo, se convierte de inmediato en el doble de otro hombre. A partir de allí, ese hombre pasa a ser su nuevo objeto de búsqueda. Algunos hombres iguales mueren a los cien años -es su edad límite- sin haber hallado a su original. Unos pocos existen que han llegado a ser en vida hasta veinte hombres iguales distintos. No se conocen casos de hombres iguales iguales a otros hombres iguales.
EDUARDO BERTI
Por más ocupado que esté, cada vez que llego a una ciudad que no es la mía busco en la guía telefónica para ver si existe alguien llamado igual que yo e intento, de ser así, fijar un encuentro. Sólo tres veces pude cumplir este plan hasta el final. Recuerdo especialmente a un homónimo italiano. Nos comprometimos que, de tener cada cual un hijo, le pondríamos desde luego el mismo nombre; y enseguida imaginamos a estos hijos, reunidos en un futuro en aquel café de Bologna, juramentándose la misma cosa.
"LA VIDA IMPOSIBLE" (1) - EDUARDO BERTI

TIRO EN LA NUCA
La silenciosa práctica del tiro en la nuca tiene, por supuesto, leyes rigurosas. Su territorio son los autobuses ciudadanos. El matador debe escoger un hombre para nunca moverse del asiento a sus espaldas. Sólo una cadena de casualidades hace posible la así llamada “situación de disparo”, que ocurre cuando el matador queda sentado tras el último viajante. Los choferes son cómplices, fingen que nada ven, pero en el fondo alimentan el olfato de los matadores que adivinan quién será el último que querrá descender. Raramente se oye el disparo: son demasiadas las casualidades requeridas. Por eso es que bajamos tantos vivos del transporte público.
UNA CRIATURA DEL PASADO
El bisabuelo de mi amiga T., al cumplir los noventa y cinco años, empezó a hablar en pretérito. Decía “fui al baño”, se incorporaba e iba. Decía “me fui a dormir”, se incorporaba e iba derecho a la cama. El anciano, afirma mi amiga, había cobrado entera conciencia de que no era sino “una criatura perteneciente al pasado”.
POR APROXIMACIÓN
Antes de cruzarme con algún conocido al que no he visto por años, los días previos empiezo a encontrarlo por aproximación. Esto significa que dos días antes me cruzo por azar con un extraño que me recuerda vagamente a este conocido, y horas más tarde, o un día después, vuelvo a cruzarme con otro extraño todavía más parecido a este amigo que anuncia así su reaparición.En ocasiones la aproximación es breve: una o dos caras similares y por fin el sujeto original. Pero en otras oportunidades la cadena se prolonga a tal punto que los eslabones finales, me refiero a los últimos transeúntes desconocidos, en la práctica resultan casi idénticos a aquel querido amigo. Varias veces he llegado a saludarme con uno de estos sosias. Otras he inferido que en verdad se trata de quien pienso, sólo que ya me ha olvidado o finge no reconocerme.
MATERNIDAD
Hace poco más de un año que las mujeres de cierta aldea rusa dan indefectiblemente a luz animales mamíferos en vez de niños. Superada la sorpresa, resignados a esta realidad todos los pobladores, a la pregunta “qué ha sido ¿una niña o un varón? sobrevino otra que apunta a averiguar la clase de animal que ha sido alumbrado, si perro o tigre, si gato o chimpancé. Las mujeres más envidiadas del pueblo son aquellas que paren algún animal doméstico, ya que sólo ellas -se estima- podrán desplegar sin mayores peligros todo su instinto materno.
FRAGMENTOS DE "ASÍ SE FUNDÓ CARNABY STREET" (2) - LEOPOLDO MARÍA PANERO

EL RAPTO DE LINDBERG
EL RETORNO DEL HIJO PRÓDIGO
¿No ha mirado Vd. nunca dentro del teléfono? Él sí lo hizo, y se dio cuenta de que al otro lado estaban las dos latas atadas por un hilo en Juegos y Pasatiempos del Tesoro de la Juventud. Sí, las latas y el hilo de cobre, se introdujo en el auricular como en un portal oscuro, llegó a su casa, algo tarde para merendar.
