Mostrando entradas con la etiqueta DE ORY CARLOS EDMUNDO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta DE ORY CARLOS EDMUNDO. Mostrar todas las entradas

"LOS AEROLITOS" (y 5) - CARLOS EDMUNDO DE ORY


Que yo sepa nadie ha hablado del eco del silencio.

Soy todo labios cuando me callo.

«El verano es para los oportunistas» (H.D. Thoreau).

Principales animales «síquicos»: los gatos, los perros, los caballos...

En el canto del gallo está ya implícito el huevo de la gallina.

De las estrellas cuelgan nuestros calcetines cuando soñamos.

En una biblioteca conventual de España se descubrieron quince tomos acerca de la Nada.

¿Cómo murió el músico Ernest Chausson? —aprendiendo a montar en bicicleta chocó contra un muro y se estrelló.

Todo se explica por las adivinanzas, no por las evidencias.

En el pensamiento no hay rimas, oh poetas.

En el esloveno el falo se dice tretja nosa, que significa «el tercer pie».

Nunca cambia de sitio el infinito.

Bendito sea el hombre que recorre las calles riendo a carcajadas.

El primer mueble y el último: la cama y el ataúd.

El sol caliente elefantes y hormigas.

Me unto de noche.

Sociedad rima con suciedad.

El escritor mira cómo le está mirando el papel blanco.

Confundo la palabra Sur con la palabra Mar.

La palabra «orgullo» debería escribirse «orguyo».

Los mudos sacan palabras de los ojos.

Los muertos se tratan de usted.

Besos comunicantes.

Cioran dice: «Sólo cultivan el aforismo aquellos que han conocido el miedo en medio de las palabras, ese miedo de hundirse con todas las palabras».

"LOS AEROLITOS" (4) - CARLOS EDMUNDO DE ORY


«El cuerpo, ese abominable vestido del alma» (Gregorio el Grande).

Un gigante es un enano de goma.

Con mis manos llenas de curiosidad toco el insecto de lo desconocido.

Hay que salvar a Dios a toda costa.

Si te gusta ser llamado poeta desde joven, cuida de vivir poco. Toda una larga vida con un pequeño mote es tontería.

-¡Oh! Está tan débil que no podrá morir.

Prefiero la angustia a la sumisión.

Di algo que no sepas decir.

«La humanidad se equivoca desde hace tres mil años» (Charles Fourier).

La poesía como circo ambulante.

La gula que estrangula.

El hombre es un animal que miente.

Un pavo color rosa es cosa pavorosa.

Ser noche: anocheser.

Las sábanas de un libro. Las páginas de una cama.

Buscando la verdad en libros de segunda mano.

Durante la oscuridad de la noche, el espejo duerme con los ojos abiertos.

La raja terrible de la mujer.

Desconócete a ti mismo.

La autoridad mágica del enano.

No confundir la nada con el cero.

Sigue llegando al mundo más gente todavía.

La risa es la campanada del cuerpo.

Están los dioses haciendo mi maleta.

El Tintoreto pintando a su hija muerta.

"LOS AEROLITOS" (3) - CARLOS EDMUNDO DE ORY


Los ojos siempre abiertos al sueño.

España. Ministerio del Ejército, Librito para el soldado: «Si estornudas o bostezas, tápate la boca con un pañuelo. Si te suenas, procura no hacer ruido».

Un aerolito de Thoreau: «El halcón es el hermano aéreo de la ola».

Del martillo es esclavo el clavo.

¡Dios, te lo ruego, cree en mí!

Duelo absoluto luto.

El reloj de arena es una reliquia in vitro de la playa.

Perder la memoria como se pierde un hijo.

Mis Máxima son Mínimas.

Guardo en un baúl con bolas de naftalina la vieja palabra «poeta».

Una estatua rota es una extatua.

Gracias a los ricos hay pobres, desgraciadamente.

Hay días que parecen noches.

Del Diario de Hebbel: «Se dice que el mundo fue hecho de la nada. Mucho más probablemente se hizo de la mierda».

«La solidaridad de los imbéciles» (W.F. Hermans).

Nunca se les vio reír: Jesús / Torquato Tasso / Charles Fourier / Walt Whitman / Otto Weininger / H.P. Lovecraft / Buster Keaton.

Es una vergüenza que vivamos todos los días.

Un asesino niquela su puñal.

El cansancio hace inocentes a los hombres.

