"EASY RIDER" - DENNIS HOPPER

Publicado por Javier Serrano en La República Cultural:

Como no es fácil traducir la expresión Easy Rider al español, a alguien se le ocurrió la peregrina idea de subtitular la película, al menos en España, con aquel añadido de Buscando mi destino, continuando así con esa costumbre tan española (y tan estúpida) de cambiar los títulos. Por cierto, descubro que nuestros hermanos argentinos tienen una costumbre parecida: allí se estrenó como Busco mi camino.
Easy Rider es una road movie, una película de carretera donde los personajes van evolucionando mientras se dirigen hacia algún lugar, y donde el paisaje es un protagonista más. En este caso son dos: el flaco y taciturno Capitán América Wyatt (Peter Fonda) y el cachondo Billy (Dennis Hopper), que es el encargado de aportar comicidad a la cinta; Wyatt Earp y Billy The Kid reencarnados, dos camellos de poca monta que van cruzando Estados Unidos, en moto, rumbo al Mardi Gras de Nueva Orleans, donde tienen que cerrar un negocio.
Como en el fondo Easy Rider es una película de amiguetes, ambos actores también se reparten las tareas al otro lado de la cámara: Peter Fonda es el productor, Dennis Hopper el director, y el guión es obra de ambos y de Terry Southern.
Easy Rider también es un western, donde los jinetes protagonistas (a los que hace referencia el título) van a lomos de sendas Harley Davidson, cual forajidos recorriendo la geografía estadounidense, tratando de evitar sheriffs sin escrúpulos que no dudan en enchironarlos, o escapando a las provocaciones de los malos, encarnados en rednecks, carcamales e intolerantes, a los que el aspecto de los jinetes, y sobre todo su modo de vida completamente libre, les resulta insoportable. De vez en cuando, los cow boys pueden disfrutar de los favores que les dispensan complacientes damas, como las de ese mítico club de Nueva Orleans -moderno saloon decorado como si fuera una iglesia- llamado "La casa de las luces azules"; o de delirantes conversaciones mientras se fríen los sesos con diferentes drogas, en noches durmiendo al raso y junto al fuego, pues su aspecto -cosas de la libertad- les impide el acceso a cualquier hotel. Por si esto no fuera lo bastante evidente, al principio hay una secuencia donde los dos protagonistas tienen que arreglar un pinchazo en una rueda de una de sus choppers, y los que les ayudan son precisamente dos vaqueros que están herrando a sus caballos. La reparación tiene lugar en el interior de un establo.
Easy Rider es el reflejo de una época histórica, la de los sesenta en el marco de Estados Unidos, como queda patente en la estupenda banda sonora que incluye canciones de Steppenwolf (como ese Born To Be Wild, indisolublemente unido al recuerdo de la película), The Byrds, The Band, Jimi Hendrix… La música acompaña las cabalgadas de los dos motoristas, tratando de transmitir al espectador la sensación de libertad de los viajes en moto, y en general de cualquier viaje, sea físico o psíquico. Y es que ese es precisamente el eje sobre el que gira la película: la libertad; una de las cuestiones que se debatían con mayor viveza por aquel entonces. El arranque de Easy Rider sería como los primeros años sesenta, festivos, llenos de LSD y de drogas de todo tipo, donde todo el mundo saluda a los dos protagonistas y les ayuda ante cualquier ocasional problema, y donde ellos mismos no dudan en recoger a autoestopistas extravagantes en la carretera; y paulatinamente, a medida que se va avanzando hacia el fin de la década y los dos motoristas se acercan a su destino, todo se va complicando y los tipos con los que se cruzan ahora son cada vez más violentos. No hay que olvidar que el final de los sesenta en Estados Unidos (y también en el resto del mundo) fue un periodo de gran violencia, con varios magnicidios (Robert Kennedy , Martin Luther King), la guerra de Vietnam, los asesinatos de la familia Manson, manifestaciones y enfrentamientos con la policía…
Entre los personajes secundarios hay una galería variopinta de personajes de la época: hippies viviendo en comunas, sheriffs, prostitutas, predicadores, actores de teatro, granjeros… Destaca Jack Nicholson haciendo el papel de abogado borrachín que no duda en sacarles de la cárcel y luego largarse con ellos, haciendo de paquete en una de las motos.
El mensaje final de la película no puede ser más pesimista y desolador. El flaco y lúcido Peter Fonda termina por darse cuenta de aquello en lo que se ha convertido su país y dice lo de "La hemos jodido", sabedor de que toda esa libertad de que se hace gala en su patria no es más que una palabra desgastada. Como se puede apreciar, la situación no ha cambiado demasiado, e incluso en ese punto el filme ha sabido aguantar el paso del tiempo: después de más de cuarenta años, Easy Rider todavía se deja ver.
Como curiosidad, para enlazar algunas de las secuencias con otras se recurre a hacer pequeños flash forwards, a modo de destellos o relampagueos que anticipan el futuro; y que son parte de otros agüeros que también aparecen en el filme.
Inolvidables son algunas secuencias como esa en la que tras llegar a Nueva Orleans, los jinetes se van de fiesta con dos prostitutas y terminan en un cementerio donde los efectos del LSD les hacen tener el peor viaje de sus vidas.
Según Stephen Davis, en su libro El enigma Jim Morrison, uno de los primeros borradores de Easy Rider se llevó a cabo en una residencia de Los Feliz (Los Ángeles), donde sus tres guionistas moraban y esnifaban ingentes rayas de cocaína de dentista, al tiempo que miraban con desdén a Nico y Jim Morrison, otros habitantes ilustres de la casa, que vivían un tórrido romance que incluía equilibrios, desnudos, sobre el parapeto de la piscina.

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