Fragmentos extraídos del libro "Mis cuatro
estaciones", de Juan Bosco (editorial Lunwerg). Anécdotas sobre cómo
funciona el negocio de la música en España, y de algunos conciertos peligrosos.
Página 131:
Pero si hay un concierto este año
de 1980 que merece la pena resaltar, ése es sin duda el del 26 de septiembre en
la plaza de toros de Vista Alegre en el que telonearon a nada más y nada menos
que a Los Ramones. Los Nacha estaban temblando con ese concierto. Los Ramones
era la banda de punk rock más famosa del mundo y ninguno de los macarras
nacionales se quiso perder ese concierto. Estaba hasta la bandera y hubo
incidentes en el exterior. Pero, al final, cumplieron y nadie les tiró una
botella a la cabeza como esperaban. Además, sobre todo a Nacho y a Carlos, era
un grupo que les había vuelto locos desde hacía muchos años y tener la
oportunidad de tocar con ellos y conocerles fue algo muy especial.
Los que manejaban las cifras gordas
de audiencia radiofónica, al menos musicalmente hablando, era Los 40, y los muy
avispados se inventaron una manera infalible de ganar dinero que básicamente
consistía en: si quieres salir en mi radio, me tienes que ceder un porcentaje
de los derechos de autor, si no, apáñatelas como puedas en esas emisoras que no
oye ni Dios y buena suerte chaval, porque como tú hay 50.000.
El 99 % de los grupos cedieron y
así consiguieron multiplicar sus ventas y además que se les conociera a nivel
nacional. El negocio estaba allí, la oportunidad también, pero Antonio tiene
unas tragaderas bastante pequeñas y cuando le tocó ceder un 20 % de su Chica de ayer mandó todo el asunto al carajo.
Puede que fuera un acto de inmadurez,
puede que no. Lo cierto es que casi todos pasaron por el aro y sus ventas se
multiplicaron por diez. A la larga les resultó positivo pero es gracioso que
tanta rebeldía acabara domada por el color del dinero. El poder del jurdó que
diría un caló.
Página 135:
La negativa de Antonio a ceder
porcentajes se extendió también a otra exigencia de las radios: hacer un jingle, una versión de 30 o 40
segundos que facilita el meterlo como cuña en la radio. También se negó. Más
que nada era una cuestión de principios pero las radios se lo tomaron como un
problema de actitud y entre los periodistas, esas gentes tan propensas al
rumor, los Nacha y especialmente Antonio comenzaron a tener fama de grupo
difícil, poco tratable.
Página 192:
Una vez nos llevó a tocar un tío,
hace muchos años, cuando empezábamos los Nacha, a un pueblo del norte, no me
acuerdo cuál. Él se había peleado la contratación y había convencido al
empresario de ahí diciéndole que había una tía buenísima cantando en Nacha. El
otro lo vio clarísimo: "Para las fiestas, para las fiestas". Me
parece que era Calatayud. Llegamos ahí y tuvimos el primer marrón: "¿Dónde
está la chica?" "¿Cómo que la chica?, aquí no hay ninguna
chica." "¿Cómo que no hay ninguna chica? A mí me han dicho que hay
una chica". "Pues es que no hay ninguna." "Pero ¿qué pasa,
os vais a reír...?", en fin, ya marronazo. Cuando tocamos, eran las
fiestas, todo el mundo borrachísimo y la gente parecía un campo de batalla.
Algunos pocos en pie y todos los demás tirados por el suelo, totalmente muertos
de borrachera, gente que llevaba de fiesta unos cuantos días, imagínate. Los
que quedaban en pie nos empezaron a gritar que nos callásemos o que cantáramos Los pajaritos. Tuvimos que
salir protegidos y de extranjis porque iban a por nosotros y nos mataban. Nos
pincharon las ruedas de la furgoneta, nos rompieron los cristales, salimos
vivos de milagro.
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