Mostrando entradas con la etiqueta DOCUMENTAL. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta DOCUMENTAL. Mostrar todas las entradas

«LA CÉRÉMONIE (LA CEREMONIA)» - LINA MANNHEIMER

«LA CEREMONIE» - Lina Mannheimer

Título original: La cérémonie
Año: 2014
Duración: 74 min.
País: Suecia
Dirección: Lina Mannheimer
Música: Jonas Colstrup
Fotografía: Daniel Takács, Lina Mannheimer
Reparto: Catherine Robbe-Grillet, Beverly Charpentier, Dominique Corringer, Claude Helleu, Christian Hersant
Productora: Coproducción Suecia-Francia; French Quarter Film / Camera Lucida Productions / Film i Väst / Nuit Blanche Productions / Sonntag Pictures / SVT / Mannheimer Produktion

La ceremonie es una película documental, ópera prima de la directora Lina Mannheimer, que trata el tema del sadomasoquismo centrado en la figura de la octogenaria escritora francesa Catherine Robbe-Grillet (o Jean/Jeanne de Berg si se prefiere su alias literario), una de las más veteranas y afamadas dóminas del mundo, y su entorno de amistades.
Una parte de la cinta se dedica a la particular y abierta relación de la escritora con el que fuera su marido, el escritor y cineasta Alain Robbe-Grillet, fallecido en 2008, padre del nouveau roman y guionista, entre otras, de la película El año pasado en Marienbad (1961). La relación sadomasoquista que ambos mantenían salió a la luz tras la muerte de Alain, y según revela la propia Catherine fue precisamente él quien la introdujo en dichas prácticas.
Su primera obra, La Imagen, era una novela que seguía los preceptos del nouveau roman, altamente erótica y biográfica. Se publicó en 1956 y provocó tal escándalo que fue quemada en público. En los años setenta, Catherine Robbe-Grillet, se convirtió en una prestigiosa dómina y maestra de ceremonias, organizando fiestas sadomasoquistas en las que también participaba como espectador su marido. En 1985 apareció Ceremonia de mujeres que incide en la misma línea de su primera novela. 
Catherine Robbe-Grillet, «una señora mayor muy decente, en la que no se fijaría uno por la calle, que detrás de esa apariencia muy decente tiene unos deseos y unas formas de ser que no lo son», es el ama al que todos quieren entregarse, el amor ideal e inalcanzable, la que hace audiciones y selecciona a los que podrán participar en sus sesiones eróticas. Con total naturalidad, se sincera ante la cámara y nos introduce en su particular universo. Nos habla de su juego, de la teatralidad y ritualidad de sus exclusivas fiestas… de su manera de ejercer de dominatriz, de la intensidad de los actos, del placer de sobrepasar ciertos límites y convenciones, del deleite al doblegar la posición del otro.
En La ceremonie aparecen también otras personas relacionadas con ella, como Beverly Charpentier, su actual pareja y también dominatriz; propiedad material, mental y psicológica de Catherine (les une un juramento de lealtad por el que Charpentier se compromete a servirle de por vida, tal y como se describe en el cortometraje anterior de la misma directora, The contract). Aportan su particular visión y nos hablan de dominación, sumisión, poder, identidad, alternancia de roles, sexo, amor, amistad, soledad, deseo, fantasía, del paso del tiempo y de cómo la experiencia les ha cambiado la vida.
Como no podía ser menos, no faltan secuencias eróticas en las que asistimos a estilizadas y sofisticadas escenas de sadomasoquismo, inspiradas en la propia experiencia de la escritora, mientras escuchamos su voz en off leyendo pasajes de sus novelas. Son escenas rodadas en mansiones lujosas de París, con una puesta en escena, una fotografía y un vestuario muy cuidado, alejados de prácticas violentas o degradantes, y donde el goce mental se impone al placer físico.

«IM KELLER (EN EL SÓTANO)» - ULRICH SEIDL

«Im Keller (En el sótano)» - Ulrich SeidlTítulo original: Im Keller (En el sótano)
Año: 2014
Duración: 81 min.
País: Austria
Dirección: Ulrich Seidl
Guión: Veronika Franz, Ulrich Seidl
Fotografía: Martin Gschlacht
Reparto: Alessa Duchek, Gerald Duchek, Inge Ellinger, Manfred Ellinger, Walter Holzer, Cora Kitty, Alfreda Klebinger, Fritz Lang, Josef Ochs, Peter Vokurek
Productora: Coop99 Filmproduktion / MMK Media / Ulrich Seidl Film Produktion GmbH
Género: Documental

