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«A GHOST STORY» (2017) - DAVID LOWERY

 ... como su propio nombre indica, A Ghost Story es una historia de fantasmas, pero no es ni mucho menos una historia de terror, de esas trufadas de sobresaltos. Es más bien una historia de amor, tristísima y contada desde el punto de vista de un fantasma —aquí radica su originalidad— que se muestra ante el espectador con una sábana encima y con dos agujeros a la altura de los ojos. Un fantasma a menudo inmóvil e inexpresivo que observa todo lo que acontece en el interior de la casa a la que de alguna manera ha quedado vinculado para siempre. A veces se asoma a la ventana y ve que hay otros fantasmas atrapados en otras casas, con los que incluso puede establecer una comunicación. Obviamente, no puede ser visto por los habitantes de esa casa encantada que solo alcanzan a percibir ciertas manifestaciones ocasionales: bombillas que se encienden o apagan, puertas que se abren, el sonido de un piano aporreado... o, en el peor de los casos, cuando el fantasma está enojado, en forma de objetos que salen volando y terminan hechos trizas. 
Para contar esta historia de amor interrumpido, su director, David Lowery, apuesta por un predominio de planos fijos y de silencios (de hecho la película no tiene demasiado diálogos), que ponen de manifiesto de una manera a veces asfixiante los sentimientos de los dos protagonistas de la película.
A Ghost Story reflexiona sobre la posibilidad del amor más allá de la muerte; sobre la capacidad de los sentimientos para resistir la erosión del paso del tiempo (en un momendo dado, un personaje algo ebrio hace una interesante reflexión sobre el arte, ejemplificada en la Novena de Beethoven, y su relación con Dios, y especula sobre el sentido último de ese arte); sobre si algo permanece cuando desaparece lo puramente físico y como ese algo sigue aferrándose de una manera desesperada a los sentimientos, a la memoria o incluso a elementos más materiales: un mensaje escrito en un papel y escondido en alguna grieta en el umbral de una puerta, una casa, un piano...
La fotografía es impecable, con algunos planos que parecen cuadros. Por ponerle un pero creo que hay secuencias en que sobra la música, aunque en otros momentos de la película está perfectamente colocada y enriquece la historia...

«FIVE EASY PIECES» (1970) - BOB RAFELSON

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 ...Five Easy Pieces, cuyo título algún traductor no exento de humor tradujo por Mi vida es mi vida, es una de esas películas extrañas que se quedan instaladas en la memoria del espectador. El protagonista es Robert Eroica Dupea, interpretado por Jack Nicholson, un personaje que aparenta llevar una vida de lo más prosaico, empalmando curros alimenticios, uno tras otro, sin saber muy bien qué va a ser de su vida. Bob es rudo, mujeriego, bebedor, jugador, vitriólico si se lo propone... trata a patadas a su novia, Rayette, una mujer tan bonita y buena persona como estúpida y aburrida y a la que además ha dejado embarazada. Y sin embargo el espectador intuye que la personalidad de Robert, un pianista talentoso pero frustrado cuyo nombre hace referencia a la sinfonia nº 3 de Beethoven, la Eroica, esconde algo que es mucho más interesante de lo que aparenta o pretende aparentar. Uno de esos tipos de personalidad compleja y atormentada que se pasan la vida huyendo de sí mismos, que han convertido su existencia en una perpetua road movie en su intento por desaparecer entre la masa.
Solo hacia el final de la película, cuando Robert vuelve al hogar familiar, una casa instalada en una isla, para ver a su padre enfermo y se reencuentra con su familia, de clase alta y dedicada a la música clásica, podemos comprender algo sobre su personalidad y las razones de su huida. Ese trayecto se convierte en un regreso al pasado. Especial mención al encuentro con el padre, con el que ya apenas es posible la comunicación, y eso suponiendo que alguna vez fuera posible tal comunicación; probablemente ahí radica parte del problema. No menos importante es el personaje de Catherine, la mujer de su hermano, con la que mantiene un breve pero intenso affaire que le hace replantearse su relación con los demás y reflexionar sobre su incapacidad de amar. Memorable también, por su ambigüedad, es el final de Five Easy Pieces...