«VOCES ABANDONADAS»
por ANTONIO PORCHIA
Primera Serie (1943)
Si creyera que el sol no me mira un poco, no lo miraría.
Cuando algún dardo es lanzado para herirme, se encuentra con la herida
hecha y… no puede herirme.
Quien es capaz de dar hasta su propia vida, no ha menester suicidarse.
Todo queda, como para burlarse del todo, que se ha ido.
A quienes no tienen más posibles es justo que se le perdonen algunos
imposibles.
Quien ama a todos, ¿ama a alguien?
Las veces que hablo conmigo, algunas cosas no me las digo.
La vida es un mar, y su sabor, un sorbo.
Siempre estoy en los extremos de mí mismo y, en todos ellos, hallo mi
término medio.
Quien no borra lo que le deben sus deudas, borra su alma.
Lo que sé «terminado», nunca termino de saberlo.
No se nos irían tantas cosas si, al irse, no vinieran otras.
Tu alma se liberó de toda clase de cerebros, pero no de las almas atadas a
toda clase de cerebros.
Los años que he vivido de menos y los años que he vivido de más, suman… mi
edad.
Me creo igual a todos. Sin embargo, esto de creerme igual a todos, me
diferencia de todos.
Sabes por quién suspiras y por qué suspiras no lo sabes.
Si tienes un mundo, no lo pierdas buscando en él un mundo.
En mi viaje por esta selva de números que llaman mundo, llevo por guía un
cero, a modo de linterna.
Cuando no puedo realizar nada, ¡cuánto realizo!
La vida se compone de varios actos, pero la hallamos en sus entreactos.
Donde no hay nada, puede perderse todo, que no se pierde nada.
Dejo pasar el tiempo sin oponerle ninguna resistencia.
Son palabras que hacen frases inasibles
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