Como su propio nombre indica, Im Keller es un documental que va sobre sótanos, más concretamente sobre sótanos en Austria, tema insustancial donde los haya, al menos a priori. Y sin embargo a poco que uno se tome la molestia de rascar, verá que el tema de los sótanos no es un asunto tan anodino. ¿Recuerdan el caso Fritzl? En 2008 se conoció el caso de Elisabeth Fritzl, encerrada por su padre durante 24 años en un sótano construido bajo la casa familiar, en Amstetten (Austria). Josef Fritzl, al que pronto se empezó a llamar «el monstruo de Amstetten» tuvo con ella siete hijos sin que, en apariencia, su esposa llegara a sospechar nada de los tejemanejes que ocurrían bajo su casa. ¿Y qué decir de Natascha Kampusch, la joven liberada dos años antes, secuestrada cuando tenía 10 años y encerrada por su captor durante ocho años en el sótano de una casa unifamiliar en un suburbio de Viena?
Y es que un sótano, oculto a la mirada indiscreta de los vecinos y de la sociedad en general, da mucho juego. Puede servir para infinidad de cosas, desde guardar todos aquellos enseres de los que uno no quiere desprenderse pero tampoco quiere tener a la vista, hasta ser escenario de prácticas poco habituales, que van desde lo inocuo hasta lo peligroso, que es básicamente en lo que se centra Im Keller.
Hay una secuencia al inicio del documental que ilustra a la perfección su espíritu provocador. Dentro de un terrario hay una enorme serpiente amarilla y frente a ella un diminuto roedor. Junto al terrario hay un hombre que observa, inmóvil, la escena. Ambos animales, víctima y victimario, se observan, la serpiente yace inmóvil, el roedor acorralado en un rincón parece dudar sobre qué hacer, el tiempo se congela, y sin embargo todos sabemos que la suerte está echada.
Bajo tierra existe un submundo perturbador habitado por seres extraños que realizan prácticas secretas que probablemente serían censuradas por los de arriba, por ese otro mundo de maneras cordiales que habita sobre la superficie. El subsuelo es un enorme subconsciente de bajas pasiones dominado durante la mayor parte del día pero al que sus habitantes siempre vuelven de manera indefectible; día tras día encuentran un rato para escaparse y entregarse a su afición, dando rienda suelta a su vicio inconfesable. En la intimidad del subsuelo todo es posible. Prácticas sadomasoquistas, maternidades imposibles y bebés «reborn», un museo con trofeos de caza en forma de cabezas y cuernos (el tema de la caza vuelve a aparecer en su película Safari), una galería de tiro subterránea con hombres armados hablando sobre inmigración, lavanderías industriales, un improvisado local de ensayo para músicos aficionados, un salón de juegos infantiles (minibar incluido), una piscina reducida donde hacer unos largos, un lugar de reunión fraternal para antiguos camaradas donde tomar unos tragos y recordar los viejos tiempos en medio de abundante parafernalia nazi… Como se ve, un enorme y oscuro iceberg, un mundo insospechado de acceso exclusivo para iniciados.
El estilo de Ulrich Seidl (director de la trilogía Paraíso) es reconocible: sitúa su cámara frontalmente, como si fuera a tomar una foto, estática, buscando siempre una geometría tan fría como desasosegante. Un plano fijo y a menudo en silencio, estirando el tiempo. Es ahí, en ese escenario iluminado por una luz artificial e irreal, sepultado varios metros bajo tierra, donde los protagonistas se dejan filmar, donde se sinceran y nos cuentan sus secretos, como ese matrimonio compuesto por una dominatrix y su marido-esclavo, sometido este de buen grado a todo tipo de vejaciones mientras se mueve por la casa completamente desnudo y encadenado como un perro (la mazmorra del sótano la reservan para las prácticas más bestias). Otras veces, los protagonistas no dicen nada, se limitan a posar en silencio, petrificados como una serpiente amarilla, mirando directamente a la cámara, observando al observador. Seidl, habituado a mostrar en sus películas los aspectos más sórdidos y las verdades más incómodas de una sociedad que se proclama civilizada, no se inmiscuye en la vida de sus protagonistas, no pregunta, no juzga: deja que sean ellos los que se muestren tal cual son y que el espectador saque sus propias conclusiones. Pero cuidado: vistos de cerca, todos somos un poco raros.

«FAHRENHEIT 11/9» - MICHAEL MOORE

Título original: Fahrenheit 11/9
Año: 2018
Duración: 130 min.
País: Estados Unidos
Dirección y guión: Michael Moore
Género: Documental

