BEST COAST EN LA CIUDAD FANTASMA


Publicado por Javier Serrano en La República Cultural:
http://www.larepublicacultural.es/article4175.html

El trío californiano Best Coast actuó el miércoles 20 de abril en el Círculo de Bellas Artes, en pleno centro de una ciudad fantasma, asolada por la Semana Santa, la lluvia y, sobre todo, por la final de la Copa del Rey (¡viva la cultura!). Y eso a pesar de que el concierto había sido anunciado en Radio Nacional de España-Radio 1 (?), eso sí, para el día 21 y no para el 20 que es cuando realmente tuvo lugar.

La poca afluencia de público no hizo arredrarse a la banda, sabedora de que es precisamente ante las dificultades y en cómo se afrontan éstas donde se notan las tablas de un grupo. El sonido de Best Coast es potente, sucio. A falta de bajo, la base está formada por la batería de Ali Koehler (incorporada no hace mucho al trío): simple, pegadiza incluso, rotunda en cualquier caso. La guitarra filosa de Bobb Bruno es más que notable, dando un toque de dureza a la música de Best Coast. Como contrapunto, la guitarra contagiosa, los estribillos facilones y la voz melodiosa, naif incluso, de Bethany Cosentino (guitarrista y autora de las letras) sobrevolando el sonido contundente y low-fidelity de la banda, haciéndose ella misma los coros.

Best Coast se declaran herederos de grupos como Beach Boys, Nirvana, My Bloody Valentine, Cocteau Twins, Redhouse Painters, Codeine, la música de finales de los 80 y principios de los 90. Y, por supuesto, de los Ramones, con un agradable tufo ramoniano impregnando algunas de sus canciones, como se puede apreciar en una de sus canciones más populares, Boyfriend, o en Each and Everyday; también en otras de ritmo trepidante, escasa duración y final abrupto.

Como anécdota decir que el tipo que vendía el merchandising del grupo, a la entrada de la Sala de Columnas, no era otro que el mismísimo Bobb Bruno, guitarrista del grupo y factótum del mismo. Es lo que tiene ser un grupo pequeño y todavía no demasiado importante. Junto a las camisetas se vendía el único disco que ha editado Best Coast, Crazy for You (2010), por un precio de 10 euros (esto sí que es una verdadera estrategia antipiratería).

El concierto duró apenas una hora, en la que los parroquianos no dejaron de bailar, haciendo literalmente vibrar el suntuoso suelo de la cuarta planta del Círculo de Bellas Artes.

Los de Best Coast ya deben de andar camino de Angoulème. Esperemos que la banda de Los Angeles vuelva pronto por aquí, y las circunstancias no sean tan adversas.

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