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«R100» - HITOSHI MATSUMOTO (2013)

... comedia delirante y absurda en la que un gris vendedor de muebles, Takafumi (interpretado por Nao Ômori), aficionado al sadomasoquismo, firma un contrato con Bondage, un selecto club dedicado a los servicios del placer por la vía del dolor. La duración del contrato es de un año, sin posibilidad, bajo ninguna circunstancia, de cancelación. A partir de ese momento la vida de Takafumi cambia por completo, alejándose de su oscura realidad, con una esposa que yace en un hospital en estado vegetativo y un trabajo alienante. Sus encuentros inesperados con las queens, dominatrices de figura estilizada, enfundadas en cuero y botas altas, las palizas que le pegan en cualquier lugar de la ciudad, la humillación que ha de padecer... todo eso le reporta gratos momentos de placer, tal y como puede observarse en la manera en que su cara se hincha como la cabeza de un pez-globo. Esta trama es a su vez el guión de otra trama: la de unos ojeadores de una productora de cine que han de decidir sobre una película, R100, que describe las absurdas peripecias de un aficionado al sadomasoquismo y cuyo director asegura que es necesario haber llegado a los 100 años para entenderla.
La relación del protagonista con Bondage se va complicando y la película se va tornando cada vez más absurda, transformándose en una suerte de parodia de las películas de acción, con persecuciones, tiroteos, asesinatos, bombas... y todo ello sin que lo que ocurre venga demasiado a cuento, una total ida de olla, divertida por lo sinsentido que es y donde todo es posible. Encerrado en su casa, Takafumi tendrá que enfrentarse a todo un ejército de dóminas que rodea su domicilio. La cruenta batalla culminará con un combate final con la CEO de Bondage, una hembra gigantesca, rubia y poderosa (interpretada por Lindsay Kay Hayward).
La película está rodada con un estilo muy personal. Cuenta con una fotografía de tonos marrones, casi de blanco y negro, y unos efectos especiales tirando a cutres pero divertidos, en los que aparecen extrañas criaturas...
 

«ER IST WIEDER DA (LOOK WHO´S BACK)» (2015) - DAVID WNENDT

 ... interesante esta comedia, Er ist wieder da (Look Who’s Back), en español Ha vuelto, que cuenta el regreso de Adolf Hitler a la Alemania de 2014. Aunque algunos lo toman por un payaso, este Hitler revivido se aprovecha del poder de propaganda de Internet y la televisión para colar su mensaje, sabedor, como él mismo reconoce en la película, de que el fascismo no puede morir por la sencilla razón de que todos lo llevamos dentro, y solo es cuestión de agitar un poco el avispero. Adaptación de la novela del mismo nombre de Timur Vermes...

 

«UN EFECTO ÓPTICO» (2020) - JUAN CAVESTANY

... Alfredo y Teresa (Pepón Nieto-Carmen Machi) son un matrimonio de Burgos que ha decidido viajar a Nueva York y cumplir con todas las visitas obligadas que recomiendan las guías turísticas. Una vez allí empiezan a percibir “señales” que les hacen tener la extraña sensación de que su viaje no era como habían previsto. Una comedia que se mueve entre una suerte de túnel espacio-temporal y un extraño déjà vu existencial que se repite a través de diversos planos de realidad: la realidad misma, el sueño, el cine... Película trufada de elementos, personajes y situaciones inquietantes que hacen que los protagonistas y el espectador sean incapaces de ubicarse con precisión pero sí de percibir una amenaza tan imprecisa como perturbadora. Nueva York, que “es como Burgos pero más grande”, como telón de fondo de esta comedia, una ciudad que resulta familiar para el foráneo gracias a sus innumerables apariciones en el cine y que le puede hacer sentir como un actor más dentro de una película en la que no se ha leído el guión, un lugar que en un mundo globalizado como el nuestro no es muy diferente de Madrid, Burgos o de cualquier otra ciudad. Estupendos y creíbles Pepón Nieto y Carmen Machi. Buen guión y buena dirección de Juan Cavestany...