Fahrenheit 11/9 es la última película documental del director Michael Moore (no confundir el título con el de otra de sus películas, Fahrenheit 9/11, en la que el norteamericano arremetía contra Georges Bush).
La cinta toma su nombre de una fecha, el 9 de noviembre de 2016, día en que se conoció que Donald Trump sería el nuevo presidente de Estados Unidos (las elecciones habían tenido lugar el día anterior). Y ese es precisamente el tema central del filme: Trump. Michael Moore se pregunta, con su habitual estilo directo e irónico, pero manipulador, cómo se ha podido llegar al punto en que un personaje tan poco apto, en principio, para ser el presidente del país más poderoso del mundo haya llegado a serlo. Como en sus otras películas, el cineasta dice algunas verdades como puños, es incluso valiente, pero es cierto que también es reduccionista en sus tesis y su guión es enrevesado por momentos y con argumentos a veces peregrinos, como cuando asegura que la culpa de todo la tiene Gwen Stefani (la cantante de No Doubt), cuyo salario en The Voice de la NBC era más alto que el de Trump en The Celebrity Apprentice (también de la NBC) y este quería arrancar un aumento de sueldo a la dirección del reality show, y por eso montó una farsa en la que se postulaba a presidente, y cómo a partir de ahí le cogió gustillo.
A diferencia de otros documentales donde el director presenta los hechos y deja que el espectador extraiga sus conclusiones, Moore nos lo da todo masticadito. Por si fuera poco, su presencia es constante a lo largo de toda la película: no sólo escuchamos su voz, también vemos al orondo director en muchas de las secuencias, impulsado por su indudable egocentrismo, donde a menudo aparece caminando decidido, rumbo hacia alguna corporación corrupta, a punto de hacer algún ajuste de cuentas ante los ojos de todo el mundo (gracias a la complicidad de la cámara) y convertido en una suerte de cowboy o en el penúltimo superhéroe norteamericano.
Moore entrevista a sus personajes y extrae de ellos las frases impactantes que precisa para construir su discurso y demostrar su propia tesis. En el caso de Fahrenheit 11/9, o cómo llegó Trump a la presidencia de Trumpland, la conclusión no puede ser más sencilla: los demócratas, es decir los buenos de la película, lo hicieron mal. Manipularon las elecciones primarias, expulsando de ellas de manera torticera a Bernie Sanders y presentando a Hillary Clinton, que habría de ser la encargada de comerse con patatas a un advenedizo, machista, torpe y ridículo hombre de negocios llamado Donald Trump. Los hechos demuestran que algo raro pasó, pues la jugada no salió bien. Según Moore, el resultado podría explicarse por la desafección del electorado natural de los demócratas, unos votantes que se sintieron traicionados por su partido de toda la vida y que el día de las elecciones prefirieron quedarse en casa o, lo que es peor, votaron por el candidato del tupé rubio. A ello habría que añadir otros culpables: Putin, el partido republicano, el New York Times, la gente que ve (y se adormece viendo) la televisión…
Mención aparte merece Flint, la ciudad simpatizante de los demócratas en la que nació Michael Moore. La crisis del agua de Flint es otro de los ejes sobre los que pivota la película y que ilustra perfectamente el grado de putrefacción de la política norteamericana. En 2013, y con vistas a reducir el gasto municipal, Flint cambió la fuente de aprovisionamiento de agua potable, que pasó del lago Hurón al río Flint. En 2014 se detectó plomo en el suministro de agua potable a la ciudad. Dicho metal puede provocar problemas de conducta y discapacidad de aprendizaje en los niños, y problemas renales en adultos. Finalmente el gobernador de Michigan, el republicano Rick Snyder, tuvo que declarar el estado de emergencia en Flint y acabó dimitiendo. El problema era muy grave, hasta el punto de que el propio Barack Obama visitó la ciudad, prometió ayuda médica gratis para todos los afectados e incluso bebió de esa agua, a la vista de todos (o tal vez solo mojó sus labios). Todo esto ocurría en Flint, el lugar donde nació Michael Moore y donde rodó parte de algunos de sus documentales (Roger and me, Bowling for Columbine y Fahrenheit 9/11), una ciudad abandonada por la administración estadounidense y que, tal y como denuncia el director, fue también utilizada como escenario para los entrenamientos del ejército, como si de un siniestro videojuego se tratase.
Ambas tramas, la local de Flint y la más general de Estados Unidos, se van entrelazando a lo largo de la película, sin abandonar la trama central: Trump. Hacia el final de Fahrenheit 11/9 y por si todavía quedara algún espectador despistado, Moore nos ofrece, como guinda que remata el pastel, un fragmento de una película en blanco y negro donde aparece Hitler dando un discurso y en su boca escuchamos la voz del maligno Donald Trump.
¿Qué hacer cuando el honrado ciudadano ya no puede confiar ni en los demócratas, ni en los sindicatos? Ahí es donde aparece el carácter pragmático de Michael Moore: los ciudadanos deben echarse a la calle, manifestarse, reclamar lo que es justo, organizarse, no esperar nada de los políticos sino hacer ellos mismos la política. El cineasta muestra casos en los que la presión popular consigue cambiar las cosas: la huelga de profesores en West Virginia o las manifestaciones de los activistas de Parkland, la localidad donde tuvo lugar el tiroteo más mortífero en una escuela secundaria en la historia de los Estados Unidos.

