«LICHTSPIEL OPUS I» (1921) - WALTER RUTTMANN (CON MÚSICA DE KRAFTWERK)

... el corto «Lichtspiel Opus I» fue realizado por el director alemán Walter Ruttmann. La pieza está considerada como la primera película abstracta exhibida ante el público. Fue estrenada en Alemania en abril de 1921.
Ruttmann era un pintor que pasó del expresionismo a la abstracción. Colaboró con Leni Riefenstahl en «The Triumph of the Will» (El triunfo de la voluntad). Murió en 1944 mientras estaba filmando una batalla en Rusia.
La música está basada en canciones de Kraftwerk mezcladas por Reivhaj...

«LOCKDOWN» (2020) - REIVHAJ

... REIVHAJ ha sacado un disco titulado Lockdown, concebido entre el confinamiento y eso que llaman la «nueva normalidad». Se trata de algo más de una hora de música electrónica instrumental, experimental, ambient...

Estos son los títulos de las canciones:
01. THE BUG
02. OUTBREAK
03. SOCIAL DISTANCING
04. HEROES 
05. DE-ESCALATION-PHASE ONE
06. DE-ESCALATION-PHASE TWO
07. NEW NORMALITY
08. LOCKDOWN

Se puede escuchar y descargar en Bandcamp (pinchar aquí para ir a Bandcamp):

MICROCRÍTICAS CINÉFILAS (20): «BUNCH OF KUNST» (2017) - CHRISTINE FRANZ

Bunch of Kunst ... «Bunch of Kunst» es un documental sobre la banda británica Sleaford Mods, un dúo de cincuentones que tras pasarse la vida encadenando trabajos alimenticios ha conseguido vivir de su música, una mezcla pegadiza y bailable de punk, hip-hop, música electrónica... y cuyas letras, entre eructos, tacos, rebuznos y toses, hablan sobre la clase obrera y critican a los políticos británicos. Jason Williamson canta las canciones, grita y baila, mientras Andrew Fearn, el compositor de la música, dispara las pistas en su portátil y, a falta de cosa mejor que hacer, se bebe un botellín y mueve un poco el cuerpo. Lo interesante de esta banda es su actitud honesta: dicen lo que piensan y no aspiran a mucho más que a pasar un buen rato; no son unos veinteañeros ávidos de éxito y saben que su éxito es transitorio, así que aprovechan su buen momento para hacer algo de pasta. La cámara viaja con ellos y con su mánager (que dejó su trabajo para dedicarse a su promoción), se cuela en sus ensayos, en sus viajes en coche, los conciertos en salas pequeñas llenas de borrachos que cantan sus canciones como si fueran auténticos himnos..., pero también asistimos a momentos más espectaculares: sus actuaciones en grandes festivales, su fichaje por una nueva compañía que les promete mejores condiciones, su gira en un autobús equipado con literas, cocina...

