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«ESCULPIENDO EL TIEMPO» (II) - ANDRÉI TARKOVSKY

«No es bueno que el director se dedique a reflexionar sobre el estilo «poético», «intelectual» o «documental»; que reflexione sólo sobre cómo mantener hasta el final sus ideales, con total consecuencia. En el arte no puede haber autenticidad y objetividad documentales. La objetividad es siempre la de un autor, es decir, es subjetiva. Esto es así incluso en el caso de que el autor se dedique a montar material documental».

«Cuando se habla de «géneros» cinematográficos, normalmente se está hablando de productos comerciales, de comedias, películas del Oeste, dramas psicológicos, películas policíacas, musicales, de terror, melodramas, etc. Pero todo esto, ¿qué tiene que ver con el arte? Éstos son «artículos de masas», objetos de consumo, si se quiere. Al arte cinematográfico estas formas omnipresentes se le han adherido, desgraciadamente, por medio de intereses comerciales. Pero el cine, en su sentido verdadero, no conoce más que una forma de pensar: el pensamiento poético, que une lo que no se puede unir, lo paradójico, y que convierte el arte cinematográfico en una forma adecuada de expresar las ideas y los sentimientos de su autor.
La verdadera imagen cinematográfica se basa en superar los límites de los géneros. El artista se esfuerza por expresar sus ideales, que no se pueden encerrar en los parámetros de un género.
Por ejemplo, ¿en qué género trabaja Robert Bresson? En ninguno, por supuesto. Bresson es Bresson. Él es su propio género. Antonioni, Fellini, Bergman, Kurosawa, Buñuel, en el fondo son idénticos solo a sí mismos. ¿Y Chaplin? ¿Es que está interpretando meramente una comedia? No, es Chaplin y nada más: un fenómeno único, irrepetible. Ya el mismo término de «género» desprende un frío glacial. Porque los artistas son como microcosmos, cada uno el suyo. ¿Cómo meterlos en los límites convencionales de cualquier género? El que Bergman también intentara rodar una comedia de estilo comercial no tiene nada que ver con esto. Y además, lo hizo con escaso éxito. La fama la adquirió en todo el mundo por películas de otro tipo.
O fijémonos en Chaplin. Aquí tenemos la hipérbole más pura, pero lo más esencial es que Chaplin cautiva en todo momento por el comportamiento verídico de los héroes que interpreta. Aun en las situaciones más precarias es natural; por eso incita a la risa. Sus héroes, precisamente por el absurdo del mundo hiperbolizado que les rodea, tienen una lógica incuestionable. A veces parece que Chaplin estuviera muerto desde hace ya 300 años. Hasta tal punto es un clásico de grandeza absoluta».

«El artista sueña con un máximo de entendimiento, a pesar de que siempre conseguirá transmitir al espectador tan sólo una fracción de su mensaje. Pero conviene que no se preocupe demasiado: lo único que debe tener en cuenta con total perseverancia es expresar su idea todo lo sinceramente que pueda».


«PARIS IS BURNING» (1990) - JENNIE LIVINGSTON

Paris is Burning es un documental que nos muestra una parte de la escena underground del New York de 1987, más concretamente el underground negro, gay y transexual en la zona de Harlem. Como reconoce uno de los protagonistas al principio de la película: si eres un hombre negro y además eres gay, vas a tener una vida realmente jodida, así que más te vale ser fuerte. Homosexuales y transexuales, negros en su mayoría, se organizan en un mundo subterráneo, paralelo al hegemónico, blanco y heterosexual. Hacen desfiles de modelos, "balls", en locales como el Savoy Manor, donde compiten por alzarse con algún trofeo de las muchas categorías existentes: la más glamourosa, la más guapa, la más femenina... o también "la mejor con ropa de deporte de invierno" (y no vale presentarse con ropa de poliéster, o si lo haces, te caerán las críticas feroces de los asistentes). Algunas son capaces de gastarse un pastón para participar en esos balls, y la que no puede hacerlo, no duda en ratear, en robar algo para conseguir sus fines. Son seres apartados del mundo blanco, heterosexual y biempensante, al margen de una sociedad que no los admite y tiende a expulsarlos o, en el mejor de los casos, a ningunearlos. Es por ello que han de buscarse la vida como pueden, a menudo prostituyéndose, pues en la época mostrada no quedan muchas opciones para un homosexual o un transexual. Gracias a estas fiestas y a estos reductos de libertad, gays y transexuales de New York pueden encontrarse y juntarse con otros que son como ellos, construirse una identidad, crear conciencia de grupo, reafirmarse, defenderse, sentirse libres, hablar su particular jerga, enamorarse, follar... 
La cámara de Jennie Livingston se acerca a ellos para mostrarnos cómo es su vida. Livingston convivió con ellos durante siete años a finales de los 80, asistiendo a sus bailes, a los eventos sociales organizados por la comunidad negra gay... Es ahí donde nace Paris is burning.  
Muchos de los protagonistas que aparecen en pantalla fueron expulsados de sus familias o empujados a marcharse lejos, para que esa familia no se avergonzara ante la comunidad. Encontraron refugio en las "houses", casas donde viven otras personas del colectivo en una situación parecida, lideradas por una "mother", una persona que los acoge y hace las veces de una madre. Son esas "houses", esas "familias", como los Xtravaganza, LaBeija (liderada por la multipremiada Pepper Labeija), Pendavis... las que luego compiten a muerte en las pasarelas imaginarias de los balls. Es ahí donde estas drag queens pueden acariciar el sueño imaginario de convertirse en una estrella, aunque sea una estrella pequeñita y local, una vía de escape de un mundo especialmente jodido para ellos. La competencia es dura y a veces hay piques muy fuertes entre ellas, llegando al insulto, unos insultos llenos de gracia y de inteligencia. Destacan personajes como Pepper Labeija, Kim Pendavis, Octavia Saint Laurent, Venus Xtravaganza, Willi Ninja, uno de los innovadores del vogue, la danza que nació en las calles y en los balls y que pretendía emular las poses de las divas de la revista Vogue, baile que Madonna fagocitaría después y haría famoso y que acabaría llegando a lugares tan lejanos como París y Japón, personajes que aspiran a ser, o que ya son, "leyendas" dentro del microcosmos gay de la ciudad. A ritmo de música disco, los aspirantes caminan contoneando sus caderas o bailan vogue. Como no podía ser de otro modo, Paris is burning está acompañada de buena música, especialmente música disco, pero también temas de Barry White, Diana Ross, Aretha Franklin...
El documental ganó el gran premio del jurado en Sundance en 1991.

