Una de las partes que comoponen la obra "Entre paréntesis" (Ed. Anagrama) de Roberto Bolaño es la denominada Fragmentos de un regreso al país natal. En ella Bolaño nos habla de Chile y de su regreso a ese país después de abandonarlo en 1974, tras el golpe de Pinochet. En diferentes textos Bolaño narra cómo percibe el panorama literario actual chileno y nos cuenta sus propias sensaciones y reflexiones al volver al país de origen. En el texto titulado Exilios podemos leer, en la página 55, el siguiente fragmento:
"En el peor de los casos exiliarse es mejor que necesitar exiliarse y no poder hacerlo. El exilio, en la mayoría de los casos, es una decisión voluntaria. Nadie obligó a Thomas Mann a exiliarse. Seguramente las SS hubieran preferido que Thomas Man no se exiliase. Nadie obligó a James Joyce a exiliarse. Probablemente a los irlandeses de la época de Joyce les daba lo mismo que éste se quedase en Dublín, se fuese, se hiciese cura o se suicidase. En el mejor de los casos el exilio es una opción literaria. Similar a la opción de la escritura. Nadie te obliga a escribir. El escritor entra voluntariamente en ese laberinto, por múltiples razones, claro está, porque no desea morirse, porque desea que lo quiera, etc., pero no entra forzado, en última instancia entra tan forzado como un político en la política o como un abogado en el Colegio de Abogados. Con la gran ventaja para el escritor de que un abogado o un político al uso, fuera de su país de origen, se suele comportar como pez fuera del agua, al menos durante un tiempo. Mientras que a un escritor fuera de su país de origen pareciera como si le crecieran alas. Esa misma situación la podemos trasladar a otros ámbitos. ¿Qué hace un político en la cárcel? ¿Qué hace un abogado en el hospital? Cualquier cosa, menos trabajar. ¿Qué hace, en cambio, un escritor en la cárcel y en el hospital? trabaja. en ocasiones, incluso, trabaja mucho. Y no digamos los poetas. Por supuesto, se puede aducir que en la cárcel las bibliotecas son lamentables y que en los hospitales son a veces inexistentes. Se puede argumentar que el exilio presupone en la mayoría de los casos la pérdida de la biblioteca particular del escritor, entre otras pérdidas materiales, y en algunos casos incluso la pérdida de los papeles del escritor, manuscritos inacabados, proyectos, cartas. No importa. Es mejor perder los manuscritos que perder la vida. En cualquier caso, lo cierto es que el escritor trabaja esté donde esté, incluso cuando duerme, algo que no ocurre con los otros oficios. Los actores, se puede aducir, siempre trabajan, pero no es lo mismo: el escritor escribe y tiene conciencia de escribir, mientras que el actor, en una situación límite, sólo aúlla. Los policías siempre son policías, pero tampoco es lo mismo, una cosa es ser y otra cosa es trabajar. El escritor es y trabaja en cualquier situación. El policía sólo es. Lo mismo se puede aplicar al asesino profesional, al militar, al banquero. Las putas, tal vez, sean las que más se acercan al oficio de la literatura".
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