Los poemas que siguen pertenecen a la obra de Jim Morrison titulada Los Señores. Notas sobre la visión (1969), que, junto a otro de sus poemarios, Las nuevas criaturas (1968), aparece en un mismo volumen, Poemas I (Editorial Espiral/Fundamentos).
XXXIV
En 1832, Gropius asombraba a París con su pleorama. El público se había transformado en la tripulación de un barco que libraba una batalla. Fuego, gritos, marineros, ahogados.
XXXV
El cine ha evolucionado en dos caminos.
Uno es el espectáculo. Como la Fantasmagoria, su objetivo es la creación de un mundo sensorial totalmente sustituto.
El otro es el espectáculo sicalíptico, que pretende para su reino tanto la erótica como la natural observancia de la vida real, e imita el ojo de la cerradura o la ventana del voyeur sin necesidad de color, ruido, grandiosidad.
XXXVI
El cine descubre sus más fervorosas afinidades, no con la pintura, la literatura, o el teatro, sino con las diversiones populares -los cómics, el ajedrez, la baraja y el tarot, las revistas, y el tatuaje.
El cine no deriva de la pintura, la literatura, la escultura, el teatro, sino de la antigua magia popular. Es la manifestación contemporánea de una historia evolutiva de sombras, un encanto de las imágenes en movimiento, una creencia en la magia. Su linaje está entrelazado desde su más remoto origen con los sacerdotes y la brujería, una invocación a los fantasmas. Al principio, solo con la ligera ayuda del espejo y del fuego, los hombres hacían surgir oscuras y secretas visitas de las regiones de una mente enterrada. En estas sesiones, las sombras son espíritus que apartan el mal.
El espectador es un animal moribundo.
Invoca, mitiga, ahuyenta a los Muertos. De noche.
XXXVII
Por medio de la ventriloquia, los gestos, el juego con objetos, y todas las extrañas variaciones del cuerpo en el espacio, el chamán hacía señales de su "viaje" a un público que compartía la experiencia.
El chamán dirigía la sesión. Un pánico sensual, deliberadamente evocado por drogas, cánticos, bailes, lanza al chamán hasta el trance. La voz cambiada, movimiento convulsivo. Actúa como un loco. Estos profesionales histéricos, escogidos precisamente por su inclinación psicópata, fueron apreciados en otro tiempo. Mediaban entre el hombre y el mundo del espíritu. Sus viajes mentales establecían el punto crucial de la vida religiosa de la tribu.
XXXVIII
Principio de la sesión: curar la enfermedad. Un estado de ánimo podía apoderarse de un pueblo agobiado por acontecimientos históricos o muriendo en un viciado paisaje. Tratan de liberarse del destino, la muerte, el terror. Buscan la posesión, la visita de los dioses y los poderes, una reconquista de la fuente de la vida en manos de los poseedores demoníacos. La curación no se entresacaba del éxtasis. Curan la enfermedad o evitan su aparición, restablecen a los enfermos, y recuperan el alma, robada.
Es erróneo suponer que el arte necesita al espectador para ser. La película sigue girando sin los ojos. El espectador no puede existir sin ella. Asegura su existencia.
XLI
Novatos, miramos los movimientos de los gusanos de seda que excitan sus cuerpos en hojas mojadas y tejen húmedos nidos de pelo y miel.
Este es un modelo de nuestro líquido mundo en reposo disolviendo el hueso y derritiendo la médula abriendo poros tan grandes como ventanas.
El "extranjero" era considerado la mayor amenaza en las comunidades antiguas.
XLII
Metamorfosis. Un objeto es aislado de sus nombre, hábitos, asociaciones. Separado, se convierte solo en la cosa, en y por ella misma. Cuando esta desintegración en la pura existencia es alcanzada al final, el objeto es libre de convertirse sin fin en cualquier cosa.
El paciente dice "Primero veo un montón de cosas que bailan... después todo se va conectando
gradualmente".
XLIV
Los primeros cineastas, que -como los alquimistas- disfrutaban con la deliberada oscuridad sobre su arte, para ocultar sus habilidades a los mirones profanos.
Separa, purifica, reúne. La fórmula del Ars Magna, y su heredero, el cine.
La cámara es una máquina andrógina, una especie de hermafrodita mecánico.
En su retorta el alquimista repite la obra de la naturaleza.
XLV
Pocos defenderían una pequeña opinión de la alquimia como "madre de la química", y confundirían su verdadero propósito con aquellas artes externas de los metales. La alquimias es una ciencia erótica, implicada en los aspectos enterrados de la realidad, dirigida a purificar y transformar todo ser y materia. Lo cual no supone que las operaciones materiales se dejen de lado. El adepto se mantiene fiel tanto al trabajo místico como al físico.
Los alquimistas perciben en la actividad sexual del hombre una correspondencia con la creación del mundo, con el desarrollo de las plantas, y con las formaciones minerales. Cuando ven la unión de la lluvia y la tierra, ven en ello un sentido erótico, como la copulación. Y esto se extiende a todos los reinos naturales de la materia. Porque pueden imaginarse historias de amor entre las sustancias químicas y las estrellas, un romance entre las piedras, o la fertilidad del fuego.
XLVIII
Los Señores. Sucesos tienen lugar mas allá de nuestro conocimiento o control. Nuestras vidas son vividas por nosotros. Solo podemos tratar de esclavizar a otros. Pero gradualmente, las percepciones especiales se desarrollan. La idea de los "señores" empieza a formarse en algunas mentes. Debemos alistarlas en bandas de perceptores para recorrer el laberinto durante sus misteriosas apariciones nocturnas. Los señores tienen entradas secretas, y conocen disfraces. Pero se traicionan a sí mismos en nimios detalles. Demasiado destello de luz en los ojos. Un gesto equivocado. Una mirada demasiado larga y curiosa.
Los Señores nos apaciguan con imágenes. Nos dan libros, conciertos, galerías, espectáculos, cines. Especialmente cines. A través del arte nos confunden y nos ciegan a nuestra esclavitud. El arte adorna las paredes de nuestra prisión, nos mantiene en silencio, distraídos e indiferentes.
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