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ANTOLOGÍA DE GERVASIO SÁNCHEZ EN C.S. TABACALERA

Publicado por Javier Serrano en La República Cultural

"Niñas tras el cristal de un coche", de Gervasio Sánchez

Cuando uno penetra en el patio del edificio de Tabacalera lo primero que escucha es el sonido vívido de un bombardeo (una grabación hecha por el propio Gervasio Sánchez en medio de un Sarajevo sitiado). Si a eso unimos el aspecto algo ruinoso y decadente del espacio tenemos la escenografía ideal para esta exposición, un acercamiento al oficio del reportero de guerra. Bienvenido al infierno.
En B/N o a color, las fotografías del francotirador Gervasio Sánchez, Premio Nacional de Fotografía (2009), se reparten por distintas salas dentro del espectacular edificio de Tabacalera. En algunas de esas salas se ofrece además la posibilidad de contemplar las imágenes en vídeo, mientras de fondo se sigue escuchando el bombardeo (ya algo más lejano o como si remitiera) y el beat de la música electrónica.
Las 148 fotos (63 en color y 85 en B/N) están organizadas en cinco temas:
América Latina (1984-1992) que cubre conflictos en El Salvador, la Nicaragua sandinista, Guatemala, el Chile de Pinochet, Panamá tras el desembarco estadounidense, o países tan violentos en aquellos años como Perú o Colombia. Pese a no tener profundos conocimientos de fotografía, Gervasio Sánchez se echa al camino, impelido por la injusticia y por la necesidad de mostrar el drama, de que quede constancia de lo que ocurrió. Es el periodo de formación, con viajes financiados por el propio fotógrafo gracias a largos veranos trabajando como camarero.
Balcanes (1991-1999) se centra en la desmembración de la antigua Yugoslavia, ante la mirada impotente de Europa y del mundo, y el posterior repunte en 1998 con la guerra de Kosovo. El fotógrafo ya puede vivir de sus reportajes.
África (1994-2004) indaga en el genocidio y el cólera en Ruanda, el hambre en Sudán, las mutilaciones, los niños soldado…
"Alia y Sofia", de Gervasio Sánchez
Vidas minadas (1995-2007) es un trabajo centrado en los efectos de las minas antipersona, en las mutilaciones sufridas por víctimas inocentes (daños colaterales, en la nueva jerga para conflictos bélicos). La contemplación directa por parte del espectador de esos espacios en blanco que antes fueron miembros humanos tiene un impacto terrible, eficaz también. Nunca antes fue tan cierto aquello de que una imagen vale más que mil palabras. Si todavía alguien se pregunta qué es una mina antipersona, que venga a la exposición y eche un vistazo a estas fotografías. Para hacer más cercano el drama, el francotirador Sánchez se centra en tres casos concretos de vidas minadas, ocurridos en distintos y alejados lugares del mundo, pero unidos por una causa común: la estupidez de todo conflicto bélico. Podría pensarse que las del camboyano Sokheurm Man, el bosnio Adis Smajic y la mozambiqueña Sofia Elface Fumo, son vidas amputadas, y en origen así es. Sin embargo y entre todo este infierno, las imágenes que Sánchez ha hecho de los tres en diferentes periodos de su existencia nos muestran la capacidad del ser humano para seguir viviendo pese a todo el horror y el daño sufrido, son toda una exaltación de la vida.
Conviene recordar, y Gervasio Sánchez suele hacerlo sin pelos en la lengua, que muchas de las armas utilizadas en las zonas de conflicto son fabricadas y vendidas por los civilizados países occidentales, incluido el nuestro, España, cuyos presidentes (desde la Transición y sin excepciones) se han permitido la hipocresía de denunciar ciertos conflictos y al mismo tiempo dejar que se vendieran armas destinadas a ellos.
Desaparecidos (1998-2010). El drama de los desaparecidos es una vieja obsesión de Gervasio Sánchez ya desde sus primeras fotografías en 1984. ¿Cómo se fotografía a un desaparecido, a alguien que ya no está? En cierto modo, este trabajo y el de Vidas Minadas tienen mucho en común: retratar lo que ya no está. ¿Puede haber un drama peor que el que rodea a un desaparecido, a alguien que no sabemos si vive o está muerto? ¿Debemos seguir esperando?, ¿olvidar?, ¿buscar? En este proyecto la mirada del francotirador también se dirige a su propio país, España, hacia los que desaparecieron durante la Guerra Civil y la posterior represión, hacia esos que algunos de nuestros dirigentes consideraron que era oportuno no volver la vista sobre ellos, y que sin embargo siguen ahí, como si esperaran. ¿Puede haber un drama peor que el que rodea a un desaparecido, a alguien que no sabemos si vive o está muerto? ¿Debemos seguir esperando?, ¿olvidar?, ¿buscar?
Gervasio Sánchez ya está preparando las maletas para su siguiente destino: Afganistán.