"GREGUERÍAS" (4) - RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA


El niño engordaba a fuerza de gomas de borrar.

Las estrellas viven con tan gran holgura porque saben la cortesía suprema que es guardar las distancias.

La lima es el cepillo de dientes de los metales.

El sostén es el antifaz de los senos.

Lo importante no es tener o no tener microbios, sino tenerlos amaestrados.

Al cine hay que ir bien peinado, sobre todo por detrás.

Los negros tienen voz de túnel.

Hay suspiros que comunican la vida con la muerte.

La idiosincrasia es una enfermedad sin especialista.

Los solares están soñando ventanas.

Un tumulto es un bulto que les sale a las multitudes.

La carcoma con su pequeño sacacorchos va descorchando los muebles.

Los gatos se beben la leche de la luna en los platos de las tejas.

Discóbolo: el que tira más lejos una tapadera.

Aquella mañana los pájaros cantaban al revés.

La eternidad envidia a lo mortal.

La pulga hace guitarrista al perro.

El látigo traza en el aire la rúbrica del tirano.

El estornudo es la interjección del silencio.

La ñ dice adiós con su pañuelo a los niños y a los ñoños.

El ancla es la inicial del pañuelo del mar.

La merluza es un pescado hecho de rodajas.

Apretaba el secante como si asfaltase las cartas.

El Creador guarda las llaves de todos los ombligos.

Metía huevos en la heladera y salían bolas de marfil.

El epitafio es la última tarjeta de visita que se hace el hombre.

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