"RETRATO DE SEÑORA CON YORKSHIRE Y ZAPATERÍA AL FONDO" - Javier Serrano Sánchez

Plaza de Quintana, mediodía de un caluroso domingo de agosto. Una mujer pasea con su yorkshire atado. El animal, pese a tener el pelo cortado, no aguanta el calor y busca la sombra de una zapatería que hace esquina. La mujer quiere apartarse de allí, pero el yorkshire, terco, se lo impide. "Que voy a dejar esto en la basura", le dice ella. Leve forcejo y finalmente el perro transige y la mujer deja algo en la papelera. Luego, continúa el paseo. Unos metros más allá, a la vuelta de la zapatería que hace esquina, junto a la parada de taxis, tres hombres (previsiblemente, tres taxistas) charlan. Inopinadamente, el pequeño yorkshire se pone a ladrar mirando a esos tres hombres y tirando de su ama en esa dirección. Debe de haber visto otro perro -pienso-; lo de siempre: una disputa territorial, una perra apetecible... Pero no, no hay más perros. El acalorado yorkshire insiste en sus ladridos y en ir hacia donde están los taxis. Esta vez es la dueña la que transige y se deja llevar. El perro se acerca hasta el primer coche. "Es que todos los días cogemos un taxi", se justifica la mujer ante los tres hombres, mientras abre la puerta. El primer taxista enciende el motor, el aire acondicionado y se marcha, llevando al yorkshire y a su acompañante.

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