LA OBRA

Los 21 días de un neurasténico es también, como afirma Eugène Montfort, «el grito de un hombre herido»
por una sociedad presa de la locura, donde todo el mundo está loco, tanto los «locos
oficiales», como los ciudadanos normales,
debidamente atontados por la santa trinidad (la familia, la escuela y la Iglesia),
y que son locos si cabe más peligrosos por todo lo que ignoran.
Por estas páginas deambulan especímenes peculiares de «la animalidad
humana», grotescos o inquietantes, maniacos, imbéciles, canallas, asesinos
y bandidos de todo tipo. Unos son ficticios y otros están extraídos de la élite
de la Tercera República francesa. Cada uno de ellos es el actor o el espectador
de historias extraordinarias y a menudo atroces, donde lo jocoso se mezcla con
lo horrible y lo absurdo con lo repugnante.
El humor, provocado por la ironía, lo absurdo de las
situaciones, las invenciones burlescas,
las comparaciones incongruentes, las gracias verbales, hace que el lector ría,
o al menos sonría, convirtiéndose así en la más eficaz de las terapias para
hacer más soportable la vida.
OCTAVE MIRBEAU

En sus novelas practica la técnica del collage y
transgrede los códigos de la credibilidad novelesca. Destacan El abad Jules, Memoria de Georges el amargado, El jardín de los suplicios y Diario
de una camarera. En sus dos últimas novelas, La 628-E8 y Dingo se
apartó aún más de la narración de tipo realista, haciendo protagonista de las
mismas, respectivamente, a su coche y a su perro. Entre sus obras de teatro
destacan Los malos pastores, Los negocios son los negocios y El
hogar.