Editorial Anagrama
Traducción: Jesús Zulaika
312 pág
Traducción: Jesús Zulaika
312 pág
Publicado por Javier Serrano en La República Cultural:
http://www.larepublicacultural.es/articulo.php3?id_article=3955
Principiantes es el libro de relatos que Raymond Carver presentó a su editor, Gordon Lish, allá por el año 1980. Éste, tras hacerle una poda de un promedio del 50 % (en los cuentos titulados ¿Donde está todo el mundo? y En algo sencillo y bueno la tala llega al 78 %), tras cambiar algunos títulos, algunos personajes, e incluso algunos finales de los relatos, lo editó bajo el título de De qué hablamos cuando hablamos de amor. Pero, ¿realmente tenía tanto de relleno el original como para hacerle una poda semejante? Personalmente pienso que, aparte de la calidad indiscutible del texto, en su versión primera la prosa de Carver tiende a veces a la repetición, a lo farragoso; en ocasiones lo narrado adolece de obviedad, de sentimentalismo, lo cual, guste al lector o no, transmite una sensación de humanidad que no aparece (o, al menos, no tanto) en De qué hablamos cuando hablamos de amor. Si Carver, el Chejov norteamericano, es conocido por la precisión de su prosa deshumanizada, por sus finales inesperados; entonces, ahora que sabemos que Lish le había hecho al texto original los retoques mencionados, ¿cuánto del estilo carveriano es atribuible a Lish? Dicho de otro modo: puestos a ir hasta una librería a comprar este libro de relatos, nos encontraremos con el siguiente dilema: ¿cuál de los dos debemos adquirir: Principiantes o De qué hablamos cuando hablamos de amor?
Ignoro en qué condiciones Carver aceptó que su original fuera editado de la manera en que apareció. Lo que sí que se sabe es que prometió a Tess Gallagher, su compañera por entonces, que algún día volvería a publicar el texto en su longitud original (la que ofrece la editorial Anagrama). Carver no llegaría a ver su sueño hecho realidad.
En lo que al texto se refiere, los relatos de Carver indagan en ese universo suyo tan particular, plagado de situaciones tensas, protagonizadas por perdedores o por personajes a punto de perderlo todo, familias de clase media-baja (más que de clase pobre) desestructuradas, alcohólicos, parados… seres en frágil equilibrio a los que la situación más inesperada puede hacerles tropezar una vez más (esto en el mejor de los casos), o bien, hacerles caer definitivamente en el abismo que bordean.
Me interesan especialmente algunas de las situaciones que dan pie a las tramas. Así, en ¿Por qué no bailáis? hay un hombre que está sentado en su jardín con todos los muebles de su casa esperando a ser vendidos. En Visor aparece un personaje inquietante: un fotógrafo, con garfios en lugar de manos, que se dedicar a vender fotografías de casas a sus propietarios. En ¿Quieres ver una cosa? la protagonista descubre a su vecino, en mitad de la madrugada, matando babosas en el jardín.
El alcohol aparece en todos los relatos. "La bebida es extraña -dice el narrador en Belvedere-. Cuando miro hacia atrás y pienso en ello, veo que todas las decisiones importantes las hemos tomado bebiendo. Hasta cuando hablábamos de la necesidad de beber menos lo hacíamos sentados en la cocina o en una mesita de picnic, en el parque, delante de un cartón de seis latas de cerveza o de una botella de whisky". Carver sabía de lo que hablaba: su padre había sido alcohólico y él mismo lo había sido también, gran parte de su vida, hasta que consiguió dejarlo cuando le dieron seis meses de vida de seguir con la vida que llevaba.
Carver afirma: "Es posible, en un poema o en una historia corta, escribir sobre objetos cotidianos utilizando un lenguaje coloquial y dotar a la vez a esos objetos -una silla, persianas, un tenedor, una piedra, un anillo- de un inmenso, incluso asombroso poder. Es posible escribir una línea de un aparentemente intrascendente diálogo y transmitir un escalofrío a lo largo de la columna vertebral del lector (el origen del placer estético, como diría Nabokov). Ésa es la clase de literatura que me interesa". Toda una definición de lo que es la poética de Raymond Carver, y en Principiantes hay ejemplos claros, como en Algo sencillo y bueno, donde una tarta encargada para un cumpleaños tiene unas consecuencias inesperadas al sufrir un accidente el muchacho que cumple años.
Diles a las mujeres que nos vamos es un cuento realmente perturbador, con una tensión creciente que culmina con un final sorprendente. El editor Noel Young se negó a publicarlo, "demasiado horripilante para mis medrosos sentidos".
Tanta agua tan cerca de casa nos muestra a un grupo de amigos que sale un fin de semana a pescar y encuentran el cuerpo de una joven. El hallazgo perturbará hasta límites insospechados la relación familiar de la narradora (esposa de uno de los pescadores). Por cierto que Gordon Lish le quitó a este relato un 70 %.