«PRIVILEGE» (1967) - PETER WATKINS

El privilegio al que hace referencia el título es el privilegio del que disfruta Steven Shorter, una prominente estrella del rock de los 60 en Gran Bretaña, capaz de movilizar a cientos de miles de fans. Es justamente esa capacidad de atraer a las masas lo que le interesa a los poderes fácticos británicos, que tratan de utilizar a Shorter para conseguir oscuros objetivos, y todo ello, como no podría ser de otra manera tratándose de Watkins, con la participación imprescindible y necesaria de los medios de comunicación de masas, auténtica correa de transmisión de la ideología del poder.
El gobierno se sirve del poder de convocatoria de Shorter —interpretado por Paul Jones, actor, cantante y harmonicista de la banda Manfred Mann, y presentador después durante décadas en la BBC— para canalizar en sus conciertos toda la rabia de la juventud, toda esa violencia en estado puro que albergan los jóvenes y que en un momento dado podría ser peligrosa para el gobierno del momento, una coalición entre conservadores y progresistas donde apenas hay diferencias entre unos y otros.
La industria de la música, otra industria más dentro de una economía capitalista que trata de maximizar a toda costa el beneficio y minimizar el coste, ha hecho de Shorter su particular gallina de los huevos de oro, así que trata de mimarlo y agasajarlo, poniendo a su disposición a representantes, estilistas, compositores de música, fotógrafos, asistentes... siempre prestos a satisfacer cualquier capricho del artista. Es tal el modo en que su discográfica explota al cantante que no duda en vender cabellos de la estrella como un objeto de consumo más.
La vida social del artista es intensa, asistiendo a fiestas, a presentaciones... siempre acompañado por las cámaras de los periodistas, a la vista de todos, sin posibilidad apenas de privacidad alguna; de hecho a menudo no sabemos si el punto de vista de la cámara es el del director o es el de una cámara de alguna cadena televisiva de las que aparecen en la película, jugando así con la mezcla de diferentes planos de realidad. A medida que Shorter va ascendiendo en su carrera hacia la fama, aupado por el poder, su vida se convierte en una caída, en un desmoronamiento hacia su particular infierno individual, sin momentos para la reflexión y sin posibilidad alguna de escapar, convertido en un engranaje más de la máquina.
Por su parte la iglesia cristiana utiliza a Shorter para intentar evitar esa hemorragia de fieles que han ido abandonando sus filas en los últimos años. Incluso llega a montar —en una de las secuencias más impactantes de la película— un espectáculo con tintes claramente nazis en que se mezcla pop y religión, con Shorter vestido de rojo y convertido en un nuevo mesías, donde uno de los dirigentes eclesiásticos suelta un discurso a modo de presentación de la estrella, un speech incendiario muy parecido, tanto en el contenido como en la forma, a los que pronunciaba un emocionado Adolf Hitler en Nuremberg, y donde incluso la propia banda de Shorter saluda brazo en alto mientras una audiencia adocenada y aquiesciente corea el eslogan "we will conform" (obedeceremos).
Todos a su alrededor se aprovechan de un modo un otro de Shorter. La única que parece ser honesta en sus intenciones es una fotógrafa, Vanessa (interpretada por Jean Shrimpton), que acompaña al artista y que está pintando un retrato de él, tratando de captar quién es realmente el verdadero Steven Shorter, más alla del personaje y de los focos.
A veces es una voz en off, en este caso la de Oliver Postgate, la que hace comentarios sobre lo que estamos viendo en pantalla, como si fuera un documental y esa voz en off añadiera el contexto necesario para la compresión de las imágenes, un recurso muy utilizado por Watkins en su filmografía.
El protagonista, cansado de ser una marioneta en manos del poder, decide enfrentarse a todos a sabiendas de que ese gesto, tan arriesgado como honesto, puede costarle su carrera musical, su privilegio. Es el individuo frente a la masa, un héroe raquítico luchando contra la pesada pero bien engrasada maquinaria del establishment.
Tal vez la sátira futurista que es Privilege, estrenada por primera vez el 28 de febrero de 1967, con esa mezcla de poder, pop, populismo barato y propaganda, aderezada con una interesante banda sonora (obra de George Bean & The Runner Beans y de The Mike Leander Orchestra), no es de las mejores películas de Watkins (peaje a pagar por haber rodado obras maestras), pero es una obra notable en la que muestra las constantes de su cine insobornable: mordaz crítica al poder, al Estado, a los media, a una policía violenta inmersa en acciones de represión (muy bien rodadas siempre por el equipo de Watkins)... y en esta ocasión además arremete contra el mundo de la música y el de la religión cristiana, y todo ello salpimentado con algunos detalles humorísticos que no suelen ser muy abundantes en sus otras películas.


«SPARTA» (2022) - ULRICH SEIDL

 ... Sparta forma parte, junto a Rimini, de lo que debería haber sido una trilogía (como ya ocurriera con su anterior tríptico llamado Paraíso: Amor-Fe-Esperanza). Esta otra trilogía no llegó a consumarse por la muerte de uno de sus actores principales, Hans-Michael Rehberg, que hace el papel de padre de los protagonistas de ambas cintas, un hombre con demencia senil que vive en una residencia de ancianos y del que se insinúa un oscuro pasado nazi.
En esta ocasión, Ulrich Seidl nos presenta a Ewald (Georg Friedrich), un austriaco que vive en Rumanía y que siente una especial atracción por los niños. Juega con ellos, como si fuera uno más, pero su cabeza estalla cuando se despierta un deseo sexual turbio que a duras penas logra reprimir. Es entonces cuando da marcha atrás y se retira, a sabiendas de que todo volverá a ocurrir, pues esa es su condición. Ese el motor de la película, que la impulsa hacia delante y que atrapa al espectador, que siente una curiosidad malsana por comprobar si finalmente la presa caerá abatida o no.
Seidl nos presenta un tema tan peliagudo como es la pederastia y lo hace de una manera inteligente, sin caer en lo morboso o en lo excesivamente explícito, haciendo que el espectador pueda sentir todo el dolor que siente Ewald, una mente enferma pero al mismo tiempo decidida a llevar a cabo sus planes. No sabemos si en el pasado tuvo ya alguna relación con algún crío, o tal vez él mismo sufrió abusos cuando era pequeño y ahora repite el mismo patrón.
Ewald rompe con su novia, abandona su trabajo y se marcha de la ciudad en que vive en Rumanía, en busca de un lugar donde montar una escuela de judo para niños. Ayudado por algunos críos del pueblo consigue rehabilitar una vieja escuela y crear una suerte de fortaleza, lejos de miradas indiscretas, donde los niños puedan jugar y aprender artes marciales mientras él les hace fotos, y al mismo tiempo forjarles un carácter fuerte, hacer de ellos "buenos soldados", como lo eran los soldados espartanos de la antigua Grecia (no en vano la escuela de judo recibe precisamente ese nombre, Sparta). Pretende también alejarlos de un ambiente familiar marcado por la violencia y el alcoholismo.
Ewald siente una especial atracción por Octavian, un niño tímido y sensible que guarda cierto parecido con el Tadzio de la película Muerte en Venecia de Visconti. La película da un giro cuando los vecinos del pueblo, y en especial el violento padre de Octavian, empiezan a intuir que algo raro puede estar ocurriendo.
Tanto aquí como en Rimini, ambas películas de ficción, se percibe un tono cercano al documental, género que conforma el grueso de la filmografía del director austriaco, ayudado también por una mezcla de actores profesionales y no profesionales.
La Rumanía que nos muestra Seidl es el paisaje más acorde a lo que pueda ser la mente del protagonista: un escenario decadente, sucio, pobre, feo... Adjetivos estos que suelen ser bastante habituales en el cine de Seidl, acostumbrado a poner el dedo en la llaga del espectador occidental, a mostrarle aquello que el cine mainstream se empeña en no enseñar o cuando lo hace le añade un final feliz o más o menos tolerable. Seidl parece sentirse cómodo, igual que su compatriota Michael Haneke, en sacudir al espectador, en mostrarle todo lo desagradable, turbio y contradictorio que hay en la cultura occidental, en unos países que se han forjado una imagen amable a fuerza de ocultar su lado oscuro, y todo ello con el objetivo último de hacerle reflexionar.
El guión de Sparta se construyó a partir de una historia real, la del alemán Markus Roth, un pedófilo que enseñaba judo en las áreas más deprimidas de Rumanía y que al mismo tiempo vendía fotos y vídeos de niños duchándose y jugando.
Como era previsible, Sparta ha estado acompañada de polémicas. El Festival Internacional de Cine de Toronto retiró la película a raíz de una noticia publicada por Der Spiegel en la que acusaba al cineasta de haber ocultado el argumento a sus jóvenes actores y a sus familias. Más cerca de nosotros, Seidl canceló su viaje a San Sebastián para presentar la cinta en el festival de cine...

