ATENAS,
DESDE EL AIRE
Un músico
griego y su madre
De noventa años y
Enferma de
alzheimer
Suben a lo
alto de un edificio
Acuciados por
los acreedores
Hienas
armadas con legajos
La Ley
O el hombre
legislando
Contra el
hombre
¿Qué hacer?
Se pregunta
el músico desesperado
Piensa en
componer una canción
Un agónico
canto del cisne
Pero ni siquiera
las musas le fían
En cuanto a
la madre
Hace tiempo
que decidió
Evadirse de
todo
Parapetarse en
la demencia
No hay mejor
refugio
Que el olvido
El hombre
agarra a su madre
Y se acerca
a la cornisa
No habrá más miedo
En sus
rostros
Contemplan
Atenas por última vez
Al fondo, la
Acrópolis
“Aquí empezó todo”
Dice el
músico
La mujer no reconoce
Nada de sus
palabras
Tampoco esa ciudad
vieja y sucia
Que se
extiende bajo sus pies
Durante unos
breves segundos
Tomados de
la mano
Parecen volar
O eso cree
él
Son solo
unos segundos
De éxtasis aéreo
Luego vuelve
a imponerse
La lógica de
los mercados
A Antonis Perris y su madre, in memóriam
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