«NI JUGE, NI SOUMISE» (NI JUEZA, NI SUMISA) - JEAN LIBON, YVES HINANT

Título original: Ni juge, ni soumise (Ni jueza, ni sumisa)
Año: 2017
Duración: 99 min.
País: Bélgica
Dirección: Jean Libon, Yves Hinant
Guión: Jean Libon, Yves Hinant
Fotografía: Didier Hill-Derive

Por Javier Serrano

La película nos muestra en el periodo que va desde abril de 2013 hasta septiembre 2016 a la jueza de instrucción belga Anne Gruwez en su quehacer diario.
Por su pequeño juzgado desfilan representantes de toda la miseria humana que previamente, eso sí, han firmado una autorización para que se puedan utilizar esas imágenes. Prostitución, masoquismo, robos, violencia de género, infanticidios de madres que creen que su hijo está poseído por el mismísimo diablo… Miserables que por hacerse con un pequeño botín son capaces de crímenes nefandos.
Sin toga que pueda cubrir el striptease, mostrando con sus gestos y sus comentarios su superioridad moral sobre el delincuente, la jueza imparte su particular justicia como se haría en un reality show. Y así puede ser como una madre que reprende, solo reprende, a su polluelo y le dice que no lo vuelva a hacer, o ponerse más dura y no temblarle el pulso a la hora de enviar a un malhechor una temporada al trullo, para acto seguido ofrecer caramelos al mensajero que viene a traerle unos paquetes. Pero cuidado: «La colère d’Allah, ça sera rien à côté de moi», así que ojito con la jueza Gruwez, una mujer de armas tomar que no se achica ante ningún delincuente, de hecho no dudaría en tirar al suelo a uno de ellos, ahí en su propio despacho, con tal de obtener una muestra de ADN que el reticente malhechor se niega a aportar.
Lejos de morderse la lengua, la jueza da rienda suelta a sus prejuicios, a sus comentarios políticamente incorrectos. De hecho, ahí reside buena parte del encanto de la cinta, en esa transgresión que consiste en decir lo que uno, y mucho más si uno es juez, debería callar, siquiera por prudencia. Quizás es justamente eso lo que atrae al espectador, ese populismo, tan de moda en los últimos tiempos, de atreverse a decir lo que todos piensan y todos callan, y que luego lleva a los descalabros electorales por todos conocidos. Ahí, en la personalidad egocéntrica de la jueza Gruwez, en su particular sentido del humor, en la provocación de sus opiniones, en sus paseos con su viejo Citroën 2CV por las calles de Bruselas, en lo extravagante de algunos casos y sus detalles escabrosos… ahí reside el supuesto toque cómico de la cinta.
Por cierto, todos esos delincuentes son de origen extranjero, a menudo magrebíes a los que la jueza Gruwez no duda en amonestar por tener costumbres tan bárbaras como casarse entre primos, con toda la degeneración genética y enfermedades que eso conlleva. De hecho, uno de ellos, al que la jueza ha condenado a pasar una temporada a la sombra, no duda en afirmar que en cuanto salga de la trena se irá a Siria y abrazará la yihad.
Como era previsible en una película que habla sobre la justicia, no podían faltar agentes del orden, polis de inmaculada piel blanca que colaboran con la superjueza, de un blanco deslumbrante también, en la incesante búsqueda de malhechores, y más concretamente en un oscuro asesinato que quedó sin cerrar y que constituye el levísimo hilo argumental de la película.
Yves Hinant y Jean Libon, los directores del documental Ni juge, ni soumise, ya habían colaborado en el insolente y vitriólico magacín televisivo franco-belga titulado Strip-tease. ¿Hasta qué punto un documental puede ser fiel a la realidad, puede ser creíble, cuando los participantes —como en esas bodas horteras en las que el cámara va grabando, uno por uno, a todos los asistentes y ellos, más que ebrios, fingen no darse cuenta de su presencia— son conscientes de estar colaborando en algo parecido a un juego de simulación?
Para darle un toque de actualidad, no faltan planos en los que se ve a militares patrullando por las calles de Bruselas con el arma en ristre. Sí, amigos, se trata una vez más de la omnipresente amenaza yihadista, tan presente en países como Francia o Bélgica. Pero tranquilos: ahí está la jueza Gruwez.

«INVASIÓN» - ABNER BENAIM

Título original: Invasión
Año 2014
Duración: 94 min.
País: Panamá
Dirección: Abner Benaim
Guión: Abner Benaim
Música: Ulises Conti
Fotografía: Guido De Paula
Coproducción Panamá-Argentina; Ajimolido Films / Apertura Films

