La historia de Jaume Balagueró (director de películas tan inquietantes como Los sin nombre o Rec, y de otras no menos perturbadoras, como OT: La película) transcurre en Barcelona. César (Luis Tosar) es el servicial y amable portero de un inmueble. Como una parte más de su trabajo, tiene acceso a las llaves de todos los pisos, incluido el de su vecina del 5º B, la joven Clara (Marta Etura), lo que le permite aceder a sus viviendas y colarse en sus vidas. La rutina de los días de César cambia al llegar la noche, cuando se transforma en otro hombre, ése Dr. Hyde que se atreve a colarse en la alcoba de Clara, esperar debajo de su cama a que se duerma, administrarle un anestésico y luego yacer junto a ella en su lecho, durante unas horas, como harían dos amantes. Este es el punto de partida de Mientras duermes.
La voz en off de César nos habla de su incapacidad para ser feliz: su única manera de conseguir algo parecido a la felicidad y de dar cierto sentido a su vida es precisamente ver que los demás tampoco lo pueden ser, y ayudar para que esto sea así. César, ese ser anodino que escucha programas nocturnos de radio donde se ayuda a personas solitarias, pronto se revelará como un personaje bastante más complejo de lo que aparenta ser al otro lado de la portería, y su mirada se tornará inquietante. ¿Puede haber algo más perturbador que el Mal en lo cotidiano? Otras veces sabemos de sus sombríos propósitos por las confidencias que este moderno Norman Bates le hace a su madre enferma en el hospital. Y es que César es como esos ogros, uno de cejas descomunales, que aparecen en los cuentos infantiles: Mientras duermes tiene mucho de cuento para niños; de hecho, la víctima de los turbios planes de César es la joven Clara, Caperucita del siglo XXI acosada por un desconocido amante que le envía cartas de amor y mensajes al móvil.
El personaje del portero está bien construído y ese magnífico actor que es Luis Tosar lo borda, haciendo que pese a ser el malo oficial de la peli terminemos por identificarnos con él: todo lo siniestro que late en él, así como su incapacidad para ser feliz y su odio hacia el mundo que le impide serlo, son también los nuestros. Se subvierte así el orden moral habitual y el malo se convierte en el héroe de la película; he ahí, en gran medida, lo interesante de Mientras duermes. Nuestra empatía hacia él es especialmente evidente en la secuencia en que César está a punto de ser sorprendido por Clara y su novio, Marcos (Alberto San Juan), en el interior del piso de esta. No es solo César el que está a punto de ser pillado: somos nosotros.
Mientras duermes cuenta también con otros personajes secundarios que dan profundidad a la trama. Así, como en todo cuento infantil que se precie, hay una niña, Úrsula (Iris Almeida), que está al tanto de todo el tejemanaje que se trae el portero. Úrsula tiene poco de niña-víctima indefensa, todo lo contrario: tiene los colmillos tan retorcidos que se permite chantajear al portero. También está la Sra. Verónica (Petra Martínez) que malgasta lo poco que le queda de vida mendigando algo de cariño por parte de sus dos perros. Carlos Lasarte, el vecino del 4º B, se encarga de hacerle la vida imposible a nuestro héroe, amenazándole siempre con un inminente despido; encarna a la perfección los valores de una sociedad biempensante y de formas correctas, la misma que impide que el protagonista pueda algún día ser feliz; todo lo cual hace que el tipo del 4º B sea el verdadero malo de la cinta.
En Mientras duermes subyace también una interesante reflexión: en nuestra vida cotidiana, ¿somos conscientes de toda la intimidad que permitimos conocer a los demás?, ¿podemos confiar en ellos? En la película esto se manifiesta en la manera en que César entra en las casas, como si fuera él quien viviera en ellas; en el poder que le confiere todo el conocimiento, probablemente demasiado, que tiene sobre las vidas y secretos de los vecinos, como si fueran sus manos las que controlasen los hilos de ese guiñol llamado sociedad. Esta reflexión se puede aplicar a las modernas redes sociales donde sus miembros no dudan en contarnos detalles de sus interesantes vidas. De hecho, en la película, el malvado héroe consigue en Internet (concretamente en Twitter) mucha de la información que necesita para perpetrar sus siniestros propósitos.
Las pesquisas de la policía en su persecución del acosador de Clara pronto darán resultado: se detiene a la señora de la limpieza y a su hijo macarra que le ayuda en las tareas. En cuanto a la aparición del cuerpo sin vida del novio de Clara en el interior de una bañera llena de agua, todo indica que se trata de un suicidio. Poco después, César será despedido, víctima del otro acosador, el del 4º B. La tranquilidad parece regresar al inmueble, y con ella el orden moral.
El filme guarda todavía una sorpresa final que rematará toda la maldad de la que es posible nuestro héroe, y que le haría merecedor de figurar en la lista de los peores canallas de la historia del cine.
Memorable la secuencia en que Clara descubre su piso tomado por una plaga de nerviosos insectos.
Mientras duermes está basada en la novela del mismo título de Alberto Marini, que firma también el guión.
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