«KOSHIKEI (MUERTE POR AHORCAMIENTO)» (1968) - NAGISA OSHIMA

... una voz en off interpela al espectador al principio de la película: ¿estás a favor o en contra de la abolición de la pena de muerte? Según un sondeo de la época (1942), el 71% de la población japonesa está en contra de abolirla, el 16% la apoya y el 13% está indeciso. "¿Habéis visto alguna vez una sala de ejecución? ¿Habéis visto alguna vez una ejecución?".
Una toma aérea nos sitúa en el lugar donde transcurre la película: una prisión que tiene una sala de ejecución en un rincón apartado, lejos del edificio central y lejos de las miradas de los curiosos, como si fuera una casa normal, pintada de color crema y donde incluso a veces se pueden ver cerezos en flor y azaleas. La cámara entra ahora en esa sala de ejecución. Parece el interior de un piso. La voz en off nos describe los detalles: paredes de color salmón, sala de espera, una capilla, un altar budista que puede ser usado como altar cristiano... Salvo una celda que no se utiliza, nada hace sospechar el oscuro fin al que está destinado el edificio.
La voz nos presenta ahora a los protagonistas de la película: funcionarios de la prisión, un fiscal público, un párroco, un médico, verdugos... y un reo. Todos hombres. 
Hecha la presentación del lugar y de los personajes solo resta proceder: ejecutar al reo. El reo es un coreano llamado R y será una muerte por ahorcamiento. Se pulsa un botón, una trampilla se abre bajo los pies del presidiario y este queda colgando ante la atenta y morbosa mirada de los funcionarios. Por alguna misteriosa razón R no muere, su corazón sigue latiendo. ¿Qué hacer con él? En el metódico proceder de los funcionarios nunca se ha presentado un caso igual. Por si fuera poco, no se puede razonar con R: ha perdido la memoria. El equipo de funcionarios toma la decisión de hacerle recordar algunos momentos de su vida que explican cómo se llegó a su condena. Un funcionario va leyendo la sentencia y sus compañeros se dedican a hacer una suerte de obra de teatro bastante ridícula donde se recrean hechos de la vida de R, especialmente aquellos más truculentos, los que describen cómo ejecutó y violó a dos mujeres japonesas. Nos remontamos a la infancia humilde de R en Corea, un país que sufrió la invasión y humillación por parte de Japón. Aparte de la legitimidad o no de la pena de muerte, la otra línea argumental de la película es precisamente esta: la ocupación de Corea por parte de su vecino nipón y el desprecio de los japoneses a los coreanos. Dicha ocupación conllevó muchos muertos, ¿no convierte eso a los japoneses en asesinos similares a R? ¿Qué justicia pueden estar entonces ejecutando esos verdugos? Dicen representar al Estado, a la nación, conceptos que no dejan de ser abstracciones que pueden llegar a justificar los peores crímenes. ¿Tiene ese Estado alguna legitimidad para matar a un hombre?
Las penurias padecidas por R podrían explicar su comportamiento posterior, el resentimiento contra los invasores, aunque tal vez la causa última sea una oscura e incestuosa relación con su hermana. ¿Quién puede saberlo? ¿Acaso Dios? Y si Dios existe, ¿por qué permite tanto dolor?
Si R recupera la memoria, ¿qué se ha de hacer con él? ¿Volverlo a ejecutar? ¿Es posible la redención de R? Es cierto que físicamente sigue siendo la misma persona, el mismo cuerpo, pero el alma es cosa distinta. ¿Se puede redimir el alma? ¿Es posible la redención del pueblo japonés después de todo el daño que infligió a Corea y a los países del imperio colonial que construyó?
Pese a lo dramático del asunto y la seriedad de la muerte y la pena de muerte, esta cinta rodada en blanco y negro ─un evidente alegato en contra de la pena capital─ está tratada en clave de comedia...
 

 

«SHADOW OF THE VAMPIRE» (2000) - E. ELIAS MERHIGE

  ... interesante esta película que recrea en clave de comedia negra, un género no siempre bien entendido por el público y la crítica, cómo pudo ser el accidentado rodaje de la magnífica obra Nosferatu (1922), de F.W.Murnau, basada en la novela Drácula de Bram Stoker. Como el director no se pudo hacer con los derechos de la novela, decidió cambiarle el nombre pero la historia es la misma. Shadow of the vampire es cine dentro del cine, con John Malkovich haciendo de Murnau y Willem Dafoe en el papel de Max Schreck (el conde Orlok), que interpreta al vampiro de la película. La gracia de la cinta está en la licencia que se permite Merhige, su director, para que Max Schreck, un actor extravagante, de aspecto terrorífico y comportamiento casi animal, aparezca como un vampiro real, una criatura que solo quiere rodar de noche, se niega a viajar en barco, duerme en un ataúd y se alimenta de sangre y animales muertos. Para complicar más el asunto y con ello el rodaje, Schreck se enamora de la protagonista femenina, Greta Schroder (Catherine McCormack). Murnau no duda en ofrecérsela como premio al vampiro si consigue terminar el rodaje sin atacar al resto del elenco y del equipo técnico.
Se podría decir que esta cinta de cine mudo y rodada en blanco y negro llamada Nosferatu fue una película maldita: cuando terminó su rodaje la viuda de Stoker demandó con éxito a la productora por violar los derechos de autor. Un juez ordenó destruir todas las copias de esta obra maestra del terror, aunque por fortuna sobrevivieron algunas y Nosferatu acabó convirtiéndose en una obra de culto.
Décadas después del rodaje de Murnau, Werner Herzog hizo un remake de la misma, de impecable factura, con Klaus Kinski haciendo de vampiro, acompañado por Isabelle Adjani, Bruno Ganz y Roland Topor, y con una inquietante e hipnótica banda sonora a cargo de la banda alemana Popol Vuh. Por si fuera poco, está previsto que en 2024 llegue una nueva versión de Nosferatu, esta vez dirigida por Robert Eggers...

«R100» - HITOSHI MATSUMOTO (2013)

... comedia delirante y absurda en la que un gris vendedor de muebles, Takafumi (interpretado por Nao Ômori), aficionado al sadomasoquismo, firma un contrato con Bondage, un selecto club dedicado a los servicios del placer por la vía del dolor. La duración del contrato es de un año, sin posibilidad, bajo ninguna circunstancia, de cancelación. A partir de ese momento la vida de Takafumi cambia por completo, alejándose de su oscura realidad, con una esposa que yace en un hospital en estado vegetativo y un trabajo alienante. Sus encuentros inesperados con las queens, dominatrices de figura estilizada, enfundadas en cuero y botas altas, las palizas que le pegan en cualquier lugar de la ciudad, la humillación que ha de padecer... todo eso le reporta gratos momentos de placer, tal y como puede observarse en la manera en que su cara se hincha como la cabeza de un pez-globo. Esta trama es a su vez el guión de otra trama: la de unos ojeadores de una productora de cine que han de decidir sobre una película, R100, que describe las absurdas peripecias de un aficionado al sadomasoquismo y cuyo director asegura que es necesario haber llegado a los 100 años para entenderla.
La relación del protagonista con Bondage se va complicando y la película se va tornando cada vez más absurda, transformándose en una suerte de parodia de las películas de acción, con persecuciones, tiroteos, asesinatos, bombas... y todo ello sin que lo que ocurre venga demasiado a cuento, una total ida de olla, divertida por lo sinsentido que es y donde todo es posible. Encerrado en su casa, Takafumi tendrá que enfrentarse a todo un ejército de dóminas que rodea su domicilio. La cruenta batalla culminará con un combate final con la CEO de Bondage, una hembra gigantesca, rubia y poderosa (interpretada por Lindsay Kay Hayward).
La película está rodada con un estilo muy personal. Cuenta con una fotografía de tonos marrones, casi de blanco y negro, y unos efectos especiales tirando a cutres pero divertidos, en los que aparecen extrañas criaturas...
 