Invasión es una película documental que describe la ocupación de Panamá perpetrada por tropas de Estados Unidos, el 20 de diciembre de 1989, en la operación llamada Causa Justa, ordenada por George H. W. Bush y que permitió que más de 20.000 soldados norteamericanos invadieran el país centroamericano por mar, aire y tierra.
Hasta ahí los hechos, pero ¿quién se acuerda ya de ellos?, se pregunta Abner Benaim, el director de la cinta. Más que mostrar imágenes, más o menos espectaculares, de dicha invasión (que no se muestran en el filme y que sería lo habitual en este tipo de cine), Benaim está más interesado en el recuerdo que tienen los que la padecieron. Habla con ellos, con los panameños, y son ellos los que narran en primera persona cómo vivieron dicha experiencia, las heridas que sufrieron, los daños materiales que el bombardeo provocó en sus casas... El director además les pide que le ayuden a recrear ciertos episodios de una ocupación que se prolongó 14 días y que acabó con la entrega del dictador Noriega. Como siempre que se vuelve al pasado, los sentimientos son encontrados, y los diversos participantes (Rubén Blades entre ellos) se preguntan, incluso discuten, por los motivos de la invasión, el número de muertos; algunos se jactan de haber saqueado tiendas amparándose en la confusión; otros aplauden la ocupación porque, a su juicio, acabó con la dictadura y favoreció el advenimiento de la democracia; no falta quien afirma que Noriega era un peón en las manos de la CIA y la DEA, y que financiaba a la «contra» nicaragüense con generosos envíos de cocaína; mientras otros aseguran que todo fue una mascarada para mantener el control por parte de Estados Unidos del Canal de Panamá más allá del 2000…
El general Noriega, en el poder desde 1983, pasó de ser aliado de Estados Unidos y colaborar con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la Administración para el Control de Drogas​ (DEA), a ser su enemigo, buscado por las tropas invasoras, casa por casa, hasta el punto de tener que refugiarse en la nunciatura de Panamá, edificio que sería sitiado por los norteamericanos, mientras potentes altavoces tronaban rock duro (Welcome to the Jungle de Guns N' Roses y otras lindezas) a un volumen infernal para socavar la resistencia psicológica del general.
Tras ser detenido, Noriega pasó veinte años recluido en Estados Unidos (1990-2010) y Francia (2010-2011), por delitos de narcotráfico y blanqueo de capitales, y posteriormente fue extraditado a Panamá, donde murió el 29 de mayo de 2017 en Ciudad de Panamá. Al día de hoy, mientras el paso del tiempo continúa con su efecto inexorable y devastador sobre la memoria, se desconoce el número de víctimas mortales, pero organizaciones locales de derechos humanos calculan que el número de asesinados podría estar entre 2.000 y 7.000 (por 23 bajas en el ejército invasor).

Premios 2015: Festival de Málaga: Premio del Público (Mejor documental)

«THE BABUSHKAS OF CHERNOBYL» - HOLLY MORRIS, ANNE BOGART

Documental sobre la vida de varias «babushkas» que deciden regresar, quebrantando la ley ucrania, a la zona muerta de Chernobyl y continuar allí con sus vidas, a pesar de la radiactividad (versión original con subtítulos en inglés).

«EL PODER DE LAS PESADILLAS» - ADAM CURTIS

... «El poder de las pesadillas  - El ascenso de la política del miedo» es una serie de 3 episodios dirigida por Adam Curtis. Fue emitido por la BBC en 2004. Establece un curioso paralelismo entre la llegada de los neoconservadores a la élite política en Estados Unidos y el ascenso de los fundamentalistas musulmanes en diversos países del mundo, y analiza las consecuencias que esto puede tener  en la política, en el manejo del miedo, en el terrorismo... en un mundo globalizado...

«El poder de las pesadillas-Parte I ("Baby It's Cold Outside")»

«El poder de las pesadillas-Parte II ("The Phantom Victory")»

«El poder de las pesadillas-Parte III ("The Shadows in the Cave")»

«NOSOTROS» DE ADOLFO DUFOUR

Publicado por Javier Serrano en

Guión: Adolfo Dufour y Pablo Mínguez
Intervienen: Francisco J. González, Pascual Fernández, Concepción Sánchez, Arancha Fernández, Noelia Fernández, Ramón Luján, Inmaculada Fonollosa, Juan Luis Torres, Aurora Garro, Adolfo Jiménez, Teodoro Miguel, Mª Del Carmen Martínez, Francisco Hernando, Valeriano Aragonés, Antonio Prada, Pedro Lara, José Luis Jiménez, Paco Gutiérrez, Noemí Pérez, José Luis Sampedro
Montaje: Berta Frías
Fotografía y cámara: Mariano Izquierdo y Pablo Mínguez
Sonido: Enrique González y Nerio Gutiérrez
Música original: Pablo Miyar
Coordinadora de Producción: Maite Ibáñez
Productora: New Atlantis
Contacto: vmendoza@newatlantis.net



La única lucha que se pierde es la que se abandona (Ernesto Che Guevara).