UN ÁNGEL PASÓ POR BROOKLIN
A los dos días fue detenido, y llevado a disposición del juez. Se trataba de un traficante de marihuana.
"LA CHICA DE LA FOTOCOPIADORA" - FABIÁN VIQUE
La chica de la fotocopiadora va perdiendo el alma a medida que fotocopia.
La chica de la fotocopiadora va perdiendo el alma a medida que fotocopia.
La chica de la fotocopiadora va perdiendo el alma a medida que fotocopia.
La chica de la fotocopiadora va perdiendo el alma a medida que fotocopia.
La chica de la fotocopiadora va perdiendo el alma a medida que fotocopia.
(Fabián Vique, Variaciones sobre el sueño de Chuang Tzu, 2009 )
"MÁS ALLÁ DE LA MEDIDA" - Varios autores

Editorial Gens (en su colección Guermantes) acaba de publicar una antología con los mejores microrrelatos de los 3.682 (procedentes de más de 40 países) presentados al I Premio Internacional de Microrrelatos Museo de la Palabra Fundación César Egido Serrano. Entre ellos está la obra ganadora (premiada con la nada desdeñable cantidad de 7.000 euros), las nueve finalistas y otras microficciones seleccionadas.
El microrrelato ganador es el siguiente:
"HACE DÍAS QUE LLUEVE". Por MARÍA SOLEDAD URANGA (ARGENTINA)
Hace días que llueve a cántaros. Y la gata se comió el último grillo que nos mantenía despiertos.
* * *
http://www.fundacioncesaregidoserrano.com/archivos/Premio%20Microrrelatos%20MdP%20web.pdf
P.D.: El II Premio ya está convocado...
"DOMICILIOS, 15" - Francisco Ferrer Lerín

"DOMICILIOS, 14" - Francisco Ferrer Lerín
Al morir el padre decidieron derribar la vieja casa y construir una nueva en el solar resultante. Para los tres hijos. Con una distribución vertical para que todos tuvieran que subir el mismo número de escalones. Sobre la puerta de entrada se instaló el primogénito, en el centro el mediano, y el tercer cuerpo lo ocupó el menor, que era ciego.
"DOMICILIOS, 16" - Francisco Ferrer Lerín
Compró las dos casas. Desahució al ocupante del local. Unió las viviendas por dentro. Y comenzó a excavar. En el patio interior que previamente hizo cubrir. Un terreno arenoso entre las rocas sobre las que descansan los cimientos del edificio. La primera palada el 30 de marzo de 2003. Al principio sacaba el producto de la excavación en bolsas de plástico. Y las vaciaba en el contenedor de la basura. Luego en una carretilla. Que volcaba en el remolque de su todo terreno. Y al vertedero municipal. Al sector que admite escombros.
Transcurridos siete años reviste ahora el gran boquete. Un boquete que adquiere forma de vivienda. De tres pisos de profundidad. Aluminio. Fibra. Y algo de madera. La temperatura constante. La renovación de aire resuelta. Sólo pendiente el espinoso asunto de los desagües. Pero hallará el método. Pablo es feliz. Su casa subterránea. De acceso secreto. Que sólo él conoce. Su casa tumba.
"EL LIBRO DE LOS ABRAZOS" - Eduardo Galeano

Fue a mediados de 1970, en el oriente de Cuba. El hombre estaba ahí, plantado en la puerta, esperando. Me disculpé. Le dije que poco entendía yo de marxismo, algo nomás, alguito, y que mejor consultaba a un especialista en La Habana.
- Ya me llevaron a La Habana -me dijo-. Allá me vieron los médicos. Y me vio el comandante. Fidel me preguntó: “Oye, ¿y lo tuyo no será ignorancia?”
Por comer vidrio, le habían quitado el carnet de la Juventud Comunista:
- Aquí, en Baracoa, me hicieron el proceso.