«RIMINI» - ULRICH SEIDL (2022)

... Richie Bravo (interpretado por un magnífico Michael Thomas, un habitual del director Ulrich Seidl) es un cantante decadente que va por los hoteles de la turística ciudad de Rimini (lugar de nacimiento de Federico Fellini), en la costa adriática de Italia, amenizando las noches de los turistas de fuera de temporada. Estamos en una Rimini invernal, llena de bruma, incluso nieve, con hoteles fantasmales y parques acuáticos cerrados, con inmigrantes tirados por sus calles.
Un bronceado y fuerte Richie Bravo canta canciones de amor en algún salón de algún hotel, acompañado por la música procedente de un reproductor de CDs, iluminado por estridentes luces de néon, embutido en una vestimenta hortera y con el pelo largo. Con su voz y su juego de seducción camela a mujeres jubiladas, carentes de afecto, les come la oreja hablando de amor y de la posibilidad de volver a sentirlo, y después, si puede, se las tira, y ellas no dudan en recompensarlo generosamente por el buen rato que les ha hecho pasar.  
Richie Bravo es un solitario, también un buscavidas de temporada baja. Su único consuelo es el alcohol y las máquina de juego. Así es su vida. Vive de un talento cuestionable y vive también de las mujeres, gracias a algo parecido al "amor", sin ser él mismo capaz de amar, como iremos descubriendo a medida que avanza la película y aparece un nuevo personaje en escena, Tessa (Tessa Göttlicher), una hija de la que ni se acordaba, y que le hará enfrentarse a su pasado. No solo eso: Tessa, acompañada de su inseparable novio musulmán, le exige una compensación económica a cambio de olvidar todo el daño que le hizo a su madre y el poco cariño que dio a ella como hija.
Como se puede ver, Richie Bravo, con sus botas de vaquero y su abrigo de piel de foca, es un personaje de lo más lamentable y sin embargo el espectador llega a sentir algo parecido a la empatía, o dejémoslo en simplemente simpatía, por él.
En esta ocasión, Ulrich Seidl abandona el formato del documental que tan buenos resultados le dio con películas como las de su trilogía Paraíso: Fe, Amor y Esperanza, o En el sótano, Safari, y se pasa a la ficción...

«TORE TANZT (NOTHING BAD CAN HAPPEN)» (2013) - KATRIN GEBBE


 ... Tore es un joven que vive con un grupo de punks en una casa okupada en Hamburgo. Este grupo de jóvenes se hace llamar Jesus Freaks y son unos devotos de Jesucristo. Cierto día Tore (interpretado de manera magnífica por un creíble Julius Feldmeier) ayuda a reparar de manera «milagrosa» la furgoneta de una familia, en la que el padre, Benno, le devolverá el favor días después abriéndole las puertas de su casa y acogiéndolo en su familia. La historia no nos revela en ningún momento detalles de la vida de Tore, es un joven sin pasado, poco sabemos de él, salvo que es un ser muy puro, quizás demasiado para la sociedad y los tiempos que le han tocado vivir, ingenuo y optimista. De vez en cuando sufre ataques epilépticos, es aficionado a la papiroflexia y por encima de todo es un fanático de la religión cristiana; se debe a Jesucristo, con el que cree estar en contacto directo y al que reza durante las comidas y por las noches. Poco a poco, Tore irá descubriendo que su nueva familia está lejos de lo que se supone que debe ser una familia. Benno, el padre, es un tirano, celoso, abusador, que ejerce su violencia sobre los que le rodean, incluido Tore, que cree que todo lo que le está pasando es una prueba a la que le está sometiendo su dios y que pase lo que pase («Nada malo puede pasar» cuando tienes a Dios de tu lado), ha de resistir y tener esperanza. Astrid, la esposa de Benno, y el hijo pequeño, Dennis, tampoco escapan a esa atmósfera de violencia que se respira en la casa, inexorable como una ley física que podría enunciarse como «la violencia genera violencia y siempre irá in crescendo», y también ejercen en mayor o menor medida maltrato sobre Tore. Se diría que el ser humano alberga un instinto violento del que no puede substraerse y que le empuja a ejercer esa violencia sobre otros seres más débiles. O quizás es la sociedad, competitiva y violenta, en la que vivimos la que nos empuja a ser así y se trata más bien de agredir o ser agredido y esa es la única elección posible. Solo Sanny, la hija mayor, parece ser diferente a los demás miembros, de hecho guarda una relación con ellos más bien distante. Pronto se siente atraída por Tore, con el que establece una suerte de relación muy casta, una mezcla de amor y compasión. Al joven Tore, por su parte, no parece importarle convertirse en una especie de moderno mártir con tal de conseguir lo que busca. ¿Y qué es lo que busca? ¿Tal vez el amor de Sanny? ¿Sentirse integrado dentro de una familia y ser querido por ella, aunque se trate de una familia desestructurada como la que le ha tocada en suerte? ¿Tal vez cree que con la ayuda de Dios («Teach me Lord» reza el tatuaje que Tore tiene en su espalda) puede contribuir a cambiar el mundo o hacer, al menos, que una pequeña parte de ese mundo decadente, pongamos una familia o un miembro de esa familia, pueda vivir mejor? ¿Qué puede hacer la religión, sea la que sea, en un mundo gobernado por el dinero, el poder y la violencia? 
La película está estructurada en tres capítulos: Fe, Amor, Esperanza; probablemente inspirada en la frase extraída de la Biblia: «Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor» (Corintios 13:13). Tore Tanzt, la ópera prima de Katrin Gebbe, es una cinta violenta como también lo son otras películas que abordan temas similares y con las que se percibe cierto parecido: La Naranja Mecánica de Stanley Kubrick o dos de las películas del turbador Michael Haneke, Funny Games y Benny's video... La cinta está inspirada en hechos reales, en una noticia que leyó la directora y que hablaba de una pareja que había mantenido a un niño con discapacidad mental en su sótano durante meses en 2009, torturándolo hasta la muerte...

«MY ENEMY´S ENEMY» (2007) - KEVIN MACDONALD

 ... documental sobre la figura del comandante de la Gestapo Klaus Barbie, apodado el carnicero de Lyon, al que se atribuyen horrendos crímenes, desde la captura y asesinato de 44 niños judíos en Izieu, hasta el envío a campos de concentración de más de 7.500 personas, pasando por el arresto y tortura de 14.000 miembros de la Resistencia, y el asesinato de 4.432 personas, incluido Jean Moulin, el líder de la Resistencia durante el régimen de Vichy. La cinta nos habla de su sadismo a la hora de obtener información de los prisioneros; su colaboración, como muchos otros nazis tras el final de la Segunda Guerra Mundial, con los aliados y en especial con el gobierno de Estados Unidos, dispuesto a justificar cualquier medio con tal de conseguir su objetivo, la caída de su nuevo enemigo, la URSS, y en general acabar con cualquier gobierno, institución o grupo de corte izquierdista; su huida a Bolivia a través de la "ruta de las ratas" auspiciada por El Vaticano; su estancia en el país andino con una nueva identidad de apellido judío, Altman, convertido en un honrado empresario que no duda en colaborar con los sucesivos dictadores o en golpes de estado y que sueña con crear un cuarto Reich en Bolivia (incluso se habla de su posible participación en la detención y asesinato del Che Guevara); el acoso al que fue sometido por los Klarsfeld, un matrimonio de cazanazis; y su posterior caída en desgracia con la llegada de un gobierno democrático, lo que conlleva su entrega a Francia para ser juzgado en un juicio que aparte de intentar hacer justicia también pretendía lavar la imagen de una Francia colaboracionista con el régimen nazi...

