Slavoj Zizek |
Donde se habla sobre la tolerancia represiva del multiculturalismo.
“En un principio (un principio
ideal, claro está), el capitalismo se quedaba en los confines del
Estado-Nación, y hacía algo de comercio internacional (intercambios entre
Estados-Nación soberanos); vino después la fase de la colonización, en la que
el país colonizador sometía y explotaba (económica, política y culturalmente)
al país colonizado; la culminación de este proceso es la actual paradoja de la
colonización: sólo quedan colonias y desaparecieron los países colonizadores;
el Estado Nación ya no encarna el poder colonial, lo hace la empresa global.” (…)
La forma ideológica ideal de este
capitalismo global es el multiculturalismo: esa actitud que, desde una hueca
posición global, trata todas y cada una de las culturas locales de la manera en
que el colonizador suele tratar a sus colonizados: "autóctonos" cuyas
costumbres hay que conocer y "respetar". La relación entre el viejo
colonialismo imperialista y la actual auto-colonización del capitalismo global
es exactamente la misma que la que existe entre el imperialismo cultural
occidental y el multiculturalismo. Al igual que el capitalismo global supone la
paradoja de la colonización sin Estado-Nación colonizador, el multiculturalismo
promueve la eurocéntrica distancia y/o respeto hacia las culturas locales
no-europeas. Esto es, el multiculturalismo es una forma inconfesada, invertida,
auto-referencial de racismo, un "racismo que mantiene las
distancias": "respeta" la identidad del Otro, lo concibe como
una comunidad "auténtica" y cerrada en sí misma respecto de la cuál
él, el multiculturalista, mantiene una distancia asentada sobre el privilegio
de su posición universal. El multiculturalismo es un racismo que ha vaciado su
propia posición de todo contenido positivo (el multiculturalista no es directamente
racista, por cuanto no contrapone al Otro los valores particulares de su cultura),
pero, no obstante, mantiene su posición en cuanto privilegiado punto hueco de universalidad
desde el que se puede apreciar (o despreciar) las otras culturas. El respeto multicultural
por la especificidad del Otro no es sino la afirmación de la propia superioridad..
(…)
“Puesto que el horizonte de la
imaginación social ya no permite cultivar la idea de una futura superación del
capitalismo -ya que, por así decir, todos aceptamos tácitamente que el
capitalismo está aquí para quedarse-, es como si la energía crítica hubiese
encontrado una válvula de escape sustitutoria en la lucha por las
diferencias culturales, una lucha que deja intacta la homogeneidad de base del
sistema capitalista mundial.” (…)
“El multiculturalista liberal no
consigue comprender que cada una de las dos culturas activas en esta
"comunicación" es prisionera de un antagonismo íntimo que le impide llegar
a ser plenamente "sí misma"; que la única comunicación auténtica es
la de "la solidaridad en la lucha común", cuando descubro que el
atolladero en el que estoy es también el atolladero en el que está el Otro.”
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