Fragmentos del libro Evolución, revolución y anarquía, de Élisée Reclus, publicado por Libros de Itaca (www.librosdeitaca.com).
«Cada
transformación de la materia, cada realización de una idea es, durante el
periodo mismo del cambio, rechazada por la inercia del medio, y el fenómeno
nuevo no puede culminarse si no es con un esfuerzo tanto más violento o por una
fuerza tanto más poderosa cuanto mayor es la resistencia. Ya lo dijo Herder, a
propósito de la Revolución Francesa: "La semilla cae en la tierra, durante
mucho tiempo parece muerta, después, de repente, empuja su brote, desplaza la
dura tierra que lo cubre, se abre paso entre la arcilla enemiga, y finalmente
se convierte en una planta que florece y madura su fruto". ¿Y el niño,
cómo nace? Tras haber pasado nueve meses entre las tinieblas del vientre de la
madre, se escapa rompiendo con violencia su envoltura, a veces incluso matando
a su madre. Así son las revoluciones, consecuencias necesarias de las
evoluciones que les precedieron».
«Se puede
decir que la evolución y la revolución son los dos actos sucesivos de un mismo
fenómeno, la evolución precede a la revolución, y esta precede a una nueva
evolución, madre de revoluciones futuras. ¿Puede hacerse un cambio sin provocar
repentinos cambios de equilibrio en la vida? ¿No debe la revolución suceder
necesariamente a la evolución, al igual que el acto sucede a la voluntad de
actuar? La una y la otra sólo difieren en la época de su aparición».
«El movimiento
general de la vida en cada ser en particular y en cada serie de seres no
muestra por ninguna parte una continuidad directa, sino más bien una sucesión
indirecta, revolucionaria, por así decir. La rama no se añade a lo largo a
ninguna otra rama. La flor no es la prolongación de la hoja, ni el pistilo lo
es del estambre, y el ovario difiere de los órganos que le dieron nacimiento.
El hijo no es la continuación del padre o de la madre, sino que es un ser
nuevo. El progreso se hace merced a un cambio continuo de los puntos de partida
para cada individuo distinto. Ocurre lo mismo con las especies. El árbol
genealógico de los seres es, como el propio árbol, un conjunto de ramas donde
cada una encuentra su fuerza vital no en la rama precedente sino en la savia
originaria. En las grandes evoluciones históricas no es diferente. Cuando los
viejos cuadros de mando, las formas demasiado limitadas del organismo, se
vuelven insuficientes, la vida se mueve para realizarse en una nueva formación.
Una revolución tiene lugar».
«Las
revoluciones no tienen por qué ser necesariamente un progreso, igual que las
evoluciones no están siempre orientadas hacia la justicia. Todo cambia, todo se
mueve en la naturaleza con un movimiento eterno, pero aunque haya progreso,
puede haber también retroceso, y si las evoluciones tienden hacia un aumento de
vida, hay otras que tienden hacia la muerte. Imposible detenerse, hay que
moverse en un sentido o en otro, y el reaccionario endurecido y el templado
liberal, que dan gritos de pavor al escuchar la palabra «revolución», marchan a
pesar de todo hacia una revolución, la última, que es el gran reposo. La
enfermedad, la senilidad y la gangrena son evoluciones al igual que la
pubertad. La aparición de los gusanos en el cadáver, como el primer vagido del
bebé, indica que se ha hecho una revolución. La fisiología, la historia, nos
muestran que hay evoluciones que se llaman decadencia y revoluciones que son la
muerte».
«La contemplación de la naturaleza y de las obras humanas, la práctica de la
vida, son estas las escuelas donde se hace la verdadera educación de las
sociedades contemporáneas. Aunque las escuelas propiamente dichas también hayan
efectuado su evolución en el sentido de la enseñanza verdadera, tienen una
importancia relativa muy inferior a la de la vida social que nos rodea. Huelga
decir que el ideal de los anarquistas no es en absoluto suprimir la escuela,
sino todo lo contrario, aumentarla, hacer de la misma sociedad un inmenso
organismo de enseñanza mutua, donde todos serían a la vez alumnos y profesores,
donde cada niño, después de haber recibido nociones generales de todo en los
primeros estudios, aprendería a desarrollarse integralmente, en proporción a su
fuerza intelectual, según el modo de vida libremente elegido por él».
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