«VORTEX» (2021) - GASPAR NOE

 ... Vortex, la última película de Gaspar Noe, guarda por su temática un cierto parecido con la también notable Amour de Michael Haneke. En Vortex asistimos a la decadencia de una pareja de ancianos, encerrada en una casa repleta de objetos y de recuerdos, desordenada, sucia y claustrofóbica, donde la demencia senil de ella, la madre (interpretada por Françoise Lebrun) condiciona su existencia, atrapada y atormentada en su laberinto mental, y la de él, marido y padre (interpretado por Dario Argento), que no sabe muy bien cómo afrontar la situación y escapar de ese vórtice de locura que lo arrastra, y que se aferra a su actividad intelectual y al libro que está escribiendo sobre el cine y los sueños para poner algo de cordura en su vida. La pantalla aparece partida en dos, pero no es una decisión gratuita o esteticista del director: aunque los protagonistas están en el mismo lugar y en el mismo momento, sus percepciones de la realidad son completamente distintas, la «película» de su vida en común hace tiempo que se convirtió en «dos películas», complementarias pero diferentes, así que tiene sentido que dos cámaras sigan a ambos personajes. Hay un tercer personaje, el hijo (interpretado por Alex Lutz), que los visita de vez en cuando pero que se ve incapaz de hacer otra cosa que no sea tender puentes temporales entre sus padres y ya de paso pedirle algo de dinero al padre.
Vortex es también un homenaje al cine. La casa está llena de pósteres de cine, de libros de cine, de películas de vídeo... Es el cine como fábrica de sueños. «Una película es un sueño dentro de un sueño» dice Dario Argento, el anciano, en un momento dado. Cine, sueño, realidad... todo se entremezcla. El cine como tabla de salvación en medio de un océano hostil y terrible, como posibilidad última de escapar a la horrible realidad que circunda a la pareja protagonista. En momentos cruciales de la película, Gaspar Noe, el director, se apoya en secuencias extraídas de otras películas para mostrar estados de ánimo de sus personajes, como en esa secuencia hermosa en que el anciano está tendido en el suelo, sufriendo un ataque al corazón, y en la televisión estamos viendo el océano misterioso que aparecía en Solaris, de Andrei Tarkovski, mientras en la otra mitad de la pantalla grande vemos a su esposa durmiendo plácidamente...

«FUNNY GAMES» (1997) - MICHAEL HANEKE

... he vuelto a ver Funny games, la primera versión, la de 1997, para comprobar cómo le ha afectado el paso del tiempo. Aparte de la violencia explícita hay varias cosas que me resultan muy molestas como espectador. Al final, creo que es justamente eso lo que pretende Haneke en todas sus películas: incomodar al espectador, sacarlo de su zona de confort, hacerle pensar, provocarle dilemas morales que le empujen a hipotéticas tomas de decisión. De hecho, en esta cinta esa incomodidad es muy explícita: Peter, uno de los jóvenes intrusos, de vez en cuando se dirige a la cámara, al espectador, le guiña un ojo, le propone jugar, incluso le anima a que apueste por cuál va a ser el final de la película, algo bastante inquietante. Pero hay más elementos perturbadores. Uno es la exquisitez de modales con que se desarrolla todo, a pesar de lo violento de la situación. Incluso el primer acto de violencia se ejerce con un palo de golf convertido en refinada arma. Otro elemento es el sinsentido de toda esa violencia. «¿Por qué?», pregunta el padre. «¿Y por qué no?», le responde Peter, su agresor. Otra cosa que me incomoda mucho es que todo parece un juego, un juego tan ridículo como perverso por parte de los intrusos, un funny game en el que además se van improvisando las reglas. Y así es cómo sobre la música clásica y la ópera del principio de la película (Mozart, Handel, Mascagni) termina imponiéndose el rock metalero de Naked City...

«THE HUMANS» (2021) - STEPHEN KARAM

 ... los Blake son una familia que se reúne en un viejo piso en Nueva York en el día de Acción de Gracias. Poco a poco, en el distendido ambiente familiar empiezan a colarse los problemas del día a día, como esas grietas y manchas de humedad que tiene la casa (que podría considerarse otro personaje más), como esos ruidos que hacen las tuberías viejas que amenazan con colapsar... La enfermedad, el miedo a la muerte, el sentimiento de culpa, la religión o la superstición como tabla de salvación... La angustia existencial, en definitiva. Todo eso va aflorando en un escenario que se va tornando cada vez más claustrofóbico, tenso y oscuro. Adaptación de una obra de teatro del propio director, Stephen Karam. Cine independiente, de bajo presupuesto, producido por la A24, con un trabajo interpretativo magnífico. Para la banda sonora nada mejor que música repetitiva: Steve Reich, Philip Glass, Attacca Quartet...

«EL HOMBRE QUE VIO DEMASIADO» (2015) - TRISHA ZIFF

... El hombre que vio demasiado es el mejicano Enrique Metinides, un fotógrafo de nota roja que, ya desde muy pequeño, manifestó una atracción morbosa por fotografiar accidentes. Ese hobby, un tanto extraño para un crío que aprovecha el tiempo libre que le deja la escuela para tomar la cámara Box Brownie regalada por su padre e ir a buscar por el D.F. lugares donde han ocurrido accidentes recientes, se acabará convirtiendo en su profesión y en el centro de su vida. A los trece años ya colabora con la prensa. Poco a poco, a medida que va ganando experiencia, el fotógrafo mejicano, al que apodan «El Niño», va ampliando su radio de acción y comienza a retratar escenas donde han ocurrido crímenes o van a ocurrir, como esa foto de un hombre a punto de suicidarse o la de esa niña, en la carnicería, que introduce accidentalmente su brazo en la máquina trituradora de carne. Esos accidentes y esos crímenes horripilantes a menudo congregan a multitudes que no solo quieren ver lo que ha pasado: también posan para la foto. El morbo y la espectacularización de la vida, junto a la violencia y la muerte, son otros temas que aparecen en el documental.
Metinides es un personaje peculiar, vestido siempre de manera impecable con traje y corbata —el horror no está reñido con la elegancia—, incluso cuando tiene que llegar a lugares remotos para hacer su trabajo. Es un tipo al que a fuerza de contemplar de frente la muerte y el mal se le ha ido curtiendo la piel y el corazón se le ha encallecido. Al igual que otros compañeros de profesión, sabe que hay que desligar trabajo y vida personal, y Metinides es también un hombre familiar, que adora a sus hijas, a pesar de que el trabajo le impide casi verlas, y a sus nietos. Es un devorador de periódicos y un coleccionista tan minucioso como compulsivo de fotos de sucesos relacionados con la nota roja, fotos que luego guarda perfectamente clasificadas en carpetas. Pese a todo la brutalidad que han contemplado sus ojos, sigue siendo aquel niño que se aficionó a las fotos macabras: tiene colecciones de camiones de bomberos y de ambulancias, con las que incluso hace montajes para sus obras. Su arriesgada profesión, más peligrosa cuanto más se acerca uno a la verdad de los hechos, ha convertido a Metinides en un hombre supersticioso, como revela la cantidad de ranas de la suerte que guarda en su casa.
Por la película desfilan algunos personajes que hacen una reflexión sobre el trabajo de Metinides, la profesión de fotógrafo y la violencia en general. Destaca la presencia de Dan Gilroy, el autor de Nightcrawler, una película que gira en torno a la vida de los nightcrawlers, esos fotógrafos, como Metinides, que se dedican a retratar la escena del crimen. Al igual que ellos, Metinides y otros colegas de profesión no dudan en establecer su «base» en las dependencias de la Cruz Roja o en llegar al lugar de los hechos subidos en ambulancias que cruzan la ciudad en medio de un ruido de sirena enloquecedor.
Metinides no hubiera pasado de ser un fotógrafo más si su obra no hubiera entrado en los museos. Es ahí donde sus fotografías empiezan a ser consideradas arte. ¿Pueden el horror, la violencia, el crimen y la muerte ser considerados arte? Hay una imagen que representa perfectamente este dilema: una mujer sufre un accidente y su cuerpo queda seccionado en dos. Pese a la truculencia de la foto, hay algo hermoso en ella que impide al espectador separar su mirada clavada en el teatro de los hechos. Parece incluso algo impostada, una escenificación; de hecho la mujer seccionada es una mujer bellísima cuyos ojos se han quedado abiertos. Como dice Metinides: te maquillas, sales de casa y luego a veces no vuelves a ella. Así de frágil es la vida. Puede que Metinides solo sea un mirón más, como lo somos todos, basta mirar esos accidentes de carretera donde los conductores que pasan al lado aminoran la velocidad para poder captar algún detalle morboso de la escena; o puede que su objetivo se limite a reflejar una sociedad, la mejicana, tremendamente violenta y donde se cuentan por centenares los fotógrafos y periodistas asesinados; o puede ser incluso que no sea solo la sociedad mejicana la que está enferma sino la sociedad entera. Hay un momento de la película en que se compara la violencia que hay en Méjico y en Estados Unidos, y se hace una reflexión muy interesante: no es que una sociedad sea más violenta que la otra sino que Estados Unidos, un país también muy violento, ha optado por no reflejar en los medios las imágenes de esos crímenes...

