Publicado por Javier Serrano en La República Cultural
Título original: Catastroika (2012)
Guión / Dirección: Aris Chatzistefanou, Katerina Kitidi
Asesor científico: Leonidas Vatikiotis
Música: Active Member, Ermis Georgiadis
Producción: Infowar Productions. Película producida con Licencias Creative Commons
Guión / Dirección: Aris Chatzistefanou, Katerina Kitidi
Asesor científico: Leonidas Vatikiotis
Música: Active Member, Ermis Georgiadis
Producción: Infowar Productions. Película producida con Licencias Creative Commons
Catastroika es la
segunda producción del equipo que dirigió Debtocracy, Aris
Chatzistefanou y Katerina Kitidi, donde hablan, una vez más, del problema
griego, pero analizando también diversos precedentes de situaciones parecidas
en otros lugares del mundo.
Naomi Klein (autora de los
libros No logo y La doctrina del shock, y
co-autora de la película La toma), el filósofo esloveno Slavoj
Žižek, el cineasta británico Kean Loach, amén de una pléyade de economistas,
periodistas, analistas, políticos de diferente signo, sindicalistas… aportan su
testimonio a este documental. La idea central de la que parte Catastroika es
de cómo en distintos lugares del mundo poderosos intereses económicos se han
aprovechado de la situación social, económica y política para intentar hacerse
más poderosos. Rusia, Alemania, Grecia, Estados Unidos, Francia, Chile,
Turquía… y tantos otros antes, son ejemplos de remates de empresas públicas que
funcionaban bien y que fueron privatizadas. La Escuela de Chicago haciendo su
apostolado por todo el mundo. Mantras universales: “privatizar los beneficios,
socializar las pérdidas”.
Primero es la ineptitud, cuando
no la corrupción, de los dirigentes de un país, aupados allí por la fuerza y la
legitimidad de los votos. Cuando el sistema hace que la situación económica se
vuelva crítica, entonces es el momento de endeudarse, y, como se dice en un
momento de la película, “la deuda se convierte en la excusa para empujar a
un país a su liquidación”. Es la hora de los mass-media adocenados
y apocalípticos, preparando a la opinión pública. Después, la venta inexorable,
“lógica”, de activos de un país, la privatización de lo público (“lo público
funciona peor”, otro mantra que a fuerza de ser repetido mil veces se acaba
instalando en la mente colectiva). ¿Quién pone coto a los intereses desbocados
de la bestia capitalista? La democracia, se supone. ¿Qué
ocurre cuando la bestia está en connivencia con los poderes
locales? Entonces, la democracia se convierte en un obstáculo para la bestia.
En Catastroika se analizan diversos casos donde hubo que hacer
un by-pass para sortear ese impedimento llamado “democracia”.
1993, Rusia, Boris Yeltsin atacando un parlamento que no le es afín en su
política de venta del país. Gran Bretaña, Margaret Tatcher luchando contra los
sindicatos para anular su presencia. La Treuhand alemana y su contribución al
desguace de la R.D.A.
“Tú juegas con la democracia,
pero cuando las cosas se ponen serias, los expertos deben hacerse cargo”,
en palabras del filósofo esloveno Slavoj Žižek. Presidentes democráticamente
elegidos son destituidos o abandonan el poder de manera misteriosa.
Su lugar es ocupado por tecnócratas, hombres procedentes de las finanzas, los
pirómanos ejerciendo de bomberos. Economías intervenidas por “hombres de
negro”. La mano negra del FMI, del BCE, de la Comisión Europea. El mundo
volviéndose de color salmón. Políticas aplicadas en Latinoamérica, África, se
vuelven como bumeranes y son ahora practicadas en la civilizada Europa.
La vida continúa, el
desmenuzamiento y la venta también: el ferrocarril (con su caótica
privatización en Gran Bretaña); el agua, con el alza de su precio en París tras
la venta del monopolio, o el referéndum italiano sobre su privatización; la
desregulación del mercado energético en California; compañías solventes siendo
sustituidas por contratistas; o, como dice Zizek a propósito de Bill Gates y su
compañía, con la privatización del espacio común, público, de internet.
Afortunadamente, en algunos lugares del mundo, el proceso se está revirtiendo:
empresas que pasaron a manos privadas están siendo recuperadas por el Estado.
Catastroika termina
con las palabras del filósofo Cornelius Castoriadis: “¿Será el hombre
moderno capaz de luchar contra su tendencia a ser pasivo, a permanecer en
silencio? Tucídides decía que: Es la libertad o la tranquilidad. Tienes que
elegir. Serás libre o estarás tranquilo. No puedes tener ambas cosas”.
Catastroika es un
documental rodado en alta definición y con financiación colectiva conseguida a
través de Licencias Creative Commons. Su proyección en los cines es más que
dudosa, pero se puede ver en internet.
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