Los recuerdos son la salud de la enfermedad de vivir.

Sé poeta un instante y hombre todos los días.

Recordar un placer es un placer nuevo que no deja trazas.

Metafísica: anatomía de lo invisible.

"LOS AEROLITOS" (2) - CARLOS EDMUNDO DE ORY

La poesía es un vómito de piedras preciosas.

Un enfermo orgulloso de su enfermedad.

La carne, ese viejo zapato del alma.

Se ha dicho que Narciso desconoce la solidaridad.

El lobo es un hombre para el lobo.

Proverbio escocés: «Incluso si un cerdo vuela, eso no es un pájaro».

Nos dormimos cada noche para vivir con los ojos cerrados. Nos despertamos cada día para morir con los ojos abiertos.

En la vida hay recuerdos locos y recuerdos cuerdos.

La tortuga lleva la tortura a rastras.

En la mujer dejo mis huellas digitales.

Palabras de un pesimista incurable: —«¡Qué me importa el sol!»

El canto nocturno de los muertos en los cementerios.

Corporaciones de interés privado: «Sociedad de los amigos del crimen» (Sade) / «Sociedad de los melancólicos» (Jens Peter Jacobsen) / «El club del suicidio» (Robert Louis Stevenson).

El viento es Dios que pasa bailando.

Hago fuegos de palabras.

Hoy se sabe que las hormigas sueñan.

Homo Humus.

El silencio es políglota.

Paz entre los hombres de mala voluntad.

Actos extremos de la boca humana: beso, escupitajo.

Cama: objeto utilitario para el sueño, el amor, la enfermedad y la pereza.

Lo peor es cuando el alma se llena de hormigas.

Mientras sueñan los cañones, callan los poetas: inter arma silent musae.

Errare divinum est.

Yo soy el desenterrador de vivos.

"LOS AEROLITOS" (1) - CARLOS EDMUNDO DE ORY

Los textos breves e inclasificables que siguen están extraídos de la obra de Carlos Edmundo de Ory, de esa magnífica compilación titulada "Los aerolitos":



¿De qué color es el silencio?

¿Hay algo más pasivo que una silla?

Pienso con las yemas de los dedos.

Soy un sabelonada.

Yo veo molinos de viento en los gigantes.

Poco o nada sabemos de la electricidad, del cerebro, de la muerte, de las auroras boreales...

Si Dios no existe no se lo perdono.

Mi alma apenas soporta las penas de la aorta.

Mirar a Dios de frente y sacarle la lengua.

Conversación entre dos locos:
-Yo estoy más loco que tú.
-Pues yo estoy más loco que yo.

Metáfora de Shakespeare: «guante de Venus» (el preservativo).

Ser un minusválido metafísico.

Cada vez somos menos los hombres que no somos nada.

La luna es popular desde la primera noche del mundo.

El grito sale de los dientes, el suspiro de los pulmones, el silencio de los ojos.

Trilogía de la manzana: Eva, Newton, el hijo de Guillermo Tell.

La muerte no se acaba nunca.

El fuego es bello, luego el infierno es bellísimo.

«Nada sabemos acerca del mundo de las mariposas» (O. Spengler).

El deseo es coger las estrellas por los pelos.

A veces me aterciopelo.

Nadie ha escrito la historia de la lluvia.


"LOS AEROLITOS" - CARLOS EDMUNDO DE ORY

Publicado por Javier Serrano en La República Cultural: 
 
aerolito. (De aero- y -lito). 1. m. Fragmento de un bólido, que cae sobre la Tierra.
 
