Publicado por Javier Serrano en La República Cultural
Título: Las
cosas. Una historia de los años sesenta
Autor: Georges Perec
Traducción: Josep Escué
Editorial: Anagrama
Primera edición: 1992
Formato: 13 x20 cm. 158 páginas
ISBN: 978-84-339-1183-X
Autor: Georges Perec
Traducción: Josep Escué
Editorial: Anagrama
Primera edición: 1992
Formato: 13 x20 cm. 158 páginas
ISBN: 978-84-339-1183-X
Las Cosas es el retrato de la pareja protagonista,
Jérôme y Sylvie, durante la primera mitad de la década de los 60 en París, en
un mundo que promete pero que no da nada, o muy poco. Sylvie y Jérôme, una
pareja de veinteañeros psicosociólogos (esto es, entrevistadores armados de
cuestionarios con preguntas sobre temas peregrinos), pequeñoburgueses, ni ricos
ni pobres, que luchan denodadamente por hacerse ricos lo más pronto posible,
por ocupar un lugar (siempre por encima del que realmente ocupan) que una y
otra vez se les esfuma.
En el mundo material en
el que se enmarca la novela (que podría ser perfectamente nuestro mundo actual
y en declive) uno se define por aquello que posee. Es por ello que el autor
describe, con frecuencia a través de interminables series de objetos, las cosas
que los protagonistas desearían tener, contraponiéndolas a las que realmente
tienen; brecha irresoluble, origen de su eterna infelicidad.
El mundo de Jérôme y
Sylvie se reduce a un pequeño apartamento de 35 metros cuadrados, atestado de
cosas, libros, discos, muebles, que amenazan con asfixiar a la pareja, mucho
más todavía cuando se enfadan entre sí (cada vez que la realidad les pone los
pies en el suelo) y los silencios se llenan de rencor.
En sus ratos libres el
par de flâneurs “lonchafinistas” pasea por las calles de
París, a menudo por la noche cuando las tiendas están cerradas, y observan
embelesados lo que esas tiendas pueden ofrecerles para cuando sean ricos,
sintiendo una especial atracción por las tiendas de antigüedades y por todo lo
que huela a inglés.
Al igual que ellos, el
grupo de amigos que les rodea comparte inquietudes comunes: la afición por las
películas, las ocasionales borracheras, alguna que otra comida, momentos que
bordean la pobreza… De hecho, esos amigos también se hallan inmersos en un
dilema similar, que al final no es otro que la elección entre libertad y
riqueza. Y la riqueza exige el peaje previo del trabajo, “quien no trabaja
no come, es cierto, pero quien trabaja deja de vivir”. Sucede que a menudo
es el paso del tiempo, inexorable en su erosión de todo entusiasmo, el que
tiende a resolver la encrucijada.
Las cosas, aparte de retrato generacional, es también todo un
alegato en contra del consumismo. En palabras de Perec: “En el mundo en que
vivían, era casi de rigor desear siempre más de lo que se podía adquirir. No
eran ellos quienes lo habían decretado; era una ley de la civilización, una
situación real de la que la publicidad en general, las revistas, el arte de los
escaparates, el espectáculo de la calle, y hasta, en cierto aspecto, el
conjunto de las producciones llamadas comúnmente culturales, eran las
expresiones más normales”.
Como se ve (y a pesar de
que la novela vio la luz en 1965), el mensaje deLas cosas no solo
no ha perdido vigencia sino que en algunos momentos parece anticipar
acontecimientos futuros: “El enemigo era invisible. O, mejor dicho, estaba
en ellos, los había podrido, gangrenado, destrozado. Eran los que pagan el
pato. Criaturas dóciles, fieles reflejos del mundo que se mofaba de ellas.
Estaban hundidos hasta el cuello en una tarta de la que sólo obtendrían las
migajas”. ¿Les suena?
Les choses. Une
histoire des années soixante consiguió
el premio Renaudot. En cuanto a Georges Perec, qué decir de este factótum de
pelo y barba heteróclita: ensayista, dramaturgo, guionista de cine, poeta,
miembro de OuLiPo (Ouvroir de Littérature Potentielle), traductor, creador de
crucigramas…
Otras obras: La
vida instrucciones de uso; La desaparición, novela de intriga
donde no aparece la letra E; Je me souviens, libro que reúne “Me
acuerdos” en la línea de Joe Brainard; entre otras.
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