La historia de la empresa SINTEL tiene algo de leyenda, como de barco naufragado y desaparecido misteriosamente, de holandés errante condenado a vagar de manera incesante y que de vez en cuando aparece. Todo iba bien en Sistemas de Instalaciones de Telecomunicaciones, S.A. (SINTEL), una empresa española especializada en el montaje de sistemas de telefonía, perteneciente a Telefónica (empresa pública, por entonces), con una plantilla de entre 4.500 y 5.000 trabajadores, y que llegó a alcanzar una facturación máxima de 62.000 millones de pesetas. Su historia, más o menos feliz, comienza a torcerse a partir de las oscuras maniobras que acontecen a partir de 1996, momento en que SINTEL es vendida al grupo estadounidense MasTec Incorporated, propiedad de la familia Mas Canosa, por 4.900 millones de pesetas (algo menos de 30 millones de euros), y a partir de ahí, como el inicio de un pequeño cáncer que en su ineluctable camino hacia una metástasis total fuera devorando poco a poco las entrañas del cuerpo que lo aloja, los nuevos propietarios proceden al vaciamiento patrimonial, mediante complejas operaciones de ingeniería financiera a través de empresas filiales radicadas en paraísos fiscales, que conlleva la posterior quiebra decretada en 2001, con un déficit de 59,3 millones de euros, además de otros daños colaterales: 1.788 acreedores pendientes de cobro y 1.828 trabajadores en el paro. Serán los propios empleados de SINTEL, encabezados por un comité de empresa inasequible al desaliento, los encargados de defender sus derechos con propuestas tan originales como el “Campamento Esperanza”, instalado durante seis meses en el madrileño paseo de la Castellana, frente al Ministerio de Economía, que reunirá a 1.500 trabajadores llegados desde todo el país, consiguiendo así evitar la censura informativa que había sobre los medios de comunicación; o el encierro de las mujeres trabajadoras y esposas de los empleados en la también madrileña catedral de La Almudena. En 2001, los trabajadores en lucha alcanzan un acuerdo, con el beneplácito de los sindicatos, para desmontar el campamento a cambio de indemnizaciones económicas, prejubilaciones y la recolocación de varios cientos de empleados en otras empresas de Telefónica. Finalmente, de dicho acuerdo solo se cumplió la parte de las prejubilaciones.
Hasta aquí la historia oficial. La venta de SINTEL es como un déjà vu económico y perverso, donde se enriquecen unos y una gran mayoría se va al paro y de manera precaria. En cuanto a los gastos sociales ocasionados será el Estado, es decir los ciudadanos, los que pagarán los platos rotos; y eso por no hablar de los beneficios que una empresa rentable y saneada podría haber generado, o de la pérdida del control de sectores estratégicos. PeroNosotros habla también de la parte humana, de la intrahistoria, de las pequeñas historias que nunca llegan a aparecer impresas en los manuales de Historia, sin que por ello sean menos importantes o estén exentas de épica. Adolfo Dufour, el director, recurre a fragmentos de Las uvas de la ira, la novela publicada en 1939 por John Steinbeck, para ir tejiendo algo parecido a un hilo argumental.
Nosotros habla de sentimientos: sufrimiento, solidaridad, dignidad…, palabras estas que cotizan a la baja en nuestro mundo de burbujas. La solidaridad mostrada por los trabajadores entre ellos, sabedores de que nadie, salvo ellos mismos, les apoyará; y la solidaridad mostrada por personas desconocidas (y también algunas conocidas como el escritor y economista José Luis Sampedro o el Nobel José Saramago) que se acercan hasta los escenarios de la protesta para mostrar su apoyo moral a los implicados, a veces incluso con donativos de comida o de dinero. Esa solidaridad y el deseo de no rendirse se materializará, años más tarde, en proyectos como la Asociación SINTEL o la creación, por parte de los propios afectados, de una empresa, SINTRATEL, que dará trabajo a varios centenares de los extrabajadores, logrando conseguir beneficios sin ayudas del Gobierno y con el veto de Telefónica. Nosotrosdescribe el saqueo progresivo al que es sometida la empresa, pero también de otro saqueo menos perceptible, el expolio de las vidas de sus trabajadores (truncadas de un día para otro por culpa de oscuras y frías decisiones tomadas en algún despacho lejano). Nosotros habla de intemperie, de paro, de supervivencia, de incertidumbre, de sueños rotos y también de sueños frustrados, de desgaste moral y psicológico, de pérdida de autoestima, y de, en los casos más extremos, de suicidio. La lucha de los trabajadores de SINTEL es la lucha de siempre, la que describe Steinbeck en Las uvas de la ira, la que inspira tantas otras protestas que han sido, están siendo y serán, la que alimenta la acampada indignada en la Puerta del Sol y en otros lugares, desde la plaza Taksim hasta la tunecina Revolución de los Jazmines, pasando por la plaza Syntagma, el Zuccotti Park o las calles de Sâo Paulo y Río de Janeiro, la misma que afecta a los dos trabajadores que aparecen en el principio de la película, y que bien pudieran ser cualquiera de nosotros, conversando en un bar sobre cómo el paro ha afectado a sus vidas, partiéndolas quizá para siempre.
Nosotros es una película incómoda para muchos, pues habla del Estado entendido como una máquina compleja, tan invisible como demoledora en su funcionamiento, integrada por diferentes piezas, y cómo cada una de esas piezas intenta silenciar la injusticia del caso SINTEL: Telefónica, con una directiva capaz de vender de una manera torticera una empresa que genera beneficios; los sucesivos Gobiernos, con algunos de sus miembros sentados en esa directiva, que hacen la vista gorda (la decisión de vender es tomada en Semana Santa, por el Gobierno en funciones y con el Parlamento disuelto, en ese limbo político que conduce de Felipe González a José María Aznar) o que no se implican lo suficiente como para resolver el conflicto; los medios de comunicación, alimentados por empresas privadas (Telefónica entre otras) o sirviendo los intereses de uno u otro partido político, intentando ocultar la protesta o desvirtuando las reivindicaciones de los trabajadores; los sindicatos, o para ser más precisos las cúpulas sindicales y su connivencia velada con los negociadores del otro lado de la mesa… Si finalmente la historia del desmantelamiento de SINTEL no llega a caer en el olvido más absoluto (y vergonzoso) es porque falla uno de los elementos, el más débil, de la máquina: los trabajadores; ese puñado de irreductibles galos y su comité de empresa empeñados en que se haga un poco de justicia. Me pregunto qué habría pasado si ese comité de empresa se hubiera entregado a los cantos de sirena que les llegaban y hubieran traicionado a la plantilla. Afortunadamente, tal cosa no sucedió y Nosotros viene a demostrar que la dignidad todavía es posible.
El caso SINTEL llega hasta nuestros días, como la enésima aparición del siniestro holandés errante, cuando el conflicto parece haber alcanzado una resolución y la familia Mas Canosa se muestra dispuesta a abonar 35 millones de euros a sus extrabajadores y acreedores, que retirarán los cargos y se evitará así el juicio en la Audiencia Nacional. Desgraciadamente, gracias a la proverbial lentitud de la justicia española, algunos de los trabajadores no conocerán jamás la noticia, y muchos otros, la mayoría, se preguntarán, ¿mereció la pena?
Adolfo Dufour Andía, el director de Nosotros, ha dirigido también otros documentales, como Septiembre del 75, Viva la escuela moderna, entre otros. También ha trabajado en series como Ésta es mi tierra, Robinson, Los Frutos del Dorado, Paraísos cercanos, Memoria de España o Camino a casa.
Nosotros consiguió el Primer Premio al Mejor Largometraje Documental SEMINCI (2012), y tiene dos candidaturas a los Goya 2013, como Mejor Película y como Mejor Película Documental.
El asunto SINTEL ha sido llevado en numerosas ocasiones al cine: El Efecto Iguazú (Pere Joan Ventura, 2003),Alzados del suelo (Andrés Linares, 2003), La mano invisible (Isadora Guardia, 2003), y 200 Kilómetros (del colectivo Discusión14, 2004).