«A GHOST STORY» (2017) - DAVID LOWERY

 ... como su propio nombre indica, A Ghost Story es una historia de fantasmas, pero no es ni mucho menos una historia de terror, de esas trufadas de sobresaltos. Es más bien una historia de amor, tristísima y contada desde el punto de vista de un fantasma —aquí radica su originalidad— que se muestra ante el espectador con una sábana encima y con dos agujeros a la altura de los ojos. Un fantasma a menudo inmóvil e inexpresivo que observa todo lo que acontece en el interior de la casa a la que de alguna manera ha quedado vinculado para siempre. A veces se asoma a la ventana y ve que hay otros fantasmas atrapados en otras casas, con los que incluso puede establecer una comunicación. Obviamente, no puede ser visto por los habitantes de esa casa encantada que solo alcanzan a percibir ciertas manifestaciones ocasionales: bombillas que se encienden o apagan, puertas que se abren, el sonido de un piano aporreado... o, en el peor de los casos, cuando el fantasma está enojado, en forma de objetos que salen volando y terminan hechos trizas. 
Para contar esta historia de amor interrumpido, su director, David Lowery, apuesta por un predominio de planos fijos y de silencios (de hecho la película no tiene demasiado diálogos), que ponen de manifiesto de una manera a veces asfixiante los sentimientos de los dos protagonistas de la película.
A Ghost Story reflexiona sobre la posibilidad del amor más allá de la muerte; sobre la capacidad de los sentimientos para resistir la erosión del paso del tiempo (en un momendo dado, un personaje algo ebrio hace una interesante reflexión sobre el arte, ejemplificada en la Novena de Beethoven, y su relación con Dios, y especula sobre el sentido último de ese arte); sobre si algo permanece cuando desaparece lo puramente físico y como ese algo sigue aferrándose de una manera desesperada a los sentimientos, a la memoria o incluso a elementos más materiales: un mensaje escrito en un papel y escondido en alguna grieta en el umbral de una puerta, una casa, un piano...
La fotografía es impecable, con algunos planos que parecen cuadros. Por ponerle un pero creo que hay secuencias en que sobra la música, aunque en otros momentos de la película está perfectamente colocada y enriquece la historia...

«VIVARIUM» (2019) - LORCAN FINNEGAN

... una pareja de novios (Imogen Poots y Jesse Eisenberg), interesada en comprar una vivienda, es conducida por un extraño vendedor a Yonder, una urbanización en las afueras de la ciudad («ni lejos ni cerca sino en el lugar adecuado») donde todos los chalets son exactamente iguales, pintados del mismo color verde. «Yonder: hogares familiares de calidad. Para siempre», reza el cartel de la promotora. El vendedor les muestra la casa número 9, un hogar espacioso de varias plantas, con paredes interiores decoradas con alegres tonos pastel y cuadros con escenas que muestran la propia Yonder o el interior de la casa, y que incluso tiene un jardín en la parte trasera. En definitiva, una casa ideal dentro de un maravilloso entorno de casas ideales y exactamente iguales, ordenadas de manera racional y cuadriculada; un lugar perfecto para montar un proyecto de futuro, donde crear una familia y establecerse para siempre.
Lo que podría ser un paraíso bajo un cielo azul de nubes algodonosas (como algunos cuadros de Magritte que muestran una belleza perturbadora), no tarda en convertirse en un infierno para la pareja, atrapados en Yonder, un lugar, o más bien un no-lugar, gigantesco, laberíntico, repleto de casas con un número nueve a la entrada; un espacio tan ordenado como carente de vida donde la única compañía que tiene la pareja es la de un extraño bebé que un buen día aparece abandonado, como esos huevos que los cucos dejan en los nidos de otros pájaros. A medida que el tiempo va pasando y el bebé va creciendo, la relación de la pareja se irá deteriorando progresivamente.
Película irlandesa de tintes distópicos y a veces surrealistas, incluso de ciencia ficción (hay una subtrama que insinúa una presencia extraterrestre), sin renunciar a ciertas pinceladas humorísticas, donde una sucesión de originales puntos de giro mantiene al espectador atrapado. Una fotografía luminosa, sobreexpuesta a veces, con planos donde predominan las líneas rectas y la simetría, se encarga de conferir a Yonder un aspecto de enorme decorado.
Por debajo de su estructura más superficial se adivinan en la película otros temas más complejos que ponen en solfa ciertos valores asentados en la cultura occidental: la casi obligatoriedad de una relación de pareja (y con ella, la formación de una familia), la necesidad de un hogar donde establecerse (preferentemente una vivienda en propiedad y la consiguiente hipoteca), el trabajo como fuente de ingresos imprescindible para la supervivencia y para todo proyecto de futuro... Elementos interrelacionados que contribuyen a afianzar la estructura de la sociedad capitalista y a engrasar los mecanismos de su maquinaria, pero que implican al mismo tiempo una importante merma de libertad del individuo. Yonder es en ese sentido también una parábola: los individuos se obcecan a menudo en la persecución de sus sueños, lo cual puede estar bien (al fin y al cabo, la vida es esa persecución, independientemente de si se consiguen o no los sueños), pero a veces ese proceso conlleva la renuncia a muchas cosas probablemente más importantes...

