"LA LITURGIA DEL DESORDEN (y 2)" - LUIS EDUARDO AUTE

Los siguientes poemas pertenecen al libro La liturgia del desorden, de Luis Eduardo Aute.

LUGAR COMÚN

Es de presumir que llevo interpretada
la mitad de la comedia
y, aun en contra de mi voluntad, hago balance:
el terror que me sostiene
es tal, que el resultado del cómputo
se hace inequívoco.
Reconozco mi cobardía
al apoyarme, esta noche, en el dócil recurso
de la escritura. No encuentro otro
mecanismo y, desde hace algún tiempo,
sólo el contacto con la temperatura
de las palabras me protege de la agresividad
glacial que la memoria utiliza
para reprocharme los temores que han tejido
mi biografía.
Es de presumir que la comedia
transite hacia el desenlace
porque el nudo ya se ha planteado en el lugar
común de estos versos.
Esta madrugada empiezo a sentir en el vientre
como un terror estereotipado;

un cierto encoñamiento con la muerte.

PALABRAS CONTRA LAS PALABRAS

Ninguna. No dijo nada. Odiaba las palabras. Decía que no servían para nada, sólo para que dos personas se confundieran mejor y no llegaran a entenderse nunca —Lauren Bacall contestando a la pregunta hecha por un periodista: «¿Cuáles fueron las últimas palabras de Bogey?».

El animal hablador tendría que haber sido reducido al mutismo, pues nunca se acercará a las fuentes invioladas de la vida si sigue pactando con las palabras.
E. M. Cioran

La palabra nombra,
separa, discrimina, parcela
el canto único y universal
de lo indivisible.
La palabra,
raíz,
patria sonora de fronteras
silenciosas como la muerte,
inefable testimonio de invasiones y homicidas,
isla
rodeada por océanos de sangre.
La palabra nombra,
mide, fija, mata,
en nombre del nombre,
la dinámica innombrable del transcurso.
La palabra nombra,
limita, cerca,
incomunica,
(la voz fue encarcelada en el vocablo).
La palabra
engendra una cultura
exige una bandera,
construye una nación,
declara una contienda.
La palabra nombra,
miente, soslaya, falsea
cuando llama razón
al discurso esquizoide de los Hechos
y locura a la pasión
que se enfrenta a la razón de la Historia.
La palabra,
pisada en falso,
trampa sobre la trampa, camisa de fuerza, policía,
Documento
Nacional
de Identidad, pretexta un ejército.

Debiera enmudecer para siempre
jamás
tal vez la palabra;
empezando por esta que nombro.

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