"MIS CUATRO ESTACIONES" (4) - Hablando de Antonio Vega


Fragmentos extraídos del libro "Mis cuatro estaciones", de Juan Bosco (editorial Lunwerg). Anécdotas sobre cómo funciona el negocio de la música en España, y de algunos conciertos peligrosos.

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Pero si hay un concierto este año de 1980 que merece la pena resaltar, ése es sin duda el del 26 de septiembre en la plaza de toros de Vista Alegre en el que telonearon a nada más y nada menos que a Los Ramones. Los Nacha estaban temblando con ese concierto. Los Ramones era la banda de punk rock más famosa del mundo y ninguno de los macarras nacionales se quiso perder ese concierto. Estaba hasta la bandera y hubo incidentes en el exterior. Pero, al final, cumplieron y nadie les tiró una botella a la cabeza como esperaban. Además, sobre todo a Nacho y a Carlos, era un grupo que les había vuelto locos desde hacía muchos años y tener la oportunidad de tocar con ellos y conocerles fue algo muy especial.
Los que manejaban las cifras gordas de audiencia radiofónica, al menos musicalmente hablando, era Los 40, y los muy avispados se inventaron una manera infalible de ganar dinero que básicamente consistía en: si quieres salir en mi radio, me tienes que ceder un porcentaje de los derechos de autor, si no, apáñatelas como puedas en esas emisoras que no oye ni Dios y buena suerte chaval, porque como tú hay 50.000.
El 99 % de los grupos cedieron y así consiguieron multiplicar sus ventas y además que se les conociera a nivel nacional. El negocio estaba allí, la oportunidad también, pero Antonio tiene unas tragaderas bastante pequeñas y cuando le tocó ceder un 20 % de su Chica de ayer mandó todo el asunto al carajo.
Puede que fuera un acto de inmadurez, puede que no. Lo cierto es que casi todos pasaron por el aro y sus ventas se multiplicaron por diez. A la larga les resultó positivo pero es gracioso que tanta rebeldía acabara domada por el color del dinero. El poder del jurdó que diría un caló.

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La negativa de Antonio a ceder porcentajes se extendió también a otra exigencia de las radios: hacer un jingle, una versión de 30 o 40 segundos que facilita el meterlo como cuña en la radio. También se negó. Más que nada era una cuestión de principios pero las radios se lo tomaron como un problema de actitud y entre los periodistas, esas gentes tan propensas al rumor, los Nacha y especialmente Antonio comenzaron a tener fama de grupo difícil, poco tratable.

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Una vez nos llevó a tocar un tío, hace muchos años, cuando empezábamos los Nacha, a un pueblo del norte, no me acuerdo cuál. Él se había peleado la contratación y había convencido al empresario de ahí diciéndole que había una tía buenísima cantando en Nacha. El otro lo vio clarísimo: "Para las fiestas, para las fiestas". Me parece que era Calatayud. Llegamos ahí y tuvimos el primer marrón: "¿Dónde está la chica?" "¿Cómo que la chica?, aquí no hay ninguna chica." "¿Cómo que no hay ninguna chica? A mí me han dicho que hay una chica". "Pues es que no hay ninguna." "Pero ¿qué pasa, os vais a reír...?", en fin, ya marronazo. Cuando tocamos, eran las fiestas, todo el mundo borrachísimo y la gente parecía un campo de batalla. Algunos pocos en pie y todos los demás tirados por el suelo, totalmente muertos de borrachera, gente que llevaba de fiesta unos cuantos días, imagínate. Los que quedaban en pie nos empezaron a gritar que nos callásemos o que cantáramos Los pajaritos. Tuvimos que salir protegidos y de extranjis porque iban a por nosotros y nos mataban. Nos pincharon las ruedas de la furgoneta, nos rompieron los cristales, salimos vivos de milagro.

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