«EJERCICIOS NEGATIVOS» (y 5) - EMIL CIORAN

Fragmentos de Ejercicios negativos, de Emil Cioran, publicado por Taurus y traducido por Alicia Martorell.


REHABILITACIÓN DE LA PERIFERIA
«La suma de verdades que podemos adquirir no tiene proporción alguna con las condiciones favorables para la prosperidad de nuestro ser. Lo que permite realmente la promoción del conocimiento es la cantidad de nuestras carencias: lo que no tenemos es lo que llena nuestra sabiduría. Así, un defecto del cuerpo constituye una excelencia del alma, una preeminencia en el espíritu. Por esta razón, un enfermo está siempre más avanzado —en el plano de la conciencia— que un hombre sano, aunque este último tenga genialidad, pues la conciencia de los órganos es la presuposición del despertar del espíritu, el fundamento fisiológico de la existencia lúcida. Cuando somos asimilados al ser, este ser se nos escapa; las cosas que están en nuestro poder no nos pertenecen, ya que no nos diferenciamos de ellas. Sólo para el mendigo todas las cosas existen, porque todas se le resisten. Y goza de ellas más que el que las toma, de la misma forma que sólo saborea la salud —como esencia diferente— el doliente. Sólo poseemos en espíritu aquello que nos falta de verdad; sólo sabemos lo que nos parece eternamente inaccesible; sólo disponemos conscientemente de los frutos prohibidos.
Los que han sido mimados por la vida, los que no han nacido con la revelación de lo imposible, siempre serán ajenos a esta avalancha de verdades que cubre y ahoga a aquellos que el azar o la suerte ha dejado al margen de todo. Es de sentido común que se dicen más verdades en un hospital, en una taberna o en un burdel que en todos los lugares respetables del mundo; que hay más realidad en la periferia de la vida que en su centro; que un fracasado ha llegado a profundidades más peligrosas que un artífice social. El espíritu sólo florece sobre los fracasos de cuerpo y alma; el conocimiento se alza desde una herida secreta o evidente; la visión clara de las cosas se amplifica por el fracaso en el combate con los hombres. Allá donde el espíritu reina sin restricciones, el ser es vencido en alguna medida. Toda derrota —sea cual fuere— representa una victoria filosófica, pues en toda derrota las cosas se desnudan a sí mismas ante el espíritu: la corteza de la rea1idad se rompe y el núcleo o la ficción que envolvía quedan al descubierto. Cualquier derrota plantea a la existencia la obligación de una exhibición ontológica. Así, todo fracaso tiene un aspecto positivo. Vamos encontrando en todas partes algo menos de realidad que antes; y la parte vacía de la realidad se convierte en el contenido del conocimiento».

«Y es que un espíritu sólo es fecundo en la medida en que no haya encontrado una solución a su vida, que se engañe sobre lo que desea, sobre lo que ama o lo que odia, que no pueda elegirse, pues es múltiple y no puede optar por sí mismo. Un pesimista que no adora secretamente la vida es un cadáver: sólo merece desprecio; un agitador de esperanzas que no se plantee refugiarse en la amargura es un débil mental. La embriaguez o la acritud de un espíritu solo es tolerable por lo opuesto que conoce o prevé».

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