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En julio de 1968, en el yermo páramo cultural español se produjo un hecho extraordinario: la actuación de la Jimi Hendrix Experience en Palma de Mallorca. Esto fue posible gracias a que su mánager, Michael Jeffrey, un verdadero capo a todos los niveles, tenía negocios y propiedades en la isla. El primer concierto tuvo lugar el 15 de julio en la inauguración de la discoteca Sgt. Peppers, ante un público compuesto en su mayoría por extranjeros. Las canciones interpretadas fueron: Hey Joe, The Burning of the Midnight Lamp, Purple Haze, The Wind Cries Mary y Wild Thing. Tres días después, el 18 de julio, la Experience volvió a tocar, en formato jam, interpretando Lucille y Johnny B. Goode.
Los miembros del grupo mallorquín Z-66, liderado por el cantante Lorenzo Santamaría, tuvieron la oportunidad de compartir el escenario con la Experience al completo, quedando, como es obvio, alucinados. No menos sorprendente fue la gran destreza que el bajista, Noel Redding, desplegó a la hora de tocar la guitarra, el instrumento con que había iniciado su carrera musical.
El evento no tuvo una excesiva repercursión en los medios. Para ellos lo más memorable fue que Jimi Hendrix, durante una de las dos actuaciones, rompió parte del techo de la discoteca con el mástil de su guitarra.
Hay un cortometraje que narra estos hechos, Niño vudú (Toni Bestard, 2004), donde se entremezcla la biografía del genial guitarrista con el veraneo de Pablo, el protagonista, en su particular rito de iniciación en la isla para convertirse no ya en un hombre, sino en todo un dios, como Ocaña, Kubala o John Wayne…
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