Publicado por Javier Serrano en larepúblicacultural.es:
http://www.larepublicacultural.es/article4386.html
Título original: Waltz with Bashir
Director, guionista y productor: Ari Folman
Animación: Bridgit Folman Film Gang
Director de animación: Yoni Goodman
Año: 2008
Duración: 90’
País: Israel
Género: Animación
http://www.larepublicacultural.es/article4386.html
Título original: Waltz with Bashir
Director, guionista y productor: Ari Folman
Animación: Bridgit Folman Film Gang
Director de animación: Yoni Goodman
Año: 2008
Duración: 90’
País: Israel
Género: Animación
26 perros de aspecto fiero corren a un ritmo diabólico por la calle, arrasando con todo lo que encuentran a su paso y buscando a un hombre… Esta es la pesadilla recurrente que le cuenta un amigo a Ari Folman, el protagonista (también guionista, director y productor) de esta cinta israelí de animación. Esos 26 perros son los que tuvo que matar, durante la guerra, para que sus ladridos no les delatasen cuando atacaban. Esta aparentemente inofensiva anécdota impele a Folman a reflexionar sobre su pasado, y en especial sobre su paso por el ejército israelí, época oscura de su vida y de la que no recuerda nada. A través de enfrentar los recuerdos a veces contradictorios de sus amigos, de las interpretaciones que le dan diversos especialistas consultados, del testimonio de personas que estuvieron presente en la guerra del Líbano, Ari Folman va añadiendo piezas al puzzle de su memoria, rompecabezas sobre el que vuela la sombra ignominiosa de la matanza de Sabra y Chatila, el genocidio llevado a cabo en 1982 por las falanges cristianas libanesas contra refugiados palestinos, como respuesta al atentado (perpetrado en realidad por falangistas cristianos pero atribuido a islamistas) que acabó con la vida del presidente Bashir.
No es tarea fácil la reconstrucción de los hechos: la memoria de un hombre (pero también la memoria de todo un pueblo) tiende unas veces a ignorar episodios dolorosos y otras a rellenar huecos en sucesos misteriosamente olvidados, incluso puede llegar a engañar al sujeto haciéndole creer que estaba presente en un lugar donde en realidad jamás estuvo. Poco a poco, a medida que se va desarrollando la película (no faltan momentos de humor), Folman irá recordando cómo fue testigo próximo de la matanza y cómo no pudo hacer nada por evitarla. No era el único en saber lo que estaba pasando en aquellos campos: los altos mandos del ejército israelí, incluido Ariel Sharon, tenían a su cargo la vigilancia de los campos de refugiados, y sabían en todo momento lo que allí dentro estaba ocurriendo. Paradojas de la Historia (al fin y al cabo la Historia también es memoria): ni el militar Ariel Sharon ni Elie Hobeika, jefe de los falangistas libaneses y considerado el responsable material de la matanza, fueron jamás condenados; no sólo eso, Sharon terminaría siendo primer ministro de Israel en 2001, y el libanés llegaría a ministro en los 90.
El sentimiento de culpabilidad que experimenta Ari Folman en la parte final del filme es el mismo que debió de sentir una buena parte del pueblo israelí cuando se echó a la calle para protestar por aquellos hechos nunca bien explicados. En la película, la masacre es incluso comparada con el holocausto de los nazis. El intento por olvidar la masacre, misterios de la memoria, también debió de ser experimentado por otra gran parte de ese mismo pueblo.
El título de la película alude a un momento de máxima tensión en Líbano, en que un soldado israelí se pone a disparar a su alrededor, al tiempo que parece estar bailando un vals entre la lluvia de balas que le arroja el enemigo y ante la atenta mirada de una imagen del difunto presidente libanés Bashir Gemayel.
En lo formal, los dibujos de Vals con Bashir están hechos con línea clara, siendo el azul y el dorado los colores más utilizados; otras veces, es un dramático blanco y negro la técnica empleada para enfatizar ciertas secuencias.
La estupenda banda sonora contiene algunas canciones de la época en que transcurren los hechos narrados.
El filme se cierra con una secuencia de vídeo (la única) donde se recogen imágenes del posterior (y trágico) descubrimiento de los cuerpos asesinados.
Paradojas de la Historia: Elie Hobeika sufriría un atentado con coche bomba en Beirut en 2002 que acabaría con su vida. En cuanto a Ariel Sharon, desde principios de 2006 permanece postrado en estado vegetativo, tras sufrir una hemorragia cerebral. ¿Justicia poética?