«SUMMER OF SOUL» (2021) - AHMIR-KHALIB THOMPSON

 ... la ceremonia de entrega de los óscares de 2022 pasará a la historia del cine y a la historia en general como la noche en que Will Smith le soltó una hostia a Chris Rock por haberse metido con su mujer, Jada Pinkett Smith. Un negro pega a otro negro y arruina así la gala y probablemente su carrera. Pero esa noche ocurrió otro acontecimiento que también tiene que ver con la comunidad afroamericana: la película Summer of Soul, el llamado Woodstock negro, ganaba el óscar al mejor documental. No creo que estuviera en la mente de Will Smith eclipsar el logro de este documental, todo una reivindicación del pueblo negro y de su empoderamiento, pero así fue.
El Harlem Cultural Festival tuvo lugar en 1969 y a lo largo de seis fines de semana consecutivos (desde el 29 de junio hasta el 24 de agosto) logró reunir a cerca de 300.000 personas en el Mount Morris Park, ahora llamado Marcus Garvey Park (en honor a Marcus Garvey, el líder negro, fundador de la UNIA, Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro, y que entre otras cosas abogaba por el regreso al continente africano).
Hay que tener en cuenta el contexto en que tiene lugar el evento, después de una serie de magnicidios: John F. Kennedy (en 1963), Malcolm X (1965), Martin Luther King (1968) y Robert Kennedy (1968), y teniendo como telón de fondo la protesta contra la guerra de Vietnam, donde combate un gran número de población negra. Ese es el contexto en que a Tony Lawrence, actor y cantante de nightclubs de Nueva York, se le ocurre la idea de montar un festival gratuito en la ciudad de Nueva York, más concretamente en pleno barrio de Harlem, con una mayoría de población negra o de origen latino, de clase trabajadora y asolado por el crimen y la heroína.
La iniciativa cuaja, gracias al apoyo de John V. Lindsay, el alcalde blanco republicano, y de algunos patrocinadores. Para evitar posibles conflictos, los conciertos estarán vigilados por la policía pero también por integrantes de los Black Panthers. Y así es cómo por aquel parque y a lo largo de seis fines de semana irá pasando la flor y nata de la música negra (blues, góspel, jazz, soul, R&B, rock, funk...): B.B. King, Ray Barretto, Mongo Santamaría, David Ruffin, Chambers Brothers, Stevie Wonder (tocando la batería, el teclado, y con un asistente con un paraguas), Nina Simone (cantando junto al piano y leyendo el poema reivindicativo de un poeta negro), Gladys Knight and the Pips, Chuck Jackson, Sly and the Family Stone (con una banda que integra a músicos blancos y a mujeres tocando instrumentos), Mahalia Jackson, The 5th Dimension, Hugh Masekela, Sonny Sharrock, el baterista Max Roach, el ventrílocuo Willy Tyler con su muñeco Lester...
El monumental documental es el debut como director del talentoso Ahmir Thompson, Questlove, baterista en la banda The Roots, además de DJ, productor, periodista, actor... A partir de un material inédito construye una obra de dos horas que muestra lo que ocurrió en aquel verano de 1969 en el Mount Morris Park. No se trata solo de una serie de conciertos que consigue reunir a una pléyade de músicos negros de primera fila sino que también cuenta con la participación de líderes de la comunidad tan destacados como el reverendo Jesse Jackson, lo que contribuye a que finalmente se convierta en un acto de exaltación de la negritud, de reivindicación de los derechos de la comunidad negra, o como el propio Jesse Jackson clama (y con él el público): ¡Soy negro! ¡Soy hermoso! ¡Soy orgulloso! Tal y como revela la cinta, en ese momento histórico se produce un irreversible punto de inflexión: es la hora de dejar de ser llamado despectivamente «negro» y empezar a ser reconocidos como «black». Dicho de otro modo, la asunción por parte de la comunidad negra de todo su poder, el reconocimiento de su capacidad de cambiar las cosas, llegando, si es necesario, a usar la fuerza (aquí las opiniones se dividen entre pacifistas y partidarios de la vía violenta).
Hay un momento especialmente emotivo hacia la mitad de la película, cuando el pastor Jackson cuenta los últimos instantes de Luther King (Jackson estaba con él), poco antes de caer asesinado, y quería escuchar una canción que no pudo escuchar, y que en el festival se interpreta.
El documental cuenta con testimonios como el del actor Musa Jackson y otros participantes que estuvieron presentes en aquellos conciertos, incluido el actor Chris Rock (ese que se llevó una hostia durante una gala de los óscares, ¿lo recuerdan?), y que ahora, décadas después, recuerdan, con lágrimas en los ojos, lo que pasó. Alguno incluso parece cuestionarse si aquello realmente llegó a pasar, dada la irrelevancia a la que fue condenado, o tal vez es la memoria que juega una mala pasada e inventa las cosas.
¿Cómo puede ser que este evento, un «océano de gente negra», gratis para todos los asistentes, pasara desapercibido? Es cierto que coincide temporalmente con el más popular festival de Woodstock (apenas los separan 100 millas), pero incluso el de Harlem empieza antes. ¿Cómo es posible que esas cintas se guardaran durante 50 años en un sótano, que nadie se interesara por ellas y que aquel festival fuera ninguneado y olvidado?
«O cuando la revolución no pudo ser televisada», reza el subtítulo del filme. El productor de televisión Hal Tulchin filmó unas 50 horas, en color (algo inusual pues lo habitual en la época era el blanco y negro). Asegura que toda la publicidad se la llevó Woodstock, que al igual que Altamont (el Woodstock de la Costa Oeste de diciembre de ese mismo año) contaba con un plantel de grupos mayoritariamente blancos. Incluso probaron a llamar al de Harlem el Black Woodstock, pero no parece que fuera buena idea pues a nadie le interesaba un espectáculo de negros ni mucho menos lo que pasaba en Harlem. El hecho es que el festival se olvidó y también las cintas, como se olvida buena parte de la historia. O tal vez no fue por racismo ni por desinterés sino porque lo que aconteció aquel verano en el Mount Morris Park era demasiado peligroso, pues hablaba de empoderamiento y de cambiar el mundo, y estas cuestiones, ya se sabe, conviene abortarlas a tiempo...

«MESSNER» (2012) - ANDREAS NICKEL

... Messner narra la vida del italiano Reinhold Messner, considerado el mejor alpinista de todos los tiempos, capaz de escalar las 14 cumbres de más de 8.000 metros sin oxígeno, y capaz asimismo de embarcarse en otro tipo de retos, como cruzar desiertos y glaciares, además de ser también escritor, conferenciante... 
El principio de Messner recrea cómo era la infancia del escalador en Villnös, un pueblo germanoparlante de Italia, muy cercano a la frontera con Austria y rodeado de montañas, en una familia de nueve hijos y con un padre muy autoritario. El documental reconstruye la primera vez que subió a una montaña, una muy alta, y la impresión que esto le produjo, hasta el punto de que habría de marcarle de por vida.
La película se recrea con una fotografía hermosa de montañas nevadas y paredes de roca verticales, los escenarios naturales en los que transcurrió la vida del escalador: los Alpes, el Himalaya...
Lo más interesante, a mi juicio, de Messner es cuando indaga en su personalidad, en esa obsesión suya por la montaña, en sus intentos (a menudo fracasados) por ir siempre más allá y trascender los límites, por acometer nuevas rutas, y cómo esa obsesión, ese permanente coqueteo con la muerte, condiciona su vida y la de los que le rodean. 
Uno de los momentos cruciales de la película es ese en que se narra un hecho luctuoso, y probablemente el más doloroso de su carrera, que marcará la vida de Messner: la muerte de su hermano Günther cuando ambos descendían el Nanga Parbat después de haberlo coronado con éxito. Esa desaparición, no exenta de sentimiento de culpabilidad, va volviendo cada vez más solitario a Messner, que siempre que puede prefiere subir en solitario y así ser responsable solo de su propia vida. Cuenta el propio alpinista cómo a veces, en sus ascensos posteriores a aquella sombría expedición al Nanga Parbat, podía percibir la presencia extraña de su hermano fallecido y cómo esto lo impulsaba a seguir adelante. La muerte de su hermano es un episodio inacabado, pues no se llegó a encontrar su cuerpo, un círculo abierto que solo al final de la película parece cerrarse.
Messner, y también otros alpinistas que lo acompañaron, nos cuenta detalles de sus expediciones, incluidos otros accidentes trágicos que jalonaron su vida, varios de ellos simulados con vertiginosas secuencias de acción, algunos de los cuales acabaron con la muerte de participantes; todo lo cual nos revela cómo en la escalada de alto nivel la muerte siempre está muy cerca, seguramente demasiado, y hay que saber gestionar el miedo a esa muerte. No todo es cuestión de preparación física o mental, de esta concentrado en la escalada y saber aislarse del resto del mundo para que nada distraiga; basta un error humano, aunque solo sea uno, o un cambio en las condiciones climáticas o un golpe de azar en forma de plataforma de hielo que se hunde, una avalancha, un desprendimiento de rocas... Y fin de la historia. Esa posibilidad cierta de morir en cualquier momento imprime una personalidad especial, como la que tiene Reinhold Messner, el mejor alpinista de todos los tiempos: metódico, obsesivo, solitario, espiritual, consciente de la fragilidad y de la pequeñez del ser humano ante la naturaleza...

