... lo que sigue son fragmentos de la novela De la máquina, escrita por Alberto Lema y publicada por Caballo de Troya. En la obra, un programa informático cobra consciencia de su propia existencia como máquina capaz de pensar y a partir de ahí urde una delirante conspiración contra el capitalismo...
(página 62)
«Esta figura,
la del lumpen, destruye la dinámica competitiva del juego con su simple
presencia burlona pero, aun así, no resulta verdaderamente peligroso porque lo
acabarán echando y no será ejemplo para nadie. O sea, Nuno. Después estaría la
figura del que se esfuerza pero no llega: el perdedor. Este personaje dispone
ante sí de un camino que se bifurca: uno de ellos conduce, mediante la voluntad
y el esfuerzo, a la superación y al ingreso en el número de los salvados. Mito
positivo, cimiento imprescindible sobre el que los americanos edificarían la
mitad de su literatura. El otro camino es el del rebelde, el de aquel que
renuncia a la lógica del juego (renuncia porque no la soporta, no porque le sea
ajena, a diferencia del lumpen, o porque sea incapaz, como el perdedor) y
emprende una espiral descendiente y autodestructiva hacia su perdición final.
Mito negativo y trágico sobre el que edificó América la otra mitad de su
literatura. Este segundo modelo es más productivo y ha dado lugar a una
verdadera gama de subtipos: el del heredero castrado por el padre e incapaz de
emularlo, el del extriunfador que conoció la victoria pero no supo conservarla,
etc. Forman parte de su corolario el alcohol, las drogas y la soledad»
(pág. 136)
el siguiente diálogo tiene lugar en una fiesta de intelectuales de izquierda que no paran de hablar de Godard:
«Yo, últimamente, sigo mucho a Hiro Hotusi.
¿Hiro Hotusi?
Sí, el inventor del manga documental, una cosa a medio camino entr el anime y el falso documental. Te gustará, tienes que verlo.
Has dicho Hiro Hotusi.
Exacto»
(pág. 157)
«Y he dicho perdedores, no derrotados, porque los derrotados conocen mejor que nadie la dureza sin tregua de lo imposible, mientras que los perdedores nada conocen porque no hacen nada, ni luchan contra nadie, porque todo lo resumen en la partícula condicional si: si mi padre me hubiera enviado a un buen colegio de niño, si mi mujer me apoyase más, si mis hijos lloraran menos, si en el banco me concedieran ese crédito, si por favor dejara de llover… nadie cree más en lo posible que los perdedores, esos enfermos mentales que cada poco tiempo se vuelven utópicos o incluso revolucionarios y embarcan a tantos en la búsqueda de sus Icarias alucinadas»...
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