POEMAS DE "ULTRAMAR" - RAYMOND CARVER


ESPERANZA

"Mi mujer -dijo Pinnegar- espera verme tirado como un perro
cuando me deje. Es su última esperanza".
D. H. Lawrence, "Jimmy and the Desperate Woman"

Me dejó el coche y doscientos
dólares. Dijo, Hasta siempre, cariño.
Que te sea leve. Eso
tras veinte años de matrimonio.
Ella sabe, o cree que sabe,
que gastaré la pasta
en un día o dos, y que finalmente
estrellaré el coche -que estaba
a mi nombre y necesitaba reparación, de todos modos.
Cuando salí de casa, ella y su novio
estaban cambiando la cerradura
de la puerta delantera. Me saludaron.
Les devolví el saludo para que se dieran cuenta
de que no le daba importancia
alguna. Luego pisé a fondo
hasta la frontera del estado. Estaba lleno de ira.
Ella tenía razón al pensarlo.
Me uní a los perros y
nos hicimos buenos amigos.
Pero salí adelante. Un largo
camino sin volver la vista.
Dejé a los perros, mis amigos, atrás.
Sin embargo, cuando asomé
la cabeza otra vez por aquella casa,
meses o años después, conduciendo
otro coche, ella se puso a llorar
cuando me vio en la puerta.
Sobrio. Vestido con una camisa limpia,
pantalones y botas. Su última esperanza
no se había cumplido.
Y no tenía ningún otro motivo
para la esperanza.

VAGO

A la gente que le iba mejor que a nosotros les llamábamos acomodados.
Vivían en casas pintadas y con cisterna en los váteres.
Conducían coches de año y marca reconocibles.
A los que les iba peor les llamábamos miserables y no trabajaban.
Sus extraños coches descansaban entre chatarra en corrales llenos de polvo.
Los años pasan y todo es reemplazado.
Pero hay una cosa que aún es verdad.
Nunca me gustó trabajar. Mi meta fue siempre
ser un vago. Le veía mérito.
Me gustaba la idea de sentarme en una silla
a la puerta de mi casa durante horas, sin hacer nada
más que llevar puesto el sombrero y beber coca-cola.
¿Qué tiene de malo?
Encender un cigarrillo de vez en cuando.
Escupir. Pelar un palo con una navaja.
¿A quién le perjudica? Llamar
de vez en cuando a los perros para ir a cazar conejos. Pruébalo alguna vez.
Saludar cada poco a un chico gordo y rubio como yo
y preguntarle: "¿No te conozco?"
O mejor: "Eh, ¿qué quieres ser de mayor?"

DORMIR

Durmió sobre sus manos.
Sobre una piedra.
Sobre sus pies.
Sobre pies ajenos.
Durmió en autobuses, trenes, aviones.
Durmió de guardia.
Durmió en el arcén.
Durmió sobre un saco de manzanas.
Durmió en un servicio público.
En un henal.
En el Super Dome.
Durmió en un Jaguar y en la parte trasera de una furgoneta.
Durmió en teatros.
En la cárcel.
En barcos.
Durmió en chozas y una vez en un castillo.
Durmió bajo la lluvia.
Bajo el sol abrasador durmió.
En la parte de atrás de un caballo.
Durmió en sillas, iglesias, en hoteles de lujo.
Durmió bajo techo extraño toda su vida.
Ahora duerme bajo tierra.
Duerme y duerme.
Como un antiguo rey.

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