Trígimo Suárez era miliciano ejemplar, machetero de avanzada y obrero de vanguardia, de ésos que trabajan veinte horas y cobran ocho, siempre primero en acudir a voltear caña o tirar tiros, pero tenía pasión por el vidrio:
- No es vicio -me explicó-. Es necesidad.
Cuando Trígimo era movilizado por cosecha o guerra, la madre le llenaba la mochila de comida: le ponía algunas botellas vacías, para el almuerzo y la cena, y para los postres, tubos de luz en desuso. También le ponía unas cuántas lámparas quemadas, para las meriendas.
Trígimo me llevó a la casa, en el reparto Camilo Cienfuegos, de Baracoa. Mientras charlábamos, yo bebía café y él comía lámparas. Después de acabar con el vidrio, chupaba, goloso, los filamentos.
- El vidrio me llama. Yo amo al vidrio como amo a la revolución.
Trígimo afirmaba que no había ninguna sombra en su pasado. Él nunca había comido vidrio ajeno, salvo una vez, una sola vez, cuando estando muy loco de hambre le había devorado los anteojos a un compañero de trabajo.
CRÓNICA DE LA CIUDAD DE LA HABANA
Los padres habían huido al norte. En aquel tiempo, la revolución y él estaban recién nacidos. Un cuarto de siglo después, Nelson Valdés viajó de Los Angeles a La Habana, para conocer su país.
Cada mediodía, Nelson tomaba el ómnibus, la guagua 68, en la puerta del hotel, y se iba a leer libros sobre Cuba. Leyendo pasaba las tardes en la biblioteca José Martí, hasta que caía la noche.
Aquel mediodía, la guagua 68 pegó un frenazo en una bocacalle. Hubo gritos de protesta, por el tremendo sacudón, hasta que los pasajeros vieron el motivo del frenazo: una mujer muy rumbosa, que había cruzado la calle.
- Me disculpan, caballeros - dijo el conductor de la guagua 68, y se bajó. Entonces todos los pasajeros aplaudieron y le desearon buena suerte.
El conductor caminó balanceándose, sin apuro, y los pasajeros lo vieron acercarse a la muy salsosa, que estaba en la esquina, recostada a la pared, lamiendo un helado. Desde la guagua 68, los pasajeros seguían el ir y venir de aquella lengüita que besaba el helado mientras el conductor hablaba y hablaba sin respuesta, hasta quede pronto ella se rió, y le regaló una mirada. El conductor alzó el pulgar y todos los pasajeros le dedicaron una cerrada ovación.
Pero cuando el conductor entró en la heladería, produjo cierta inquietud general. Y cuando al rato salió conun helado en cada mano, cundió el pánico en las masas.
Le tocaron la bocina. Alguien se afirmó en la bocinacon alma y vida, y sonó la bocina como alarma de roboso sirena de incendios; pero el conductor, sordo, como sinada, seguía pegado a la muy sabrosa.
Entonces avanzó, desde los asientos de atrás de laguagua 68, una mujer que parecía una gran bala decañón y tenía cara de mandar. Sin decir palabra, se sentó en el asiento del conductor y puso el motor en marcha. La guagua 68 continuó su recorrido, parando en sus paradas habituales, hasta que la mujer llegó a supropia parada y se bajó. Otro pasajero ocupó su lugar,durante un buen tramo, de parada en parada, y después otro, y otro, y así siguió la guagua 68 hasta el final.
Nelson Valdés fue el último en bajar. Se había olvidado de la biblioteca.
TEOLOGÍA /1
El catecismo me enseñó, en la infancia, a hacer el bien por conveniencia y a no hacer el mal por miedo. Dios me ofrecía castigos y recompensas, me amenazaba con el infierno y me prometía el cielo: y yo prometía y creía.
Han pasado los años. Yo ya no temo ni creo. Y en todo caso, pienso, si merezco ser asado a la parrilla, a eterno fuego lento, que así sea. Así me salvaré del purgatorio, que estará lleno de horribles turistas de clase media; y al fin y al cabo se hará justicia.
