Publicado por Javier Serrano en La República Cultural:http://www.larepublicacultural.es/article3992.html
Como advierte el editor los relatos de Tres Rosas Amarillas formaron parte, como "New Stories", de la antología de Raymond Carver Where I´m Calling From (1988) y se publicaron como un libro separado en Gran Bretaña con el título Elephant and Other Stories (1988).
1988 fue también el año en que murió Raymond Carver, con un tumor cerebral y cáncer en el pulmón. En su última década de vida, junto a la poeta Tess Gallagher, había conseguido abandonar el alcohol definitivamente y parecía disfrutar de una vida por primera vez equilibrada.
Tres Rosas Amarillas está integrado por siete relatos, donde Raymond Carver va entreverando, como en el resto de su obra, algunos aspectos de su biografía. En los seis primeros (dejando fuera el relato titulado Tres Rosas Amarillas) aparece el escenario típico de los relatos carverianos, el de los perdedores, el de las parejas al borde de la ruptura, el de las familias desgajadas, etc. Un hecho notable es que el alcohol ha desaparecido prácticamente de estas páginas. Ahora sus personajes beben Pepsi o incluso leche. De hecho, un personaje tiene un sueño con el whisky y, al despertar, considera que es lo peor que le podía haber pasado.
El relato Cajas debe su título a las cajas en que una mujer, la madre del narrador (tal vez la del propio Carver), tiene almacenadas todas sus pertenencias (toda su vida, si se prefiere), preparada siempre a cambiar de domicilio y rehacer de nuevo su vida. Pronto encontrará algún motivo sólido para detestar el nuevo lugar de acogida.
En Quienquiera que hubiera dormido en esta cama una pareja recibe una llamada telefónica en mitad de la madrugada, una mujer borracha pregunta por alguien que no vive allí. Tras dejar descolgado el teléfono, el en principio inofensivo incidente desencadena una serie de reacciones, de preguntas, en la pareja, sobre la confianza entre ambos, la enfermedad… Finalmente, con el teléfono ya colgado otra vez, se recibe una nueva llamada por parte de la misma mujer. Ese hubiera sido un final perfecto, pero Carver añade una página entera que termina por deslucir, desde mi punto de vista, un poco el relato.
En Intimidad un hombre, de paso por la ciudad donde vive su ex-esposa, decide acercarse a verla. Ella aprovechará su estancia breve en la casa para desahogarse lanzándole un reproche tras otro, mientras el tipo aguanta estoicamente sentado. Finalmente, la mujer le informa de que no tiene que preocuparse: pese a todo, lo ha perdonado.
En Menudo de nuevo estamos ante un hombre, uno casado, que no puede dormir. Está espiando lo que ocurre en la casa de los vecinos, a su vecina, con la que tiene un affaire. El hombre rememora lo que ha sido su vida sentimental: con Molly, la mujer de toda su vida; con Vicky, su mujer actual, a la que engaña; y con Amanda, la mujer de la casa de al lado, la que se supone que ha de ser el amor del futuro cercano.
El elefante es casi una fábula, moraleja incluida. Un hombre se ve acorralado por las continuas peticiones económicas que hacen miembros de su entorno (acaso el entorno del propio Carver): su madre, su hermano, sus hijos…, y que van mermando progresivamente su calidad de vida, al menos en lo material. Tal es el acoso que sufre el tipo que amenaza con dejarlo y largarse a Australia. Después el hombre, desmotivado y en su cama, tiene un sueño "alguien me había ofrecido whisky, y yo lo había bebido. Y eso era lo que me había asustado. El beber aquel whisky era lo peor que podía haberme sucedido. Era tocar fondo. Comparado con ello, lo demás era un juego de niños". Esta suerte de epifanía, que le lleva a comprender que en realidad la vida no es más que una sucesión de problemas que hay que estar resolviendo continuamente, es lo que hace que el hombre se levante de la cama y salga a trabajar.
En Caballos en la niebla el protagonista recibe una misteriosa carta que alguien ha pasado por debajo de la puerta de su estudio. El hombre, con una memoria prodigiosa, la lee, mientras en el exterior la niebla se va haciendo dueña de la noche. Aparentemente, la carta ha sido escrita por su propia esposa, con la que comparte casa y vida, si bien la letra no es la suya. En ella, la esposa constata el declive de su matrimonio. El marido no ha terminado de leer la larga carta cuando ya corre a pedir explicaciones a su mujer. La encuentra al lado de la casa, vestida con sus mejores galas y con una maleta, a punto de marcharse. Es justo ese el momento en que se produce un hecho tan extraordinario como poético: dos caballos aparecen en mitad de la madrugada, emergiendo de entre la niebla. La mujer acaricia sus crines. Finalmente, aparecerán un policía (un hombre sarcástico que se ríe del amor) y el camionero encargado de meter a los dos caballos en un furgón de transporte. La mujer se va en el camión, y el esposo comprende que esa marcha no tiene vuelta atrás. En cuanto al detalle de la letra de la carta, cuyo enigma ha impulsado el relato hacia adelante, Carver opina que no es necesario explicarlo, lo considera un detalle sin importancia. "¿Cómo podría serlo después de las secuelas de la carta?".
Tres Rosas Amarillas es el relato que como auténtico broche de oro cierra el libro y que le da título (también se lo da a una librería madrileña). Probablemente es el mejor de todo el volumen. Carver abandona su universo habitual y hace un relato de época: los últimos años de uno de sus maestros, el ruso Anton Chejov. Desde que le es diagnosticada la tuberculosis Carver va describiendo el avance lento pero inexorable de la enfermedad (también la del propio Carver), hasta su muerte en un hotel, un final entre agónico y apoteósico, con Chejov brindando con el mejor champaña, junto a su médico y su esposa. Después, un despistado empleado del hotel, ajeno por completo al drama, aparecerá portando un jarrón con tres rosas amarillas con el que no sabe muy bien qué hacer, y ofreciendo la posibilidad de desayunar en el jardín. El relato, en el que esta vez no sobra absolutamente nada, es toda una joya, un homenaje a su maestro.
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