«LLUVIA NEGRA (KUROI AME)» (1989) - SHOHEI IMAMURA

Publicado por Javier Serrano Sánchez

Lluvia negraEl 6 de agosto de 1945 el avión norteamericano Enola Gay arrojó una bomba de uranio-235, con el sobrenombre de Little Boy, sobre Hiroshima, que estallaría en el aire a las 8.15 h., provocando la desaparición casi total de la ciudad, reducida a escombros, en medio de una enorme nube de humo e incendios masivos, causando la muerte inmediata y también en días posteriores de unas 140.000 personas. El tiempo se paró, igual que esos relojes que debido a la explosión se detuvieron para siempre a las 8.15 h., como si fueran conscientes de que después de aquello ya no tenía sentido medir el tiempo. 
Días después, el 9 de agosto de 1945, una segunda bomba (esta vez de plutonio), Fat man, era arrojada sobre Nagasaki, provocando la aniquilación de 70.000 personas. Ambos ataques llevaron a la rendición incondicional de Japón.  
Hasta aquí los hechos históricos, esos mismos hechos, referidos al caso concreto de la ciudad de Hiroshima, que muestra Lluvia negra en la primera parte de la película y en posteriores flash-backs. La población, inmersa en sus quehaceres cotidianos, en esa aparente normalidad de la guerra, se ve sorprendida por una explosión, un «enorme relámpago», y un horrible hongo gigantesco. Todos corren desconcertados, mientras la ciudad se viene abajo, intentando buscar a los suyos, tratando de encontrar un refugio donde esconderse. «¿Dónde estás Hiroshima?», grita alguien con desesperación. Shigematsu, su esposa Shigeko y su sobrina Yasuko cruzan la ciudad entera intentando ocultarse en la fábrica donde trabaja Shigematsu. Las imágenes que nos ofrece Imamura son dantescas, con edificios destruidos, incendios y personas carbonizadas llenando las calles. 
La segunda parte de Lluvia negra nos traslada a Mayo 1959. La guerra ha terminado y ahora se trata de reconstruir Japón, de volver a la normalidad y de hacer frente a los efectos que Little Boy provocó en la salud de los habitantes de Hiroshima, incluida la familia de Shigematsu. La enfermedad del átomo es tan imprevisible que nadie puede afirmar que se encuentra totalmente libre de sus efectos (tumores cancerígenos, leucemia, esterilidad, muerte...). Los habitantes de la aldea de la película siguen con su rutina cotidiana, intentando aparentar normalidad, se hacen las pertinentes revisiones médicas, se relacionan son sus vecinos, rezan a sus difuntos, pescan truchas... y mientras tanto se sigue produciendo un goteo incesante de muertes de vecinos, a veces de seres queridos. La secuela de la bomba se hace patente también en asuntos más prosaicos, como la búsqueda de un empleo y en la posibilidad de un casamiento, como ocurre con Yasuko, la joven protagonista que convive con sus tíos, a los que quiere como si fueran sus padres, cuyos pretendientes acaban huyendo ante la posibilidad de que esté enferma o no pueda tener hijos. 
Lluvia negra nos habla también del estrés postraumático que sufrió toda una nación, personificado aquí de una manera más precisa en el caso del vecino Yuichi, que se dedica a esculpir en piedra misteriosas figuras humanas, tarea que se ve interrumpida cada que vez que escucha el motor de un vehículo pasar por la puerta de su casa, momento en que se arroja, como buen soldado y de una manera tragicómica, contra ese vehículo tratando de destruirlo. 
Lluvia negra está basada en la novela del mismo nombre de Masuji Ibuse. Está rodada íntegramente en blanco y negro, y es un alegato antibelicista en el que Imamura nos habla sobre la inutilidad de todas las guerras. «Más vale una paz injusta que una guerra justa», asegura uno de los personajes. Y mientras tanto la siniestra sombra de la enfermedad del átomo se va extendiendo sobre los hibakusha (los bombardeados, en japonés), los que sufrieron irradiación directa o posteriormente recibieron en sus cuerpos las pegajosas gotas de una misteriosa lluvia negra, compuesta de partículas radiactivas. Hay un diálogo entre Shigematsu y un amigo suyo al que le quedan pocos días de vida que aborda directamente el quid de la cuestión. El amigo se sigue preguntando por qué los norteamericanos arrojaron la bomba si Japón ya estaba condenado a perder. «Dicen que fue para acelerar la guerra» responde Shigematsu. «En ese caso, ¿por qué no escogieron Tokyo?», contesta y se lamenta de que va a morir y lo va a hacer sin respuestas. Como tampoco las tienen los hibakusha que todavía quedan, décadas después, y que siguen sufriendo resignados los efectos de la bomba.

