Extraído de "Un capítulo sobre sueños" de Robert Louis Stevenson.
"Y en cuanto a esta Gente Menuda, confesaré que no son otra cosa que mis Brownies, ¡Dios los bendiga!, que hacen para mí la mitad de mi trabajo mientras duermo a pierna suelta y que, con toda la verosimilitud humanamente presumible, igual hacen para mí también el resto cuando estoy bien despierto y orgullosamente supongo haberlo hecho por mí mismo. La parte que se fragua mientras yo estoy durmiendo es enteramente de los Brownies, sin que en esto haya lugar a discusión; mas la que se lleva a cabo cuando estoy levantado no es en modo alguno necesariamente mía, pues todo parece indicar que, incluso entonces, los Brownies ponen una mano en ella. Aquí surge una duda que concierne en buena medida a mi consciencia. Porque yo mismo -lo que yo llamo yo, mi ego consciente, el habitante de la glándula pineal a menos que haya cambiado su residencia desde Descartes, el hombre con las consciencia y la cuenta bancaria en alza y en baja, el hombre con sombrero y botas, y con el privilegio de votar para que no salga su candidato en las elecciones generales-, me siento a veces tentado a suponer que no soy en absoluto un narrador de historias, sino una criatura con no mayor entidad que la de un fabricante de quesos o incluso la de un queso, y un realista hundido hasta las cejas en la actualidad; de suerte que, visto así, mis publicaciones de ficción deberían ser en su totalidad producto de la mano de algún Brownie, algún familiar e invisible colaborador al que mantengo confinado en un desván, mientras yo cosecho todos los elogios y sólo le dejo compartir (pues no puedo evitar que lo coja) un trozo de pudding. Soy un asesor excelente, algo así como el sirviente de Molière; corrijo y elimino; y revisto el conjunto con las mejores palabras y frases que puedo encontrar y construir; también sostengo la pluma; y, lo peor de todo, me siento ante el escritorio; hecho todo lo cual, envuelvo el manuscrito y pago la patente; de manera que, en suma, me asisten ciertas razones para participar, aunque no en tan grande medida como lo hago, de los beneficios de nuestra común empresa."
"Y en cuanto a esta Gente Menuda, confesaré que no son otra cosa que mis Brownies, ¡Dios los bendiga!, que hacen para mí la mitad de mi trabajo mientras duermo a pierna suelta y que, con toda la verosimilitud humanamente presumible, igual hacen para mí también el resto cuando estoy bien despierto y orgullosamente supongo haberlo hecho por mí mismo. La parte que se fragua mientras yo estoy durmiendo es enteramente de los Brownies, sin que en esto haya lugar a discusión; mas la que se lleva a cabo cuando estoy levantado no es en modo alguno necesariamente mía, pues todo parece indicar que, incluso entonces, los Brownies ponen una mano en ella. Aquí surge una duda que concierne en buena medida a mi consciencia. Porque yo mismo -lo que yo llamo yo, mi ego consciente, el habitante de la glándula pineal a menos que haya cambiado su residencia desde Descartes, el hombre con las consciencia y la cuenta bancaria en alza y en baja, el hombre con sombrero y botas, y con el privilegio de votar para que no salga su candidato en las elecciones generales-, me siento a veces tentado a suponer que no soy en absoluto un narrador de historias, sino una criatura con no mayor entidad que la de un fabricante de quesos o incluso la de un queso, y un realista hundido hasta las cejas en la actualidad; de suerte que, visto así, mis publicaciones de ficción deberían ser en su totalidad producto de la mano de algún Brownie, algún familiar e invisible colaborador al que mantengo confinado en un desván, mientras yo cosecho todos los elogios y sólo le dejo compartir (pues no puedo evitar que lo coja) un trozo de pudding. Soy un asesor excelente, algo así como el sirviente de Molière; corrijo y elimino; y revisto el conjunto con las mejores palabras y frases que puedo encontrar y construir; también sostengo la pluma; y, lo peor de todo, me siento ante el escritorio; hecho todo lo cual, envuelvo el manuscrito y pago la patente; de manera que, en suma, me asisten ciertas razones para participar, aunque no en tan grande medida como lo hago, de los beneficios de nuestra común empresa."
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