En la obra de Andrés Trapiello, "Las armas y las letras", se puede leer lo siguiente en la pág. 340 en relación con Josep Pla:
"Sus crónicas parlamentarias se hicieron célebres y le sirvieron de base para futuros estudios sobre la República española, aunque sus idas y venidas entre los diputados tendrían para él más importancia desde un punto de vista personal, pues Pla utilizó en aquel tiempo su corresponsalía y conocimiento de los túneles del parlamentarismo para iniciarse en el difícil arte de la conspiración, y así se llegaría a saber, por Portela Valladares, presidente del Consejo de Ministros, que Pla le había venido en febrero de 1936 con la comisión de Gil Robles para implantar una dictadura.
También de esos mismos años republicanos se dijo, y Fontana lo recoge, sin confirmar, en su libro, que Pla habría intervenido anónimamente en los editoriales del semanario Arriba, en los primeros tiempos de la Falange, periódico en el que había colaborado ya con su firma.
Logró salir de Barcelona al estallar la guerra, en el momento en que la sometían las patrullas y checas de la FAI y el día en que un miembro del Comité de Palafrugell le advirtió que su vida corría peligro. Lo hizo con un pasaporte noruego, que le había facilitado el padre de su misteriosa mujer, cónsul de Suecia, que era en realidad un noruego. Sobre esa mujer, Adi Enberg, secretaria de Cambó y amante durante años de Pla, se dijeron después un gran número de cosas, todas de corte más o menos fantástico y novelesco, como que era espía, y otras, que apuntaban más a la realidad, como que había sido el gran amor de aquel misógino que fue el escritor ampurdanés. Pero tampoco. Su amor fue una mujer que a su vez tuvo su gran amor en un militar republicano, durante la guerra, quedándose Pla en un rincón, como suele suceder en los triángulos.
Con Adi Enberg embarcó en octubre de 1936 en el Anfá, un bajel que hacía la derrota Casablanca-Marsella, ciudad esta adonde se dirigieron."
(...)
y en la pág. 342 se lee:
También de esos mismos años republicanos se dijo, y Fontana lo recoge, sin confirmar, en su libro, que Pla habría intervenido anónimamente en los editoriales del semanario Arriba, en los primeros tiempos de la Falange, periódico en el que había colaborado ya con su firma.
Logró salir de Barcelona al estallar la guerra, en el momento en que la sometían las patrullas y checas de la FAI y el día en que un miembro del Comité de Palafrugell le advirtió que su vida corría peligro. Lo hizo con un pasaporte noruego, que le había facilitado el padre de su misteriosa mujer, cónsul de Suecia, que era en realidad un noruego. Sobre esa mujer, Adi Enberg, secretaria de Cambó y amante durante años de Pla, se dijeron después un gran número de cosas, todas de corte más o menos fantástico y novelesco, como que era espía, y otras, que apuntaban más a la realidad, como que había sido el gran amor de aquel misógino que fue el escritor ampurdanés. Pero tampoco. Su amor fue una mujer que a su vez tuvo su gran amor en un militar republicano, durante la guerra, quedándose Pla en un rincón, como suele suceder en los triángulos.
Con Adi Enberg embarcó en octubre de 1936 en el Anfá, un bajel que hacía la derrota Casablanca-Marsella, ciudad esta adonde se dirigieron."
(...)
y en la pág. 342 se lee:
"...Durante los meses que pasó en Marbella, dicen que se le veía serio, a menudo solitario, en el puerto. en los parques, en los cafés, devorando a todas horas las novelas de Simenon, al que Gide había celebrado como un nuevo Balzac, pero que por aquel entonces seguía siendo un escritor de polards sin prestigio. (...)
Con los meses, y después de la toma de Irún, la agencia de noticias de Cambó se convirtió, en verdad, en el SIFNE (Servicio de Información de la Frontera Norte de España), encabezado por Bertran i Musitu.
Mientras trabajaron para el SIFNE, Pla y Adi llevaban la cuenta de los barcos republicanos que entraban y salían de puerto, información que pasaban a los nacionales, para que estos trataran de bombardearles o simplemente para llevar la estadística, mercancías, cargamentos, conjeturas."
y en la pág. 346:
"Cuando, a finales de 1939, se estaba preparando por el general Yagüe la entrada en Barcelona, Pla se sumó a la comitiva al frente de la cual se encontraba, como jefe de la Propaganda, Ridruejo, que tenía un meditadísimo plan de ocupación, ingenuo e inviable, como se demostraría a las pocas semanas, consistente en oficios religiosos en la lengua vernácula y algún que otro discurso también en catalán. Más realistas fueron las bestiales palabras que Giménez Caballero, presente también en aquella avanzadilla de guerra, echó por delante en un artículo de aquellos días, como un tanguista: "¿Cataluña? La maté porque era mía". Ridruejo confesaría años después que una de sus más amargas decepciones políticas fue la prohibición de usar el catalán en la primera arenga que tenía pensado echar en cuanto pisaran la Diagonal.
Sin duda a Pla no le perdonarían nunca en su tierra haber formado parte de las tropas de Franco que entraron en la ciudad de Barcelona, aunque él, como buen payés, lo hiciera entre las de retaguardia, con gran discreción." (...)
"Con los años su carácter se fue haciendo cada vez más misantrópico, y parecía sometido a arrebatos de malhumor. Reaccionó furioso contra la Revolución de los Claveles de Portugal y la renovación democrática española, y eso ocasionó su salida de Destino, revista donde verdaderamente había escrito de todo, desde personales visiones del Vaticano o la guerra hasta líricas estampas sobre el paso del tiempo en su fértil y tramontanada tierra del Ampurdán. Luego supimos que la verdadera razón, lo cuenta Carlos Sentís en una bien traída semblanza, se debía a que el Banco de Portugal había congelado sus depósitos, y Pla, que tenía allí, bajo la custodia de un hermano suyo, unos millones ahorrados, no pudo sufrir la idea de quedarse sin ellos."
Sin duda a Pla no le perdonarían nunca en su tierra haber formado parte de las tropas de Franco que entraron en la ciudad de Barcelona, aunque él, como buen payés, lo hiciera entre las de retaguardia, con gran discreción." (...)
"Con los años su carácter se fue haciendo cada vez más misantrópico, y parecía sometido a arrebatos de malhumor. Reaccionó furioso contra la Revolución de los Claveles de Portugal y la renovación democrática española, y eso ocasionó su salida de Destino, revista donde verdaderamente había escrito de todo, desde personales visiones del Vaticano o la guerra hasta líricas estampas sobre el paso del tiempo en su fértil y tramontanada tierra del Ampurdán. Luego supimos que la verdadera razón, lo cuenta Carlos Sentís en una bien traída semblanza, se debía a que el Banco de Portugal había congelado sus depósitos, y Pla, que tenía allí, bajo la custodia de un hermano suyo, unos millones ahorrados, no pudo sufrir la idea de quedarse sin ellos."
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