«THE GHOST OF PIRAMIDA» - ANDREAS KOEFOED

Publicado por Javier Serrano en larepublicacultural.es

Título: «The Ghost of Piramida» (2012)
Director: Andreas Koefoed
Intérpretes: Rasmus Stolberg, Mads Brauer, Casper Clausen
Música: Efterklang (Rasmus Stolberg, Mads Brauer, Casper Clausen)
País: Dinamarca
Producción: Andreas Koefoed
Duración: 57’

(Para escuchar el disco «Piramida» de Efterklang pulsar aquí: «Piramida»)

            Piramida fue un pueblo levantado en la isla de Spitsbergen, en algún lugar del norte de Rusia, a unos 1.000 kilómetros del Polo Norte. Hasta allí se trasladaron cientos de hombres y mujeres con el objeto de extraer el carbón de las entrañas de la tierra. Alexander no solo fue uno de aquellos pioneros: también rodó películas que ilustran cómo era la vida en aquella colonia.
            «Últimamente he esto viviendo en silencio», así comienza su relato Alexander. A través de su voz en off (en ruso) y de las imágenes en blanco y negro rodadas por él mismo, nos habla del pasado, de ese fantasma con el que estamos obligados a convivir, de aquellos hombres y mujeres que se marcharon a vivir a la floreciente Piramida y que consiguieron sobreponerse a la adversidad y a la dura climatología, en medio de inviernos de oscuridad total y de veranos deslumbrantes, formando una utopía más o menos feliz y autosuficiente, amenazada únicamente por la visita ocasional de algún oso polar. Al menos, así era en un principio…
            Las imágenes del director danés Andreas Koefoed nos muestran el periplo de Mads, Casper and Rasmus, los tres miembros del grupo danés Efterklang, durante sus nueve días de estancia en Piramida. La banda se ha trasladado hasta allí con la intención de grabar sonidos procedentes del lugar, creando así una suerte de paisaje sonoro que recoja el espíritu de aquellos hombres y mujeres y del sueño que persiguieron.
            En la actualidad, Piramida está habitada por un solo hombre, un ruso silencioso y de carácter ríspido, acaso otro fantasma más como el que da título a la cinta, armado siempre de un fusil y temeroso de la posible aparición de un oso polar. Este hombre, forzosamente acostumbrado a vivir en soledad, será el improvisado guía de Efterklang durante su estancia. Junto a él y protegidos por su arma, los miembros del grupo recorrerán el paisaje surreal de esta ciudad fantasma, bañada por el agua gélida que entra en el Billefjorden y dormida a las faldas de la imponente mole de su montaña piramidal.
            Definitivamente y ante la impasible mirada de un busto de Lenin, el tiempo se ha detenido en Piramida. Los sueños de sus antiguos habitantes parecen flotar todavía en el aire, impregnando la madera de las barracas. Eran los tiempos en que eran felices, antes de la tragedia y de que llegase la Perestroika.
            Los componentes de Efterklang, mientras deambulan por el interior de edificios abandonados comunicados entre sí por tuberías metálicas a modo de arterias, parecen preguntarse ¿cómo es la vida de un pueblo cuando ya no está su gente?, ¿puede haber vida? Mads, Casper and Rasmus soplan en el interior de botellas vacías intentando arrancar sonidos sugerentes, percuten con sus baquetas y mazas sobre toda superficie de metal que se pone a su alcance, rozan con sus manos el lomo de viejos expedientes y luego los arrojan contra el suelo, graban el sonido de sus propios pasos sobre la helada tierra… buscan cualquier sonido que pueda servir de inspiración para el que ha de ser su cuarto disco (que se llamará precisamente Piramida y que será su primer disco con formación de trío) y susceptible de ser incorporado a él como una suerte de psicofonía.
            The ghost of Piramida intercala oportunamente los recuerdos en blanco y negro de Alexander entre las imágenes actuales, rodadas en color por Andreas Koefoed, utilizando como banda sonora la música del propio grupo.
            El documental dura 57 minutos y fue premiado en noviembre de 2012 en el IDFA de Amsterdam, el más importante festival de cine documental.



