MIGUEL ÁNGEL BERNAT


Al cabo, una mujer encuentra mi mirada y algo
que es suyo reconoce en mí. Su vejez, su juventud,
algo suyo. Su soledad, su búsqueda, algo suyo. Que
está en mí, acaso sin yo saberlo, que está en noso-
tros ahora que nos encontramos, y ella lo ve y lo
hacemos crecer, y yo lo busco y nos pertenece. Nos
acercamos, con algo en nuestros ojos más próximo
que el reconocimiento.

Este encuentro, el reconocimiento de dos partes
del mismo río que se pertenecen. Este encuentro,
nacido de la sed, del azar, de otro azar que la sed
inspira.

Nuestro reflejo es orlado por las montañas. Altas
en el agua, altas en el aire, calladas en el corazón.

(extraído de "El río")

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Dad de comer a los animales.
A las ardillas dad nueces y avispas.
A los barcos mástiles y sal.
A los orangutanes color marrón.
A los gorilas color negro.
A los soldados dad pan y un collar de perlas para que
sepan regresar.
A las vírgenes dad sed y agua.
A las mujeres hijos y luz.
A la amada el horror.
A los hombres dad una isla.
Al sabio un ataúd, no necesita más.
Al ladrón dad una horca para que aprenda a sustraerse
a la muerte.
Al rey otra corona para que sepa que su reino no es de
este mundo y tampoco del otro.
A los que se alimentan de raíces y frutos dad raíces y
frutos, pero advertidles que no han de envolverse de
amor porque éste celebra la carne.
A vuestro primer hijo dad un hermano para que no os
anuncie que sois polvo y cenizas.
A los gatos dad una habitación y él labrará allí, en cada
paso, el templo que habitará después de muerto.
A las montañas dad sus nombre verdaderos y así no
bajarán a despedazaros.
Al pobre dad sangre y carne y agua y seda para que
sepa que todo es nada.
Al rico dad ropas en jirones por las que el viento entre
y dance para que sepa que nada es todo.
A las corrientes de agua y a los ríos dad vuestra
compañía para que su canto de agua se convierta en
canto de carne.
Si los dioses que habéis labrado os son adversos, sed
generosos y destruídlos.
Dad de comer a los animales.
Si los dioses que os preceden y gobiernan os son
adversos, os son propicios.
Dad de comer a los animales.
Si los dioses que habéis creado os son adversos,
finalmente no tenéis por qué ir contra ellos, ¿por qué
habríais de inquietaros? el daño que un hijo puede
hacer a su padre no es un gran daño, lo sabe el padre.
Dad de comer a los animales.
Andad con cuidado en las encrucijadas, antes de partir,
dad allí de comer a todos los animales.

(extraído de "El refugio de las fieras")

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