Fragmentos de El escritor y sus fantasmas, de Ernesto Sabato, publicado por Seix Barral:
«LA MISTERIOSA CREACIÓN
«LA MISTERIOSA CREACIÓN
“Por inferior
que sea la obra al sueño ¿quién no la contempla estupefacto y pasivo? ¿Quién no
encuentra en ella cosas ignotas?” (Pavese)».
«LA PALABRA
EXACTA
“Quelle que
soit la chose qu'on veut dire, il n'y a qu'un mot pour l'exprimer, qu'un verbe
pour l'anirner et qu'un adjectif pour la qualifier. Il faut donc chercher
jusqu'a ce qu'on les ait découverts, ce mot, ce verbe et cet adjectif, et ne
jamais se contenter de l'a peu prés, ne jamais avoir recours á des
supercheries, méme heureuses, á des clowneries de langage pour éviter la
difficulté” (Maupassant)»
“Sea cual
sea lo que queremos decir, existe una sola palabra para expresarlo, un verbo
para animarlo y un adjetivo para calificarlo. Por lo tanto, es preciso buscar,
hasta descubrirlos, esa palabra, ese verbo y ese adjetivo, y no contentarse
nunca con algo aproximado, no recurrir jamás a superchería, aunque sean
afortunadas, a equilibrios lingüísticos para evitar la dificultad” (Maupassant, del prólogo
a "Pierre et Jean").
«DE LA COSA A LA
ANGUSTIA
Lanzado
ciegamente a la conquista del mundo externo, preocupado por el solo manejo de
las cosas, el hombre terminó por cosificarse él mismo, cayendo al mundo bruto
en que rige el ciego determinismo. Empujado por los objetos, títere de la misma
circunstancia que había contribuido a crear, el hombre dejó de ser libre, y se
volvió tan anónimo e impersonal como sus instrumentos. Ya no vive en el tiempo
originario del ser sino en el tiempo de sus propios relojes. Es la caída del
ser en el mundo, es la exteriorización y la banalización de su existencia. Ha
ganado el mundo pero se ha perdido a sí mismo.
Hasta que la
angustia lo despierta, aunque lo despierte a un universo de pesadilla.
Tambaleante y ansioso busca nuevamente el camino de sí mismo, en medio de las
tinieblas. Algo le susurra que a pesar de todo es libre o puede serlo, que de
cualquier modo él no es equiparable a un engranaje. Y hasta el hecho de
descubrirse mortal, la angustiosa convicción de comprender su finitud también
de algún modo es reconfortante, porque al fin de cuentas le prueba que es algo
distinto a aquel engranaje indiferente y neutro: le demuestra que es un ser
humano. Nada más pero nada menos que un hombre».
«EL GRAN
TESTIGO
La inmensa
mayoría escribe porque buscan fama y dinero, por distracción, porque meramente
tienen facilidad, porque no resisten la vanidad de ver su nombre en letras de
molde.
Quedan
entonces los pocos que cuentan: aquellos que sienten la necesidad oscura pero
obsesiva de testimoniar su drama, su desdicha, su soledad. Son los testigos,
es decir los mártires de una época. Son hombres que no escriben con
facilidad sino con desgarramiento. Son individuos a contramano, terroristas o
fuera de la ley.
Esos hombres
sueñan un poco el sueño colectivo. Pero a diferencia de las pesadillas
nocturnas, sus obras vuelven de esas tenebrosas regiones en que se sumieron y
siniestramente se alimentaron, son la expresión o presión hacia el mundo de
esas visiones infernales; momento por el cual se convierte en una tentativa de
liberación del propio creador y de todos aquellos que, como hipnotizados,
siguen sus impulsos y sus órdenes secretas. Motivo por el cual la obra de arte
tiene no sólo un valor testimonial sino un poder catártico, y precisamente por
expresar las ansiedades más entrañables de él y de los hombres que lo rodean.
Nada más
equivocado, pues, que pedirle a la literatura el testimonio de lo social o lo
político. Escribir en grande, simplemente es, sin más atributos. Pues si
es profundo, el artista inevitablemente está ofreciendo el testimonio de él,
del mundo en que vive y de la condición humana del hombre de su tiempo y
circunstancia. Y dado que el hombre es un animal político, económico, social y
metafísico, en la medida en que su documento sea profundo también será (directa
o indirectamente, tácita o explícitamente) un documento de las condiciones de
la existencia concreta de su tiempo y lugar.
DECIR LA
VERDAD Y TODA LA VERDAD
«La chose la plus difficile, quand on a commencé
d'écrire, c'est d'étre sincere. Il faudra remuer
cette idée et definir ce qu'est la sincérité artistique. Je trouve ceci,
provisoiremente: que jamais le mot ne precede l'idee. Ou bien: que le mot soit
toujours nécessité par elle; il faut qu'il soit irresistible, insupprimable, et
de même pour la phrase, pour l'oeuvre tout entiére. Et pour la vie entiére de
l'artiste, il faut que sa vocation soit irresistible; qu'il ne puisse pas ne
pas écrire.» (Gide.)
“Lo más
difícil, cuando se empieza a escribir, es ser sincero. Hay que abandonar esta
idea y definir lo que es la sinceridad artística. Se me ocurre,
provisionalmente: que jamás la palabra preceda a la idea. O bien: que la
palabra sea siempre necesitada por ella; debe ser irresistible, insuprimible, y
lo mismo para la frase, y para la obra entera. Y para la vida entera del
artista, es necesario que su vocación sea irresistible; que no pueda no
escribir” (Gide).
EL OTRO OFICIO
DEL ESCRITOR
Si nos llega
dinero por nuestra obra, está bien. Pero escribir para ganar dinero es
una abominación. Esa abominación se paga con el abominable producto que así se
engendra».
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