En su libro "El último lector" (Edit. Anagrama) Piglia nos habla, entre otros autores, de Kafka. Así, en la página 48, nos describe su peculiar manera de afrontar la escritura:
La escena inaugural de su escritura está ligada a la escritura sin cortes y sólo a eso. En una noche de 1912 escribe "La condena" de un tirón, directamente en su diario. Kafka recordará toda su vida aquella noche como el instante en que sus sueños de escritor se vieron cumplidos.
"La condena" ha sido posible, según él, porque no sufrió ninguna interrupción. La clave es haberla escrito de una vez, sin dudar, en silencio, aislado de todo.
El relato de cómo ha sido escrita explica, para Kafka, la calidad de la historia. Toda su vida será un intento de repetir esa experiencia. Kafka la narra con precisión extrema.
El relato de cómo ha sido escrita explica, para Kafka, la calidad de la historia. Toda su vida será un intento de repetir esa experiencia. Kafka la narra con precisión extrema.
Diario, 25 de septiembre de 1912. "Esta historia, "La condena", la he escrito de un tirón, durante la noche del 22 al 23, entre las diez de la noche y las seis de la mañana. Casi no podía sacar de debajo del escritorio mis piernas, que se me habían quedado dormidas de estar tanto tiempo sentado. La terrible tensión y la alegría a medida que la historia iba desarrollándose delante de mí, a medida que me iba abriendo paso por sus aguas. Varias veces durante la noche he soportado mi propio peso sobre mis espaldas. Cómo puede uno atreverse a todo, cómo está preparado para todas, las más extrañas ocurrencias, un gran fuego en el que mueren y resucitan. Cómo empezó a azulear delante de la ventana. Pasó un carro. Dos hombres cruzaron el puente. La última vez que miré el reloj eran las dos. En el momento en que la criada atravesó por primera vez la entrada escribí la última frase. Apagar la lámpara, claridad del día. Ligeros dolores cardíacos. El cansancio que aparece a la mitad de la noche. MI tembloroso entrar en el cuarto de mis hermanas. Lectura. Antes, desperezarme delante de la criada y decir: "He estado escribiendo hasta ahora." El aspecto de la cama sin tocar, como si la hubiesen traído en ese momento."
Ha llegado el alba y el final. Toda la noche ha estado escribiendo sin la tentación de detenerse en una frase a medio hacer. Por eso, quizá, le gusta especialmente la perfección del último párrafo de "La condena": "En aquel momento atravesaba el puente un tráfico realmente interminable." ("Una frase perfecta", le dirá años más tarde a Milena.) La forma se define en esa frase, la historia, por fin, encuentra su final.
Ser un escritor para Kafka quiere decir escribir en esas condiciones. La escritura existe si se han creado las condiciones materiales que la hacen posible. Difícil encontrar un escritor más materialista.
Así concibe su relación con la escritura; mejor, así concibe la relación entre la escritura y la vida. No hay oposición, sólo que la vida se debe someter a esa continuidad porque, en definitiva, ésa es la experiencia para Kafka.
Ha llegado el alba y el final. Toda la noche ha estado escribiendo sin la tentación de detenerse en una frase a medio hacer. Por eso, quizá, le gusta especialmente la perfección del último párrafo de "La condena": "En aquel momento atravesaba el puente un tráfico realmente interminable." ("Una frase perfecta", le dirá años más tarde a Milena.) La forma se define en esa frase, la historia, por fin, encuentra su final.
Ser un escritor para Kafka quiere decir escribir en esas condiciones. La escritura existe si se han creado las condiciones materiales que la hacen posible. Difícil encontrar un escritor más materialista.
Así concibe su relación con la escritura; mejor, así concibe la relación entre la escritura y la vida. No hay oposición, sólo que la vida se debe someter a esa continuidad porque, en definitiva, ésa es la experiencia para Kafka.
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