"EL CARAMELO" - Antonio Fernández Molina


Las mujeres de aquel lugar tenían una actitud tranquila y vestían sin ningún detalle de coquetería o de mal gusto.
No se interesaban por lo que ocurría a su alrededor, sumidas en la tarea de chupar algo que parecía un enorme caramelo, mientras lo sujetaban cuidadosamente entre las manos, como si fuera un niño. Y no eran exactamente niños sino hombres. En aquella regíón eran muy abundantes y además acudían atraídos por esta circunstancia. Ellas los envolvían con cuidado, con habilidad abrían un agujero redondo en el cráneo, aplicaban los labios y chupaban durante semanas y semanas, hasta dejarlos como una bolsa vacía sin que llegaran nada más que a exhalar un rumor placentero.

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