El niño engordaba a
fuerza de gomas de borrar.
Las estrellas viven con tan
gran holgura porque saben la cortesía suprema que es guardar las distancias.
La lima es el cepillo de
dientes de los metales.
El sostén es el antifaz
de los senos.
Lo importante no es tener
o no tener microbios, sino tenerlos amaestrados.
Al cine hay que ir bien
peinado, sobre todo por detrás.
Los negros tienen voz de
túnel.
Hay suspiros que comunican
la vida con la muerte.
La idiosincrasia es una
enfermedad sin especialista.
Los solares están soñando
ventanas.
Un tumulto es un bulto
que les sale a las multitudes.
La carcoma con su pequeño
sacacorchos va descorchando los muebles.
Los gatos se beben la
leche de la luna en los platos de las tejas.
Discóbolo: el que tira
más lejos una tapadera.
Aquella mañana los
pájaros cantaban al revés.
La eternidad envidia a lo
mortal.
La pulga hace guitarrista
al perro.
El látigo traza en el
aire la rúbrica del tirano.
El estornudo es la
interjección del silencio.
La ñ dice adiós con su
pañuelo a los niños y a los ñoños.
El ancla es la inicial
del pañuelo del mar.
La merluza es un pescado
hecho de rodajas.
Apretaba el secante como
si asfaltase las cartas.
El Creador guarda las
llaves de todos los ombligos.
Metía huevos en la
heladera y salían bolas de marfil.
El epitafio es la última
tarjeta de visita que se hace el hombre.
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