Esta madrugada pasada, bajo el prolongado efecto de la cafeína, se me ocurrió emplear por primera vez la técnica del cut-up, cortar y pegar, tomando un texto cualquiera de un periódico cualquiera, recortando frases y luego volviendo a cortar para buscar estructuras más cortas, purgando palabras que difícilmente tendrían lugar en un poema ("economía", "web", o porcentajes varios), revolviéndolo todo y luego dejando que el azar recompusiera el orden secreto que guardaba aquel pasaje, texto que, en honor a la verdad, ni me había tomado la molestia de leer, si bien intuía que el orden en que habían sido dispuestas aquellas palabras era mejorable, como todo en esta vida. En el peor de los casos, nunca podría considerar el tiempo empleado como perdido, pues siempre es agradable pasar un rato, una hora para ser exactos, entregado al juego, a la creación...
Lo primero que me llamó la atención fue que el primer fragmento encontrado fuera uno que venía en cursiva y que constituía en sí mismo -juro que fue como lo cuento- el título perfecto de la futura composición: "La canción del fin del mundo". Cuál no sería mi sorpresa cuando al ir avanzando surgió el primer verso, producto de la unión de dos partes diferentes: "Cualquier camino es arrepentirse al instante", verso este que es toda una sentencia, quizá incluso de muerte.
El proceso continuó, de una manera irregular, con más hallazgos y alguna que otra pequeña trampa por mi parte (en forma de encabalgamiento o superposición) para hacer encajar el puzzle. Descubrí así que algunas partes parecían haber estado siempre unidas: "¿Cuál es el mejor antídoto contra mí? / Así, contado en frío: una pausa / y estar de mal humor". O "cinco minutos de vida / y a destiempo, en realidad". Material este que por sí solo podría incrustarse, a su vez, en otro poema.
El cometido no estaba exento de obstáculos: ciertas piezas del rompecabezas eran difícilmente encajables, como esa que decía "cantante panameño" (referida en el original sin cortar a Rubén Blades). Veamos cómo el azar resuelve la cuestión: "curiosa es / cantante panameño / practicar tantra, toca danzar capoeira". Otros versos recién nacidos resultan enigmáticos, así: "los solteros, que beben y se agitan / hacer el amor / del estómago, malditos". ¿A qué se referirá el poeta-montador?
En líneas generales, la impresión que me queda es bastante satisfactoria, como cada vez que uno juega -recuperar el juego-, pues sin haber buscado un texto fuente que fuera poético he obtenido un poema cargado de fuerza y con suficiente ambigüedad.
El final es mejorable, cierto es, y podría haberlo hecho mejor si me hubiera saltado mis propias reglas (las impuestas por el azar).
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