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«DESENMASCARANDO LA TORTURA DE JULIAN ASSANGE» - NILS MELZER

DESENMASCARANDO LA TORTURA DE JULIAN ASSANGE
Por Nils Melzer, relator especial sobre tortura de la ONU.
En el Día Internacional en Apoyo de las Víctimas de Torturas, 26 de junio de 2019.

Texto extraído de Medium.com y traducido por Javier Serrano.
Julian Assange
 
Puede que creas que estoy equivocado, pues ¿cómo podría la vida en una embajada con un gato y un patinete ser considerada una tortura? Eso es justamente lo que pensé yo también cuando Assange acudió a mi despacho buscando protección. Como la mayoría de la gente, había sido intoxicado de manera subconsciente por la incesante campaña de difamación propagada durante años. Así que fue necesaria una segunda llamada para atraer mi reticente atención. Investigados los hechos, lo que encontré me llenó de repulsión e incredulidad.
Seguramente, pensé, Assange debe de ser un violador. Pero lo que descubrí es que jamás había sido acusado de un delito sexual. Lo que sí es verdad es que justo después de que Estados Unidos hubiera animado a sus aliados a buscar motivos para perseguir a Assange, dos mujeres fueron noticia en Suecia. Una de ellas aseguraba que Assange había desgarrado un preservativo, y la otra, que se había negado a ponerse un condón; en ambos casos se trataba de una relación consentida (en cualquier otro idioma distinto del sueco, estos supuestos no se considerarían «violación»). Eso sí, cada mujer envió un condón como prueba. El primero, supuestamente usado y desgarrado por Assange, no reveló ningún rastro de ADN, ni de él, ni de ella, ni de nadie, ¡qué sorpresa! El segundo, usado pero intacto, supuestamente demostraba una relación «sin protección». Las mujeres llegaron a enviar mensajes diciendo que nunca habían tenido la intención de denunciar un crimen sino que fueron «empujadas» a hacerlo por una policía sueca demasiado diligente. ¡Qué raro!, una vez más. Desde entonces, suecos y británicos han hecho todo lo posible para evitar que Assange afronte estas acusaciones sin tener que exponerse al mismo tiempo a una extradición a Estados Unidos y, por consiguiente, a un juicio-espectáculo seguido de una probable vida entre rejas. Su último refugio fue la embajada ecuatoriana.
De acuerdo, pensé entonces, pero seguramente Assange debe de ser un hacker. Pero lo que encontré fue que toda la información revelada se la habían filtrado libremente, y que nadie lo había acusado de haber hackeado un solo ordenador. De hecho, el único cargo de hackeo que se podría usar en contra de él estaba relacionado con su supuesto intento fallido de ayudar a romper una contraseña que, de haberlo conseguido, podría haber ayudado a su fuente a borrar el rastro. Resumiendo: una cadena de hechos aislados, muy especulativa e ilógica, algo así como intentar perseguir a un conductor que pretende inútilmente sobrepasar los límites de velocidad pero que fracasa una y otra vez porque su coche no tiene demasiada potencia.
Nils Melzer
Bueno, pensé, al menos estamos seguros de que Assange es un espía ruso que interfirió en las elecciones en Estados Unidos y que de manera negligente provocó muertes. Pero todo lo que descubrí es que publicó de manera sistemática información verdadera y de indudable interés público sin traicionar la confianza, el deber o la lealtad. Sí, es cierto que reveló crímenes de guerra, corrupción y abuso, pero no hay que confundir seguridad nacional con impunidad del gobierno. Sí, es cierto que los hechos que destapó animaron a los votantes estadounidenses a informarse mejor a la hora de tomar decisiones, pero ¿acaso no es justamente eso la democracia? Sí, es cierto que existe un debate ético sobre la legitimidad de revelar información sin censurar, pero si realmente se ha causado un daño, ¿cómo puede ser que Assange y Wikileaks nunca hayan sido acusados de cometer un crimen y que nunca hayan afrontado demandas civiles reclamando una justa indemnización?
Pero seguramente (mi tono ahora es de súplica) Assange debe de ser un narcisista egoísta, deslizándose en monopatín dentro de la embajada ecuatoriana y embadurnando los muros con heces. Bueno, todo lo que me contó el personal de la embajada es que los inconvenientes inevitables de su estancia en las dependencias de la embajada se resolvieron con respeto mutuo y consideración. Esto cambió después de la elección del presidente Lenín Moreno, cuando de repente se dieron instrucciones a los empleados para levantar calumnias contra Assange, y en caso de no hacerlo serían sustituidos. El propio presidente Moreno se encargó de bendecir al mundo con sus chismorreos y de despojar personalmente a Assange de su asilo y ciudadanía sin el debido proceso judicial.
Al final me di cuenta de que había sido cegado por la propaganda, y que Assange había sido sistemáticamente difamado para distraer la atención de los crímenes que había expuesto. Una vez deshumanizado a través del aislamiento, el ridículo y la vergüenza, como cuando se quemaba a las brujas en la hoguera, fue fácil privarle de sus derechos más fundamentales sin provocar la indignación del mundo. Y así es como se sienta un precedente legal, de manera subrepticia y contando con nuestra propia complacencia, que en el futuro podrá ser utilizado convenientemente por The Guardian, New York Times y ABC News para otros casos de filtraciones.
Muy bien, pero ¿qué tiene que ver la calumnia con la tortura? Bueno, esto es un asunto delicado. Lo que puede parecer un simple «ataque personal» en un debate público, rápidamente se convierte en «linchamiento» cuando se usa contra alguien que está indefenso, e incluso en «persecución» si el Estado también se involucra. Basta añadir determinación y sufrimiento extremo, y lo que se consigue es una total tortura psicológica.
Sí, es cierto que vivir en una embajada con un gato y un monopatín puede parecer un trato de favor si te crees el resto de mentiras. Pero cuando nadie recuerda la razón del odio que estás padeciendo, cuando nadie quiere escuchar la verdad, cuando ni los tribunales ni la prensa persiguen que los poderosos tengan que rendir cuentas, entonces tu refugio es como una barca de goma en medio de un mar lleno de tiburones, y ni tu gato ni tu monopatín te salvarán la vida.
Puede que todavía te estés preguntando, ¿por qué dedicar tanto esfuerzo con Assange cuando tantos otros son torturados por todo el mundo? Porque no se trata solo de proteger a Assange, sino de evitar un precedente que probablemente marcará el destino de las democracias occidentales. A partir de ahora contar la verdad se convertirá en un crimen, mientras los poderosos disfrutan de impunidad, y será demasiado tarde para corregir el rumbo. Habremos entregado nuestra voz a la censura y nuestro destino a una tiranía sin control.
Esta página de opinión fue ofrecida para su publicación a The Guardian, The Times, Financial Times, The Sydney Morning Herald, The Australian, The Canberra Times, The Telegraph, The New York Times, The Washington Post, Thomson Reuters Foundation y Newsweek.
Ninguno respondió favorablemente.

Nils Melzer