Los aerolitos es una compilación de textos del poeta, narrador, ensayista, epigramista y traductor, Carlos Edmundo de Ory, uno de los fundadores, allá por 1945 y frente a la literatura connivente con la dictadura española, del Postismo (post-surrealismo), junto a Silvano Sernesi y Eduardo Chicharro. No es la primera recopilación que se hace de sus aerolitos, ya hubo otra publicada en francés en 1962.
Los textos breves recogidos en este libro son de procedencia diversa, heterodoxa, como venidos del espacio exterior y arrojados contra la cabeza del lector, para hacerle despertar, reaccionar frente a la monotonía imperante, incluso, por qué no, para hacerle reír. De ahí que lo de aerolitos sea una denominación perfecta para referirse a esta obra imaginativa, múltiple, inclasificable, humorística y libre.
«Mis máximas son mínimas», dice el autor. Y es que todo texto de naturaleza breve tiene su hueco entre los aerolitos de ese vocero del silencio que es Carlos Edmundo de Ory. Eso sí, tratado la mayor parte de las veces con humor, con ironía, rozando o traspasando la irreverencia (Mirar a Dios de frente y sacarle la lengua), incluso cuando se está refiriendo a esa angustia existencial que planea por toda la obra, pues es precisamente sobre esas dos muletas, el espanto y el humor, sobre las que se sostiene la obra de Ory, su particular manera de informar al mundo de sus aullidos. Así, el lector va a descubrir lo inmenso que puede ser el territorio de lo breve, tanto que en él cabe el infinito y la nada, la vida y la muerte, la técnica y el llanto… Lo pequeño en sus diversas formas: juegos de palabras (o fuegos de palabras, como dice el autor: Un pavo color rosa es cosa pavorosa), chistes (Conversación entre dos locos: / —Yo estoy más loco que tú. / Pues yo estoy más loco que yo), extractos de cartas o de diarios personales (Del Diario de Hebbel: «Se dice que el mundo fue hecho de la nada. Mucho más probablemente se hizo de la mierda»), noticias (titulares de periódicos), trípticos, asociaciones sorprendentes de ideas, microrrelatos (En una biblioteca conventual de España se descubrieron quince tomos acerca de la Nada, o también Un asesino niquela su puñal), aforismos (El silencio es políglota), fogonazos surrealistas (De las estrellas cuelgan nuestros calcetines cuando soñamos), pensamientos (Cada vez somos menos los hombres que no somos nada), imágenes poderosas (El Tintoreto pintando a su hija muerta), muertes ridículas, pero muertes al fin y al cabo (¿Cómo murió el músico Ernest Chausson? —aprendiendo a montar en bicicleta chocó contra un muro y se estrelló), refranes (Del martillo es esclavo el clavo), bagatelas (Kookaburra, el pájaro reidor)…
El metafísico humorístico Carlos Edmundo de Ory despliega su vasta cultura sin caer en una falsa (y repelente) erudición, despojada de vanidad (en todas sus acepciones), basculando entre la referencia fidedigna y la apócrifa: fragmentos de otros libros (con frecuentes alusiones a la Biblia), menciones a autores (Nietzsche, Thoreau, los poetas románticos…), citas literarias o filosóficas («La solidaridad de los imbéciles» (W.F. Hermans)), a veces incluso paródicas (Desconócete a ti mismo), etimologías (reales o inventadas), apuntes (literarios o históricos), greguerías a lo Ramón Gómez de la Serna (Un gigante es un enano de goma), críticas a obras despachadas en un par de líneas, frases humorísticas en latín (Homo humus), definiciones (Cama: objeto utilitario para el sueño, el amor, la enfermedad y la pereza)… Huelga decir que Ory no renuncia a lo terrenal, al erotismo (La raja terrible de la mujer), a lo escatológico (Actos extremos de la boca humana: beso, escupitajo), a la Naturaleza con constantes referencias a los animales (en especial a las hormigas), a los bosques, al viento, a la lluvia… Y ello aderezado con la presencia esporádica de locos, ángeles y demás fauna.
Carlos Edmundo de Ory no le hace ascos tampoco a la lírica, como se aprecia en esos versos huérfanos (Las sábanas de un libro. Las páginas de una cama) que acaso sean embriones (abortos en el peor de los casos) de composiciones futuras, o, pese a su naturaleza extraviada y distante, conformen algún poema secreto, un juego más, oculto entre tanta vegetación. En otros casos este desenterrador de vivos rastrea y encuentra ecos poéticos, parecidos más o menos involuntarios, coincidencias entre autores alejados en la línea del tiempo… Eso cuando no se ríe abiertamente de lo burdas que pueden llegar a ser las rimas de algunos de los más excelsos poetas.
El breviario se cierra con una cita, una más, de Cioran que le sirve a Ory para justificar su obra: “Sólo cultivan el aforismo aquellos que han conocido el miedo en medio de las palabras, ese miedo de hundirse con todas las palabras”.
Carlos Edmundo de Ory murió de leucemia el 11 de noviembre de 2010 en Thézy-Glimont, Francia, donde residía, a la edad de 87 años. Previamente había dejado un mensaje (un aerolito, es de suponer) en una Caja de las Letras del Instituto Cervantes en Madrid.