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«VOCES ABANDONADAS» (Y 3) - ANTONIO PORCHIA

Extraídas del libro Voces Abandonadas, editado por Pre-Textos.

«VOCES ABANDONADAS» 
por ANTONIO PORCHIA

Segunda Serie (1948)

Todo hacer es un engaño, porque todo está hecho.
 
Tus cosas de niño, no tus cosas de hombre, alimentan tu alma de hombre.

Bastan, para enriquecer a un alma, todas las miserias de este mundo y una flor de este mundo.

El hombre se mueve, se mueve y sólo para creer que vive, porque el hombre necesita creer que vive.

¡Qué poco eres sin una flor, sin una estrella, sin un puñal!

Me enseñaron a ganarlo todo y no a perderlo todo. Y menos mal que yo me enseñé, solo, a perderlo todo.

Quisiera amar a alguien. Y amar es cuidar. Quisiera cuidar a alguien.

Hasta las flores para emanar sus perfumes han menester morirse un poco.

Vemos cómo son las cosas cuando las vemos como las ven los niños, sin el por qué de las cosas.

Si llamas buenos solamente a los buenos, ¿quién te llamará bueno?

Sin un porqué, todo parece desequilibrado, y con un porqué, todo parece un porqué.

El amor es una fea herida, pero se cubre de flores, y las flores son bellas.

Si haces algo, debes vencer la pereza que te da el hacer algo; si no haces nada, debes vencer el miedo que te da el no hacer nada. Debes vencer, y debes vencer siempre.

Todos pueden matarme, pero no todos pueden herirme.

Si estoy cerca de ti, me olvido del bien que hay en ti, y si estoy lejos de ti, me olvido del mal que hay en ti.

Creemos mucho en lo que sabemos, cuando es poco lo que sabemos.

He visto que un pequeñísimo grano de bien  y un infinito de mal son dos infinitos.

Vería tus ojos, si viera lo que ven tus ojos, no tus ojos, porque tus ojos son lo que ven tus ojos.

Voces inéditas

El tiempo que me demoro en vivir es exactamente el tiempo que me demoro en morir.

«VOCES ABANDONADAS» (2) - ANTONIO PORCHIA

Extraídas del libro Voces Abandonadas, editado por Pre-Textos.

«VOCES ABANDONADAS» 
por ANTONIO PORCHIA

Primera Serie (1943)

Lo infinito, cualquiera podría aniquilarlo en un instante.

Subir, subir y, alcanzada la cumbre, se contempla un abismo.

El sendero que sube es el mismo sendero cuando baja.

En mi último instante, toda mi vida durará un instante.

Cuesta al hombre un continuado esfuerzo ser un hombre más.

La vida duraría más si las cosas de la vida no durasen tanto.

Cuando el amor es fuerte, el más leve aletear lo espanta.

El alma que no encontré en ninguna parte hizo de todas las partes un alma.

La primavera del espíritu florece de invierno.

Donde el mal crece, el pequeño bien se agranda.

Nuestro débil hilo de afecto que tan fácilmente se rompe y que al romperse nos precipita en los abismos del mundo, sostiene el mundo.

El hombre es la obra efímera de su propia obra eterna.

Nuestros fríos hallan un hueco de calor en los cuerpos fríos.

Miles de soles lejanos no disipan la noche.

El ocaso de las primeras palabras comienza en las segundas palabras.

La quietud me agita y a veces me agita tanto que la necesito.

El dolor que se muestra o no es dolor o lo es mucho.

Si yo fuese más pequeño, ¡qué pequeña sería, a mi lado, una montaña!

El mundo parece ser una masa de receptáculos vacíos, devorándose a sí misma, para llenarse de receptáculos vacíos.

El esforzarse de unos para obtener lo que otros obtienen sin esfuerzo, envilece el esfuerzo.

Tu sangre es fuego y en tus ojos nieva.

Ser amado puede no ser lo peor, pero no es lo mejor.

Lo eterno es el producto de efímeras vidas.

Un alma que se expande al infinito, en la mano apenas es un hálito.

El hombre, punto luminoso de su propia noche, cuando quiere borrarla, se extingue.

Lo bello se halla removiendo escombros.

Lo amargo, cuando brota de una fuente dulce, es realmente amargo.

«VOCES ABANDONADAS» (1) - ANTONIO PORCHIA

Extraídas del libro Voces Abandonadas, editado por Pre-Textos.

«VOCES ABANDONADAS» 
por ANTONIO PORCHIA

Primera Serie (1943)

Lo amado, alguna vez es lo amable.

Si creyera que el sol no me mira un poco, no lo miraría.

Cuando algún dardo es lanzado para herirme, se encuentra con la herida hecha y… no puede herirme.

Quien es capaz de dar hasta su propia vida, no ha menester suicidarse.

Todo queda, como para burlarse del todo, que se ha ido.

A quienes no tienen más posibles es justo que se le perdonen algunos imposibles.

Quien ama a todos, ¿ama a alguien?

Las veces que hablo conmigo, algunas cosas no me las digo.

La vida es un mar, y su sabor, un sorbo.

Siempre estoy en los extremos de mí mismo y, en todos ellos, hallo mi término medio.

Quien no borra lo que le deben sus deudas, borra su alma.

Lo que sé «terminado», nunca termino de saberlo.

No se nos irían tantas cosas si, al irse, no vinieran otras.

Tu alma se liberó de toda clase de cerebros, pero no de las almas atadas a toda clase de cerebros.

Los años que he vivido de menos y los años que he vivido de más, suman… mi edad.

Me creo igual a todos. Sin embargo, esto de creerme igual a todos, me diferencia de todos.

Sabes por quién suspiras y por qué suspiras no lo sabes.

Si tienes un mundo, no lo pierdas buscando en él un mundo.

En mi viaje por esta selva de números que llaman mundo, llevo por guía un cero, a modo de linterna.

Cuando no puedo realizar nada, ¡cuánto realizo!

La vida se compone de varios actos, pero la hallamos en sus entreactos.

Donde no hay nada, puede perderse todo, que no se pierde nada.

Dejo pasar el tiempo sin oponerle ninguna resistencia.