Sinceramente: merecer, merezco. Nunca he matado anadie, es verdad, pero ha sido por falta de coraje o de tiempo, y no por falta de ganas. No voy a misa los domingos, ni en fiestas de guardar. He codiciado a casi todas las mujeres de mis prójimos, salvo a las feas, y por tanto he violado, al menos en intención, la propiedad privada que Dios en persona sacralizó en las tablas de Moisés: No codiciarás a la mujer de tu prójimo, ni a su toro, ni a su asno? Y por si fuera poco, con premeditación y alevosía he cometido el acto del amor sin el noble propósito de reproducir la mano de obra. Yo bien sé que el pecado carnal está mal visto en el alto cielo; pero sospecho que Dios condena lo que ignora.
LOS NADIES
Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean. Que no hablan idiomas, sino dialectos. Que no profesan religiones, sino supersticiones. Que no hacen arte, sino artesanía. Que no practican cultura, sino folklore. Que no son seres humanos, sino recursos humanos. Que no tienen cara, sino brazos. Que no tienen nombre, sino número. Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local. Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.
EL HAMBRE /2
Un sistema de desvínculo: El buey solo bien se lame.
El prójimo no es tu hermano, ni tu amante. El prójimo es un competidor, un enemigo, un obstáculo a saltar o una cosa para usar. El sistema, que no da de comer, tampoco da de amar: a muchos los condena al hambre de pan y a muchos más condena al hambre de abrazos.
LA BUROCRACIA /1
En tiempos de la dictadura militar, a mediados de 1973, un preso político uruguayo, Juan José Noueched, sufrió una sanción de cinco días: cinco días sin visita ni recreo, cinco días sin nada, por violación del reglamento. Desde el punto de vista del capitán que le aplicó la sanción, el reglamento no dejaba lugar a dudas. El reglamento establecía claramente que los presos debían caminar en fila y con ambas manos en la espalda. Noueched había sido castigado por poner una sola mano en la espalda.
Noueched era manco.
Había caído preso en dos etapas. Primero había caído su brazo.
Después, él. El brazo cayó en Montevideo. Noueched venía escapando a todo correr cuando el policía que lo perseguía alcanzó a pegarle un manotón, le gritó: ¡Dése preso! y se quedó con el brazo en la mano. El resto de Noueched cayó un ańo y medio después, en Paysandú.
En la cárcel, Noueched quiso recuperar su brazo perdido:
- Haga una solicitud -le dijeron.
Él explicó que no tenía lápiz:
- Haga una solicitud de lápiz - le dijeron.
Entonces tuvo lápiz, pero no tenía papel:
- Haga una solicitud de papel - le dijeron.
Cuando por fin tuvo lápiz y papel, formuló su solicitud de brazo.
Al tiempo, le contestaron. Que no. No se podía: el brazo estaba en otro expediente. A él lo había procesado la justicia militar. Al brazo, la justicia civil.
LA BUROCRACIA /3
Sixto Martínez cumplió el servicio militar en un cuartel de Sevilla. En medio del patio de ese cuartel, había un banquito. junto al banquito, un soldado hacía guardia. Nadie sabía por qué se hacía la guardia del banquito. La guardia se hacía porque se hacía, noche y día, todas las noches, todos los días, y de generación en generación los oficiales transmitían la orden y los soldados la obedecían. Nadie nunca dudó, nadie nunca preguntó. Si así se hacía, y siempre se había hecho, por algo sería.
Y así siguió siendo hasta que alguien, no sé qué general o coronel, quiso conocer la orden original. Hubo que revolver a fondo los archivos. Y después de mucho hurgar, se supo. Hacía treinta y un ańos, dos meses y cuatro días, un oficial había mandado montar guardia junto al banquito, que estaba recién pintado, para que a nadie se le ocurriera sentarse sobre la pintura fresca.
"LA COLA" - Guillermo Samperio