 

«SPREE» (2020) - EUGENE KOTLYARENKO

 Spree
 ... Kurt Kunkle (Joe Keery) es un joven aspirante a influencer en Los Ángeles. Como su influencia, reflejada en unos números pírricos, es prácticamente nula y no puede vivir de ella, Kurt, aka @Kurtsworld96, se ve obligado a trabajar como chófer en Spree, una suerte de Uber que ofrece coches compartidos. Harto de que ni él ni su canal, El Mundo de Kurt, tengan reconocimiento alguno, idea un plan maquiavélico y alocado, al que llama La Lección (#TheLesson): llena el coche de cámaras y va conversando con los clientes y retransmitiéndolo todo en tiempo real en su página, incluso les invita cordialmente a un botellín de agua envenenada y luego graba su muerte para que sus seguidores puedan disfrutar de un contenido realmente distinto. El asesinato se vuelve tendencia y Kurt Kunkle se transforma en un divertido asesino en serie que va recorriendo Los Ángeles, conduciendo su vehículo Spree (ojo al guiño: «killing spree», en inglés, es matanza de personas), sentado sobre una funda de bolas que cubre su asiento, recogiendo clientes (como aquel otro taxista pirado, Travis Bickle, en Taxi driver de Scorsese) y mostrándoles la música que él mismo ha compuesto. Un supremacista blanco, un chulo de bolera, un trío de fiesteros, una cómica de stand-up... los clientes de Kurt son seres no muy diferentes a él, personas con el móvil siempre presto a grabar alguna aventura WTF y que aspiran a ser otras personas a las que todo el mundo mire y admire, o como resume la cómica de stand-up poseedora de una red social llena de followers: «Todo los ojos a mí». Entre esos clientes hay que incluir al padre de Kurt, que también llega a montar en el vehículo y que es un patético pinchadiscos ya talludito y sediento de reconocimiento que trabaja como DJ residente en un vacío club de strip-tease. 
Spree es una sátira que refleja un mundo paralelo a lo que conocíamos como «mundo real»: el de las redes sociales, el de la gente que vive enganchada a un teléfono móvil y a una cámara, que se pasa el día en Internet, una Red que para ellos es más real que el mundo real.
A nivel técnico, la película está filmada con un sistema de multicámara: todo lo que el espectador ve, está siendo grabado en tiempo real a través de la cámara de un smartphone, de una vídeo-cámara o del circuito cerrado de televisión de algún edificio o local, lo que ofrece a menudo diferentes puntos de vista y obliga al espectador a estar en modo multitarea. Incluso los seguidores de El Mundo de Kurt participan, dando su opinión, trufada de emoticonos, en un chat que aparece de vez en cuando en un lateral de la pantalla. Lo importante, lo verdaderamente importante, es grabarlo todo, pues en un mundo basado en la experiencia audiovisual si algo no ha sido grabado es porque simplemente no ha ocurrido.
La cinta tiene un buen guión y diálogos espontáneos, salpimentado todo con un corrosivo sentido del humor; el ritmo es trepidante y con bastante acción, como si por momentos estuviéramos dentro de un videojuego donde no faltan persecuciones de coches, y con unos asesinatos tragicómicos pero al mismo tiempo bastante sangrientos e imaginativos en el modo en que son ejecutados. Kurt Kunkle será recordado en la historia del cine como un serial killer simpático y genial, tan tierno como violento. 
Y recuerda: si te gustó la película, no olvides darle un «like»... 

 
 

«FOUR LIONS» - CHRIS MORRIS

«Four Lions», Chris MorrisTítulo original: Four Lions
Año: 2010
Duración: 94 min.
País: Reino Unido
Dirección: Chris Morris
Guión: Jesse Armstrong, Sam Bain, Chris Morris, Simon Blackwell
Fotografía: Lol Crawley
Reparto: Riz Ahmed, Kayvan Novak, Nigel Lindsay, Adeel Akhtar, Arsher Ali, Preeya Kalidas, Julia Davis, Craig Parkinson, Wasim Zakir, Mohammad Aqil, Waleed Elgadi, Alex MacQueen, Marcus Garvey, Benedict Cumberbatch
Productora: Wild Bunch