"EUROPE IS GOOD?: BLOQUEADOS EN MARRUECOS" - JAVI VALDEZATE


Publicado por Javier Serrano en La República Cultural



Título original: Europe is Good?: Bloqueados en Marruecos
Guión y dirección: Javi Valdezate
Género: documental
Imagen: Juan Valdezate, Anna Surinyach, Javi Valdezate
Año: 2010
Duración: 55´
País: España
Producción: Grupo in-falibles / lemigrant
Web oficial: Europe is good? Bloqueados en Marruecos




Película documental que trata el tema de la emigración africana en su periplo hacia su particular y mitificado El Dorado: Europa.

En concreto, se centra en la ruta que atraviesa el Sahel y que tiene su inicio en Gao (Mali) y Agadez (Níger), puerta de entrada hacia el desierto del Sahara. Es allí donde hombres y mujeres, provenientes de otros países africanos, principian su particular y miserable odisea en dirección a Tamanrasset. En su viaje, en su huida, habrán de sortear traficantes de drogas, de armas y de mujeres, bandidos y terroristas de Al Kaeda. Se cruzarán con otros hombres oscuros que, como ellos, también viajan. Lo hacen cabizbajos y en dirección contraria: vienen de Europa. Con la esperanza todavía intacta y guiados por un guide al que previamente han pagado, continuarán con su periplo. Si el desierto del Sáhara es indulgente, esos migrantes arribarán a Maghnia, en la frontera con Marruecos. Será aquí, y en la vecina ciudad de Ouhjda, al otro lado de la frontera, en Marruecos, más conocida como el Cementerio, donde los nómades se enfrenten con los primeros impasses. Sin apenas dinero y a la espera siempre del momento oportuno para dar el salto, entran en contacto con las mafias de los tranquilos, guetos controlados con mano de hierro por los chairmans y sus secuaces, o bien se instalan en el bosque, en infraviviendas miserables.

Varados en estos no-lugares, donde el regreso es casi tan difícil como el avance, varias posibilidades se les ofrecen ahora, dependiendo del dinero que consigan reunir o de su grado de desesperación: echarse al mar en pateras o zódiacs e intentar cruzar el Estrecho; colarse en Ceuta o Melilla; o marchar a Rabat y Casablanca e intentarlo desde allí.

El tránsito, que en principio se estimaba que sería breve, no tarda en devenir en una situación kafkiana de varios años de espera, malviviendo acosados por los gendarmes y los mafiosos, contando con la ayuda puntual de voluntarios y ONGs. La situación se agravó a partir del año 2005, cuando los asaltos a la vallas fronterizas empujaron a las autoridades a fortificar aún más la frontera que separa el norte del sur.

En el caso de las mujeres, la situación tiene siempre un extra de dureza: si desean sobrevivir en este mundo de hombres habrán de utilizar, quieran o no, su cuerpo como moneda de cambio. En el caso de que consigan cruzar el Estrecho, no tardarán en comprobar que en Europa su situación no es muy diferente. Además, y tanto para ellas como para ellos, pisar suelo europeo no implica estabilidad ni papeles: en cualquier momento podrán ser deportados y vuelta a empezar, como si de un desafortunado Sísifo de piel oscura se tratara.

El drama está contado en primera persona por algunos de sus protagonistas, además de ofrecer el testimonio de colaboradores (Médicos Sin Fronteras y otros) y del periodista Pepe Naranjo, especializado en flujos migratorios.

Los beneficios que se puedan conseguir con el documental irán destinados a los proyectos de Lemigrant en el norte de África.