... Tore es un joven que vive con un grupo de punks en una casa okupada en Hamburgo. Este grupo de jóvenes se hace llamar Jesus Freaks y son unos devotos de Jesucristo. Cierto día Tore (interpretado de manera magnífica por un creíble Julius Feldmeier) ayuda a reparar de manera «milagrosa» la furgoneta de una familia, en la que el padre, Benno, le devolverá el favor días después abriéndole las puertas de su casa y acogiéndolo en su familia. La historia no nos revela en ningún momento detalles de la vida de Tore, es un joven sin pasado, poco sabemos de él, salvo que es un ser muy puro, quizás demasiado para la sociedad y los tiempos que le han tocado vivir, ingenuo y optimista. De vez en cuando sufre ataques epilépticos, es aficionado a la papiroflexia y por encima de todo es un fanático de la religión cristiana; se debe a Jesucristo, con el que cree estar en contacto directo y al que reza durante las comidas y por las noches. Poco a poco, Tore irá descubriendo que su nueva familia está lejos de lo que se supone que debe ser una familia. Benno, el padre, es un tirano, celoso, abusador, que ejerce su violencia sobre los que le rodean, incluido Tore, que cree que todo lo que le está pasando es una prueba a la que le está sometiendo su dios y que pase lo que pase («Nada malo puede pasar» cuando tienes a Dios de tu lado), ha de resistir y tener esperanza. Astrid, la esposa de Benno, y el hijo pequeño, Dennis, tampoco escapan a esa atmósfera de violencia que se respira en la casa, inexorable como una ley física que podría enunciarse como «la violencia genera violencia y siempre irá in crescendo», y también ejercen en mayor o menor medida maltrato sobre Tore. Se diría que el ser humano alberga un instinto violento del que no puede substraerse y que le empuja a ejercer esa violencia sobre otros seres más débiles. O quizás es la sociedad, competitiva y violenta, en la que vivimos la que nos empuja a ser así y se trata más bien de agredir o ser agredido y esa es la única elección posible. Solo Sanny, la hija mayor, parece ser diferente a los demás miembros, de hecho guarda una relación con ellos más bien distante. Pronto se siente atraída por Tore, con el que establece una suerte de relación muy casta, una mezcla de amor y compasión. Al joven Tore, por su parte, no parece importarle convertirse en una especie de moderno mártir con tal de conseguir lo que busca. ¿Y qué es lo que busca? ¿Tal vez el amor de Sanny? ¿Sentirse integrado dentro de una familia y ser querido por ella, aunque se trate de una familia desestructurada como la que le ha tocada en suerte? ¿Tal vez cree que con la ayuda de Dios («Teach me Lord» reza el tatuaje que Tore tiene en su espalda) puede contribuir a cambiar el mundo o hacer, al menos, que una pequeña parte de ese mundo decadente, pongamos una familia o un miembro de esa familia, pueda vivir mejor? ¿Qué puede hacer la religión, sea la que sea, en un mundo gobernado por el dinero, el poder y la violencia?
La película está estructurada en tres capítulos: Fe, Amor, Esperanza; probablemente inspirada en la frase extraída de la Biblia: «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor» (Corintios 13:13). Tore Tanzt, la ópera prima de Katrin Gebbe, es una cinta violenta como también lo son otras películas que abordan temas similares y con las que se percibe cierto parecido: La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick o dos de las películas del turbador Michael Haneke, Funny Games y Benny's video... La cinta está inspirada en hechos reales, en una noticia que leyó la directora y que hablaba de una pareja que había mantenido a un niño con discapacidad mental en su sótano durante meses en 2009, torturándolo hasta la muerte...
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