La ferretería es una
farmacia ferruginosa.
Un panamá es un sombrero
de segador que presume de nuevo rico.
Se había tragado tantos
bostezos durante las visitas que adquirió un bocio de aire comprimido.
El puzle presagiaba la
ruina universal.
La araña es la zurcidora
del aire.
El hambre del hambriento
no tiene hache, porque el verdadero hambriento se la ha zampado.
El pañuelo de seda es el
adiós de una caricia.
Los pianos de cola se
abren como sigilosos cepos para cazar malos pianistas.
Las hormigas son los
glóbulos rojos de la tierra.
Aquella mujer lucía esos hermosos
y falsos ojos que llevan mariposas en las alas.
El que afila un cuchillo
con otro cuchillo se desafía consigo mismo.
Diccionario quiere decir
millonario en palabras.
Cuando asomados a la
ventanilla echa a andar el tren robamos adioses que no eran para nosotros.
Tener una mosca cogida en
la mano es como haber pillado cautivo un murmullo o un calambre.
La novia que regala una
cartera a su novio le comienza a administrar.
El “maitre” es como el
novio del restaurante.
Dos en un auto: idilio.
Tres: adulterio. Cuatro: secuestro. Cinco: crimen. Seis: tiroteo con la
policía.
Las roscas son los
salvavidas del hambre.
Cuanto más usado esté un
mayordomo, mejor.
El grillo mide las
pulsaciones de la noche.
La radiografía nos
descubre las nubes interiores.
Los plátanos envejecen en
un solo día.
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