Texto extraído de la página 214 del
libro "Sueños de ácido" de Martin A. Lee y Bruce Shlain, Editorial
Castellarte.
"Los espectáculos callejeros son
rituales de desahogo, reivindicación territorial (la puesta de sol,
la circulación de vehículos, la alegría de la gente) a través del
espíritu", proclama un manifiesto de los Diggers. "Nadie
puede controlar el momento único del cortocircuito que insufla
realidad crítica al juego. Si rompemos el cristal y eliminamos la
distancia almohadillada de los medios de difusión, puede que los
pacientes ya nunca más respondan con normalidad. Se convertirán en
actores de la vida... un reparto de seres liberados"
(...)
Los Diggers irrumpieron en escena
durante el verano de 1966, al escindirse un grupo de actores de la
Troupe de Mimos de San Francisco para formar su propio colectivo
abierto.
(...)
Los Diggers habían tomado su nombre de
una comunidad agraria británica que durante el siglo diecisiete
había predicado y practicado una forma de comunismo revolucionario.
Los Diggers primigenios, que tenían la convicción de que l dinero y
la propiedad privada eran obra de Satán, exigían el derecho de
ocupación para la gente y proporcionaba comida gratuita a los
necesitados. (...)
Los Diggers nunca protestaron contra
nada y rechazaron dejarse seducir por las pretensiones románticas de
la Nueva Izquierda, cuya fe en la eficacia de cantarle las verdades
al Poder ponía en evidencia su propia ingenuidad. (...) Las
manifestaciones y las marchas pacifistas quizá suponían un escape a
las frustraciones personales, una dosis de solidaridad dirigida al
alivio temporal de la alienación, pero les parecía dudoso que tanto
despilfarro de retórica y denuncia pudiera cuajar en algún tipo de
cambio real.
(...)
Aunque las características exactas del
nuevo orden social nunca se habían articulado de forma consistente,
se podía comenzar por postular la abolición de la división entre
trabajo y ocio, de forma que la lógica del juego adquiriera de nuevo
preponderancia en los asuntos humanos. El suyo era un juego al que se
dedicaban para ganarse el sustento.
(...)
Para los Diggers, el LSD era una patada
de las gordas contra lo establecido y la manera de extender la propia
personalidad hasta el perímetro existencial donde algo espectacular
y formidable iba a producirse. (...) Pero nunca se aferraron a la
idea de que si todo el mundo "sintonizaba", las cosas irían
de primera. Las pijotadas trascendentales del Oracle les resultaban
chocantes por elitistas e insulsas y se mofaban de quienes tomaban
drogas para descubrir la verdad oculta y el misterio de la
existencia.
(...)
En contrapunto a la etérea filosofía
del amor de los Niños de las Flores, ellos propusieron una ética
que se oponía al absurdo al grito de ¡LIBRE! Cuando empezaron a
servir comida gratuita en el Panhandle durante el otoño de 1966, no
se trató de un ardid publicitario aislado, ya que de hecho,
semejante labor a los Robin Hood la llevaron a cabo de forma
cotidiana durante más de un año. Cualquier hippy (o carca, daba
igual) hambriento no tenía más que dejarse caer por el parque a las
cuatro de la tarde, cruzar un gran andamio de color naranja (un
"Marco de Referencia Gratuito") y a la manduca. También
montaron una tienda donde repartían de forma gratuita una gran
variedad de productos "liberados", la mayoría de los
cuales eran donación de los comerciantes de la zona. Incluso tenían
un cesto que contenía "dinero gratis", en caso de que
alguien anduviera escaso de efectivo. Desaprobaban absolutamente la
obtención de cualquier tipo de beneficio, tanto si se trataba de
venta de drogas como de souvenirs psiquedélicos durante la temporada
turística.
(...)
Este era el objetivo de las actividades
de los Diggers: convertir el teatro callejero en un arte, una ópera
social que encendiera y liberara el espíritu humano.
(...)
El anonimato era la piedra angular de
sus actividades y contribuía en gran medida a reforzar la mística
del grupo. Entre la docena de hombres y mujeres del grupo inicial no
había ni líder ni portavoz. (...) También sabían arreglárselas
para mantenerse al margen de la atención de los medios de
comunicación. Desconfiaban de la prensa no sólo porque
distorsionaba los hechos, sino porque encima se basaba en jerarquías
y ejercía de intermediario entre la gente y la realidad. (...) Los
Diggers tenían poca paciencia con los periodistas y se cachondeaban
de ellos cuando se les acercaban en busca de entrevistas.
Más información sobre los Diggers: http://www.diggers.org
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