La edición de Anagrama incluye al final del libro un apartado donde nos muestra todos los cambios que sufrió cada relato, en porcentaje de texto escamoteado, así como los diferentes nombres con que aparecieron en sucesivas ediciones.
http://www.larepublicacultural.es/articulo.php3?id_article=3955
Principiantes es el libro de relatos que Raymond Carver presentó a su editor, Gordon Lish, allá por el año 1980. Éste, tras hacerle una poda de un promedio del 50 % (en los cuentos titulados ¿Donde está todo el mundo? y En algo sencillo y bueno la tala llega al 78 %), tras cambiar algunos títulos, algunos personajes, e incluso algunos finales de los relatos, lo editó bajo el título de De qué hablamos cuando hablamos de amor. Pero, ¿realmente tenía tanto de relleno el original como para hacerle una poda semejante? Personalmente pienso que, aparte de la calidad indiscutible del texto, en su versión primera la prosa de Carver tiende a veces a la repetición, a lo farragoso; en ocasiones lo narrado adolece de obviedad, de sentimentalismo, lo cual, guste al lector o no, transmite una sensación de humanidad que no aparece (o, al menos, no tanto) en De qué hablamos cuando hablamos de amor. Si Carver, el Chejov norteamericano, es conocido por la precisión de su prosa deshumanizada, por sus finales inesperados; entonces, ahora que sabemos que Lish le había hecho al texto original los retoques mencionados, ¿cuánto del estilo carveriano es atribuible a Lish? Dicho de otro modo: puestos a ir hasta una librería a comprar este libro de relatos, nos encontraremos con el siguiente dilema: ¿cuál de los dos debemos adquirir: Principiantes o De qué hablamos cuando hablamos de amor?
Ignoro en qué condiciones Carver aceptó que su original fuera editado de la manera en que apareció. Lo que sí que se sabe es que prometió a Tess Gallagher, su compañera por entonces, que algún día volvería a publicar el texto en su longitud original (la que ofrece la editorial Anagrama). Carver no llegaría a ver su sueño hecho realidad.
En lo que al texto se refiere, los relatos de Carver indagan en ese universo suyo tan particular, plagado de situaciones tensas, protagonizadas por perdedores o por personajes a punto de perderlo todo, familias de clase media-baja (más que de clase pobre) desestructuradas, alcohólicos, parados… seres en frágil equilibrio a los que la situación más inesperada puede hacerles tropezar una vez más (esto en el mejor de los casos), o bien, hacerles caer definitivamente en el abismo que bordean.
Me interesan especialmente algunas de las situaciones que dan pie a las tramas. Así, en ¿Por qué no bailáis? hay un hombre que está sentado en su jardín con todos los muebles de su casa esperando a ser vendidos. En Visor aparece un personaje inquietante: un fotógrafo, con garfios en lugar de manos, que se dedicar a vender fotografías de casas a sus propietarios. En ¿Quieres ver una cosa? la protagonista descubre a su vecino, en mitad de la madrugada, matando babosas en el jardín.
El alcohol aparece en todos los relatos. "La bebida es extraña -dice el narrador en Belvedere-. Cuando miro hacia atrás y pienso en ello, veo que todas las decisiones importantes las hemos tomado bebiendo. Hasta cuando hablábamos de la necesidad de beber menos lo hacíamos sentados en la cocina o en una mesita de picnic, en el parque, delante de un cartón de seis latas de cerveza o de una botella de whisky". Carver sabía de lo que hablaba: su padre había sido alcohólico y él mismo lo había sido también, gran parte de su vida, hasta que consiguió dejarlo cuando le dieron seis meses de vida de seguir con la vida que llevaba.
Carver afirma: "Es posible, en un poema o en una historia corta, escribir sobre objetos cotidianos utilizando un lenguaje coloquial y dotar a la vez a esos objetos -una silla, persianas, un tenedor, una piedra, un anillo- de un inmenso, incluso asombroso poder. Es posible escribir una línea de un aparentemente intrascendente diálogo y transmitir un escalofrío a lo largo de la columna vertebral del lector (el origen del placer estético, como diría Nabokov). Ésa es la clase de literatura que me interesa". Toda una definición de lo que es la poética de Raymond Carver, y en Principiantes hay ejemplos claros, como en Algo sencillo y bueno, donde una tarta encargada para un cumpleaños tiene unas consecuencias inesperadas al sufrir un accidente el muchacho que cumple años.
Diles a las mujeres que nos vamos es un cuento realmente perturbador, con una tensión creciente que culmina con un final sorprendente. El editor Noel Young se negó a publicarlo, "demasiado horripilante para mis medrosos sentidos".
Tanta agua tan cerca de casa nos muestra a un grupo de amigos que sale un fin de semana a pescar y encuentran el cuerpo de una joven. El hallazgo perturbará hasta límites insospechados la relación familiar de la narradora (esposa de uno de los pescadores). Por cierto que Gordon Lish le quitó a este relato un 70 %.
La edición de Anagrama incluye al final del libro un apartado donde nos muestra todos los cambios que sufrió cada relato, en porcentaje de texto escamoteado, así como los diferentes nombres con que aparecieron en sucesivas ediciones.
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