«EL FASCISMO ORDINARIO» (OBYKNOVENNYY FASHIZM) (1965) - MIKHAIL ROMM

El fascismo ordinario ... documental de 1965 y algo más de dos horas de duración, construido en su mayoría con imágenes rodadas por los nazis y fotografías incautadas a oficiales de las SS, incluso del archivo fotográfico personal de Hitler. Está estructurada en 16 capítulos, sobre los que planea la voz en off del director, el ruso Mikhail Romm, que es el encargado de hacer el montaje de esas imágenes —verdadera esencia de este filme— y hacer las veces de narrador. Romm nos comenta, a menudo con fino humor e ironía, lo que estamos viendo, cómo era la vida en la Alemania de aquella época, antes, durante y después del nazismo. Nos describe el origen de Hitler, su llegada al poder, el decidido apoyo de ciertos empresarios que luego recibieron un trato de favor durante la guerra: Krupp, Thyssen, Flick... Nos habla del modo en que el dictador manejaba a las masas, «con las masas hay que manejarse como con las mujeres», hay que apelar a los instintos más primarios y usar la fuerza si es necesario. Asistimos también a actos de exaltación fascista, como los desfiles, una de las estrategias de propaganda del nazismo para exhibir músculo, o la quema de libros de «autores indeseables». 
La película contiene imágenes curiosas, como esas que muestran la elaboración de una edición especial de Mein Kampf, la biblia del nazismo, con páginas de piel de ternero y cubiertas de acero, destinada a durar una eternidad, o esa otra secuencia donde un médico habla con una mujer que va a casarse en breve y el galeno le explica que las mujeres deben mostrarse sumisas, especialmente en el trato carnal con hombres de pura raza aria, no necesariamente sus maridos, para poder procrear niños puros, acordes al supremacismo ario.
Pero había también otra Alemania, nos cuenta Romm: la de la Revolución de Noviembre de 1918 y el asesinato de Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo o la de aquellos que se negaron a apoyar el loco proyecto de Hitler.
La banalidad del mal, esa de la que hablaba Hannah Arendt, o la cotidianidad del fascismo se muestra evidente en esas fotos que, a modo de recuerdos o de trofeos, guardan los oficiales nazis y que muestran todas las atrocidades que son capaces de perpetrar: ejecuciones, el gueto de Varsovia (del que no quedaron ni las cenizas), campos de concentración, cámaras de gas... 
En El fascismo ordinario, vemos cómo años después, Willy Brandt, el que fuera canciller de Alemania Occidental, invita a olvidar el nazismo, pues ya ha pasado mucho tiempo. Mikhail Romm nos advierte que aunque cambie la forma de las esvásticas, la esencia del fascismo no muta, y sigue ahí, acechante...

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