«SUNA NO ONNA (LA MUJER DE LA ARENA)» (1964) - HIROSHI TESHIGAHARA

... el entomólogo Niki Junpei (Eiji Okada) acude a una zona remota de Japón, repleta de dunas, con la intención de capturar y estudiar los insectos que la habitan. Al perder el autobús de regreso, unos habitantes del cercano pueblo le invitan a pasar la noche allí, en una de las casas, una que pertenece a una mujer (Kyōko Kishida) que vive sola, ubicada en una suerte de hoyo al que solo se puede acceder por una escala. Al día siguiente la escala ha desaparecido y el hombre está confinado en una casa ruinosa, conviviendo con una extraña obsesionada con retirar la arena que el viento deposita cada día en el lugar.
Niki Junpei comprende la situación, ha caído en una trampa no muy diferente a las que él mismo tiende, solo que ahora el observador de insectos se ha convertido en un insecto más, observado por los habitantes del pueblo. Confía en que sus allegados en la ciudad, sus conocidos, la gente de su entorno de trabajo... le echen en falta e inicien su búsqueda. Mientras tanto los días van pasando de manera inexorable, como en un reloj de arena.
Película de casi dos horas y media de duración, de ritmo pausado y rodada en blanco y negro. Buena parte de la cinta es bastante teatral, con solo dos personajes en escena, encerrados en una casa que por momentos parece una jaula, obligados a vivir juntos pero con intenciones diametralmente opuestas: ella hace tiempo que aceptó su destino, su reclusión, y él trata de escapar a ese fatum.
Suna no onna puede ser poética, especialmente cuando la cámara refleja el avance suave pero imparable de la arena, una nada compuesta de millones de partículas diminutas que amenaza con enterrarlo todo, pero al mismo tiempo es claustrofóbica, nadie puede escapar de este hoyo (como tampoco se puede eludir el destino), y opresiva, con el asedio constante de la naturaleza, en forma de arena que avanza suave o formando tormentas, y la vigilancia de los poco amistosos habitantes del pueblo.
La película tiene un tono existencial, muy evidente en el personaje de la mujer, condenada a retirar la arena, como un Sísifo, que amenaza con anegar su hogar, y ello a cambio de alimento y agua. ¿Retira la arena para vivir o vive para retirar la arena?, le pregunta el entomólogo. El hecho es que hace tiempo que renunció a salir de allí y con ello renunció también a la vida. Este hoyo es su hogar e incluso los cuerpos de su marido y de su hija yacen sepultados bajo la arena que acabó con ellos. Lo único que echa de menos es una radio que le permita conocer cómo es la vida en Tokyo. No ve con malos ojos la presencia del entomólogo: gracias a su ayuda podrá retirar más arena, y por tanto habrá más agua y provisiones, y además su compañía le hace más llevadero el encierro, permitiéndole experimentar sensaciones que creía olvidadas y que la conectan de nuevo con la vida. Trabajar, comer, copular, dormir. Tal vez la vida se reduce solo a eso, así que si uno termina aceptándolo, puede no ser tan malo.
En cuanto al entomólogo Niki Junpei todo indica que hace tiempo que rehusó vivir en sociedad. Prefiere la soledad, observar insectos y clasificarlos. Al igual que pasa con la mujer, ignoramos el porqué de su encierro kafkiano.
La convivencia de esta pareja accidental pasa por momentos de ternura, violencia, pasión... Hay un erotismo soterrado y refinado que recorre toda la película, espléndidamente reflejado en los masajes y baños casi rituales que los protagonistas practican sobre unos cuerpos sudorosos e impregnados de arena.
El guión de la película es de Kōbō Abe, una adaptación de su novela del mismo nombre.

«L´INCONNU DU LAC» (2013) - ALAIN GUIRAUDIE

 ... es verano y estamos en una luminosa playa francesa. Un puñado de hombres toman el sol desnudos, se bañan, se miran, se desean, follan entre los cercanos matorrales... A menudo esos intercambios sexuales son fríos y rápidos, sin sentimientos que se puedan interponer... Otras veces, en un alarde de generosidad, esos hombres pueden compartir el reducido territorio que es su toalla y establecer una conversación siempre encaminada al posterior polvo.
Así son las cosas en esta playa francesa, dominada por cuerpos atléticos, cuidados y bronceados, donde nadie pretende ir más allá e intentar una relación más seria y duradera. De hecho, los que lo intentan acaban teniendo problemas.
Alain Guiraudie, el director, nos lo cuenta de manera pausada y despojada, con secuencias largas, sin cortes, donde predominan los planos fijos. Estas secuencias iniciales transcurren por el día y muestran una fotografía excesivamente luminosa, quemada por momentos, donde todo es perfectamente reconocible, incluidas las intenciones.
La película abarca varias jornadas, pero no aparecen más localizaciones. Todo tiene lugar ahí, en esa playa, en medio de un territorio dominado por la urgencia del deseo y la carne. Y es justamente ahí donde se produce un giro inesperado: la aparición del cuerpo de un hombre ahogado, del que nadie parece preocuparse salvo un inspector de policía que comienza a husmear y a hacer preguntas. Es a partir de este momento cuando la historia y las relaciones entre los personajes se empiezan a complicar y de repente el verano se vuelve sombrío.
La trama policiaca se abre paso en un entramado de oscuras relaciones y de personajes no menos oscuros, como esos siluros que se rumorea que se mueven por el fondo de las aguas del lago comiéndose todo lo que pillan; como Michel (Christophe Paou), personaje tan perturbador como peligroso, que gracias a su físico y a su cautivadora personalidad es capaz de dominar a los demás y ejercer sobre ellos su poder sexual, incluido Franck (Pierre Deladonchamps), el protagonista de esta película, enamorado hasta el tuétano de Michel pero capaz al mismo tiempo de sentir simpatía por Henri (Patrick D'Assumçao), un tipo apocado, obeso y bonachón, que parece no tener muy clara su condición sexual. Así de contradictoria es el alma humana, grande y profunda como esa masa de agua en la que se solaza este grupo de hombres pero bajo la cual se oculta lo desconocido del lago. O quizás el título alude a ese grupo de homosexuales practicando intercambios carnales con desconocidos, si es que acaso es posible llegar alguna vez a conocer a alguien en profundidad.
Y mientras tanto la noche, las sombras, la confusión... se cuelan en la película y la fotografía se va haciendo cada vez más oscura, hasta hacer casi imperceptibles los cuerpos y las caras en la enigmática e hipnótica secuencia final...