"SUEÑOS DE ÁCIDO" (4) - KEN KESEY, LSD Y ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO


Fragmento extraído de la página 160 del libro "Sueños de ácido" de Martin A. Lee y Bruce Shlain, Editorial Castellarte.
En esta parte se habla de la iniciación de Ken Kesey, ese rebelde bullicioso, al LSD y de cómo esto influyó en la génesis de su novela Alguien voló sobre el nido del cuco. Todo ello sin olvidar, por supuesto, la receta del venado con chile.

"Entre los numerosos personajes conocidos que hicieron proselitismo a favor del ácido durante los 60, quizá fuera Ken Kesey quien mejor comprendió la inutilidad de etiquetas experiencias de lisérgico. Kesey, igual que Ginsberg y muchos otros, se había iniciado al LSD gracias a un programa de investigación financiado por el gobierno. En 1960, mientras asistía a un curso de escritura creativa en la Universidad de Stanford, se enteró de que en el Hospital de Veteranos de de Menlo Park se realizaban experimentos. A los voluntarios les pagaban setenta y cinco dólares diarios por el privilegio de servir como cobayas en un estudio sobre "sustancias psicomiméticas".
En la clínica, Kesey, fornido ex campeón de lucha libre del instituto preuniversitario, tuvo la oportunidad de experimentar fabulosos estados de conciencia. Mientras se hallaba bajo los efectos del ácido, había notado que podía ver a través de los médicos, quienes nunca habían probado la droga y desconocían sus efectos. Unas semanas más tarde, se presentó en el Hospital de Veteranos en calidad de asistente nocturno de la sala de psiquiatría, donde se almacenaba una selección de sustancias psiquedélicas: LSD, mescalina, Ditrán y una sustancia misteriosa conocida como IT-290, así que las drogas empezaron pronto a circular por Perry Lane entre los amigos de la bohemia universitaria. A menudo Kesey acudía al trabajo bajo los efectos del LSD y pasaba largas horas cavilando sobre la naturaleza de la locura apoyado en la fregona. "Antes de empezar a consumir drogas no sabía por qué los tipos de la sala de psiquiatría estaban allí, no les comprendía. Un día, después de tomar LSD, de repente lo entendí, lo comprendí perfectamente. Les escuchaba y les observaba; me di cuenta entonces de que las cosas que hacían y decían no eran, después de todo, tan disparatadas", declaró. Poco a poco, su primera novela, Alguien voló sobre el nido del cuco, iba tomando fuerza.
En la comunidad de Perry Lane se iban produciendo rápidos cambios a medida que aumentaba el número de sus componentes que consumía drogas. Dieron fiestas psiquedélicas cuyo momento culminante era el consumo del famoso Venado con chile inventado por Kesey, un plato sazonado con generosas dosis de lisérgico. Algunos de los que participaban en las cenas "eléctricas" fueron: el actor Roy Seburn, la bailarina Chloe Scott, un joven músico llamado Jerry García y los escritores Robert Stone (Dog Soldiers, Una Bandera para la Aurora) y Larry McMurtry (Hud, Tiernas Palabras). Los colegiados del ácido pronto desarrollaron el gusto por lo exótico en lo que a sustancias que expandían la conciencia se refería y consiguieron hacerse con cientos de botones de peyote que les enviaba una empresa de Laredo, Texas, por correo aéreo.
Según el folclore, el sacramento nativo americano, tomado en dosis elevadas, produce visiones propias de la antigua tradición local. Kesey tomó peyote, por supuesto, y se le apareció un rostro extraño y primitivo. Era la cara de un Jefe Indio, Broom, que se convertiría más tarde en el personaje principal de Alguien voló sobre el nido del cuco. Kesey, que escribía a menudo bajo los efectos del peyote y del lisérgico, narraba la historia a través de los ojos del indio esquizofrénico. El segundo personaje de la novela, McMurphy, era el alter ego literario del nuevo Ken, un rebelde bullicioso que pretendía descalabrar a la autoritaria Enfermera Jefe. El libro fue muy bien acogido por la crítica y el éxito que alcanzó confirió al panorama psiquedélico una curiosa legitimación, pues demostraba que se podía comer pastel (andar colocado de LSD) y escribir la Gran Novela Americana.
Con las ganancias del libro, Kesey adquirió una casa en La Honda, a ochenta kilómetros al sur de San Francisco, donde terminó su segunda novela, A veces un gran impulso. De las ramas de los árboles había colgado potentes altavoces que atronaban rock and roll y atraían como un imán a beatniks, profesores universitarios y una nueva generación de drogatas, los del tripi."

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