Four Lions es una comedia negra que aborda el espinoso asunto del terrorismo islámico. Está ambientada en Londres, donde un grupo de terroristas trata de llevar a cabo una acción espectacular que atraiga la atención sobre el islam. Como se ve, un tema de actualidad y cuyo efecto se extiende por buena parte del mundo desarrollado. Uno podría imaginar que material tan delicado requeriría un tratamiento cuidadoso si no se  quiere ofender sensibilidades de uno y otro lado. De hecho, son pocas las películas que han tratado este tema y mucho menos en clave de comedia. Pues bien, Chris Morris no duda en hacerlo de una manera tan burlona como irreverente, valiéndose de armas tan peligrosas como la parodia o el humor ácido.
Omar (Riz Ahmed) es el cerebro de la célula de descerebrados, el hombre capaz de poner algo de sentido común; vigilante de seguridad y ciudadano corriente, bien integrado en la sociedad y padre ejemplar cuyas mártires pretensiones son apoyadas por su esposa y por su pequeño hijo. Waj (Kayvan Novak) es la fuerza bruta, el torpe y manipulable primo de Omar. Barry (Nigel Lindsay) es el blanco convertido al islam y quizás por ello el más radical. Hassan (Arsher Ali) es un rapero aprendiz de terrorista. Y por último, Faisal (Adeel Akhtar),  el «especialista» en explosivos.
Estos son los cuatro peligrosos protagonistas (Faisal acabará probando de su propia medicina y volando por los aires), que se ven a sí mismos como cuatro fieros leones, aspirantes (sin demasiada convicción en algunos casos) a ganarse el cielo mediante la acción violenta. La realidad es que no pasan de ser una panda de inútiles, y más que tratar de reivindicar una religión parecen querer reivindicarse a sí mismos, trascender de alguna manera y salir, por fin, en televisión, de ahí su preocupación por grabarse continuamente. 
No deja de ser paradójico que pese a querer destruir la sociedad en que viven, estos yihadistas disfrutan de algunos de los elementos de esa sociedad occidental que tanto denostan, como es el caso de la música, con esa secuencia en que aparece la célula integrista cantando una pegadiza «Dancing in the Moonlight», de Toploader, en el interior de una furgoneta cargada de explosivos.
«Four Lions», Chris MorrisEn lugar de rezar piadosamente en alguna mezquita, estos fanáticos prefieren la acción directa, como queda patente durante su preparación a la yihad, un entrenamiento que se parece más bien a una compilación de tomas falsas (así lo describe el propio Omar), como esas que acompañan los DVDs.
El espectador asiste, a través de una cámara de movimientos nerviosos, a discusiones en el seno de la célula en las que sus integrantes debaten sobre el plan que han de seguir y el objetivo a destruir: inmolarse, poner un explosivo en algún lugar que haga especial daño al enemigo infiel, volar internet, realizar una acción de falsa bandera y colocar una bomba en alguna mezquita para que la masacre haga movilizarse a sus hermanos musulmanes… Finalmente, es el cabecilla Omar el que se lleva el gato al agua: será un atentado en el maratón de Londres, repleto de infieles y de cámaras de televisión, y donde es habitual que algunos participantes acudan disfrazados de manera ridícula.
Lejos de debates sesudos que podrían explicar el proceso de radicalización de los personajes, lo que hay en Four Lions son diálogos, a menudo diálogos para besugos, y situaciones que recuerdan a los Monty Python. La película está repleta de todos los tópicos que rodean el tema terrorista y con los que desgraciadamente estamos familiarizados gracias a los medios de persuasión: cinturones con explosivos, barbas, yihad, viajes a campos de entrenamiento en Pakistán (con una secuencia que remite al inicio de The Party y a Peter Sellers haciendo de actor incompetente), vídeos reivindicativos, Osama Bin Laden, cielos con jardines y esposas purificadas… Y todo ello salpimentado con corrosivo humor negro, con algunos gags bastante hilarantes, como la preparación de un atentado con un cuervo cargado de explosivos (que como no podía ser de otro modo resulta fallido) o esa memorable secuencia final en el maratón de Londres, con los cuatro chapuceros protagonistas ataviados con disfraces patéticos y siendo perseguidos por policías no menos estúpidos.