«THEMROC» (1972) - CLAUDE FARALDO

Publicado por Javier Serrano

Themroc es el título de una de esas películas raras que en el momento de su estreno, 1972, pasaron desapercibidas y que sin embargo permanecen en la historia del cine como rara avis, uno de esos filmes extraños que se instalan en la memoria del espectador y vuelven una y otra vez.
Lo primero que sorprende en la película es el idioma utilizado, la lengua inventada que usan todos los personajes para comunicarse, unos diálogos imaginarios que podemos entender por el contexto. Tampoco hay música en toda la cinta.
Themroc (Michel Piccoli) es un empleado poco cualificado que se dedica a la pintura de brocha gorda. Vive en una casa con su severa madre y una hermana procaz (Béatrice Romand) que se pasea medio desnuda por el hogar. Su rutina diaria es como la de muchos habitantes en París y en toda gran ciudad: de casa al trabajo, del trabajo a casa, ganar dinero para consumir... y todo ello dentro de un circuito cerrado que se retroalimenta. Se levanta a las seis de la mañana, se desplaza al trabajo en bicicleta y en metro (secuencias grabadas sin permiso alguno), es uno más entre las hordas de trabajadores que se desplazan a diario, cabizbajos, hacia el yugo de sus centros de trabajo, tiene también, como todos los demás, deseos sexuales que la moral imperante le obliga a reprimir... en fin, Themroc es un ciudadano normal. Sin embargo, cierto día ocurre un incidente en su trabajo que hace que se meta en un cuarto de baño y allí experimente una sorprendente epifanía: dentro del reducido váter, empieza a sentirse como un animal encerrado en una jaula y comienza a proferir espantosos y desgarradores alaridos, perceptibles incluso por un personaje desconocido que aparece en un plano inserto y que no es otro que el propio director y guionista de la película, Claude Faraldo, que percibe la llamada casi animal e incluso responde a ella.
A partir de aquí, el filme experimenta un giro brutal y el protagonista cambia de actitud: Themroc deja de ser el empleado sumiso, obediente y que reprime sus deseos, y se convierte en un ser primario, rebelde, que solo emite gruñidos para comunicarse, que no duda en usar la fuerza para conseguir sus deseos y que no reprime sus impulsos sexuales, como puede comprobar de manera placentera una de las secretarias de su trabajo. Themroc es un nuevo hombre que ya no volverá al trabajo, una suerte de ser primitivo que recoge unos escombros en la calle y con ellos construye en su casa un muro que la aísla del exterior, y acto seguido derriba con una maza un muro interior que comunica su hogar con un patio de vecindad, arroja los muebles (televisión incluida) por el recién estrenado hueco. La casa se convierte en una caverna desde la que puede bajar al exterior a través de una escala, y donde todo lo que ocurre en su interior, incluida la relación incestuosa con su hermana, queda expuesto a la mirada entre sorprendida y divertida de todo el vecindario. Como es previsible, la anárquica conducta de Themroc no es tolerada por la sociedad biempensante, que envía a sus mamporreros a poner orden. Llega la policía, los antidisturbios... y también la prensa; se lanzan gases («hash proletarian» se lee en la caja de gases), se intenta acceder a la vivienda, se dispara una ametralladora... pero no solo todo intento resulta inútil (los policías, como tentáculos del poder, aparecen retratados de modo humorístico, bigote incluido), sino que incluso algunos vecinos comienzan a sumarse a la causa, como esa vecina (Francesca Romana Coluzzi) que también derriba su muro y se enfrenta a los policías; se trata de una revuelta amoral, divertida, anárquica, partidaria del amor y del sexo libre, sin importar si tu compañero en el lance carnal es de tu propia familia o de tu mismo sexo, porque lo que realmente importa es el deseo.
Una noche Themroc sale a la calle, como un animal hambriento, y captura un par de policías. Regresa al hogar con ellos, le regala uno a su vecina y se queda con el otro. Ambos policías son cocinados y comidos por los rebeldes, pulverizando así otro tabú más, el del canibalismo.
La cinta termina con una secuencia llena de sexo en la que los sublevados tienen sexo de una manera animal, salvaje, profiriendo gritos, alaridos que se escuchan por todo el patio, mientras un vecino grita y destroza su amado y cuidado coche con una maza, berridos cuyo eco se va extendiendo por todo París, rebotando entre las modernas construcciones que amenazan con arrasar las viviendas proletarias.
Claude Faraldo nació en una familia humilde y realizó todo tipo de trabajos alimenticios (camionero, repartidor...) antes de poder hacer sus películas contestatarias, transgresoras... Se jacta de no tener una cultura, una formación intelectual. Themroc se parece a parte de su biografía: durante una huelga abandonó el partido en el que militaba y más tarde dejó el trabajo, y anduvo por ahí, deambulando, viviendo en libertad.
FILMOGRAFÍA:
1966: La jeune morte.
1971: Bof! Anatomía de un repartidor.
1972: Themroc, el cavernícola urbano.
1974: Tabarnac.
1975: Les fleurs du miel.
1979: Deux lions au soleil.
1985: Deseo oculto.